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martes, 9 de junio de 2009

La Mutación de la Resistencia

La Mutación de la Resistencia./ Vladimiro Mujica.
Una forma importante de evaluar si un movimiento político o social está avanzando sus objetivos es observar con detenimiento la reacción de los adversarios. Bajo este criterio, la estrategia electoral de la sociedad democrática venezolana ha sido tremendamente exitosa. La adopción de la ruta electoral permitió infringirle la derrota política más importante al gobierno de Hugo Chávez con el referendo del 2 de diciembre de 2007.

Lo mismo que entendió la oposición, lo entendió el gobierno. La consolidación del voto opositor, que recoge a más o menos la mitad del electorado, constituye un riesgo inadmisible para el régimen chavista que puede ver amenazada su hegemonía en la Asamblea Nacional y, eventualmente, la propia presidencia de Chávez. Por ello, la respuesta ha sido brutal: Incrementar la represión, criminalizar la disidencia y sabotear la gestión de los gobernadores y alcaldes opositores. Todo ello tiene como objetivo estratégico debilitar la confianza opositora en la eficacia del voto y provocar la impresión de que aún obteniendo triunfos electorales éstos serán desconocidos de hecho por la todopoderosa maquinaria del régimen.

Cada vez está mas claro que el chavismo ha tomado una decisión estratégica de no permitir su desplazamiento del poder a través de la votación popular. Las consecuencias de esta decisión para la democracia venezolana son múltiples y muy graves, pero la misma no debe confundirse con la decisión de no tener elecciones. La estrategia es mucho más maquiavélica: Se trata de dividir, confundir y atemorizar a la oposición para que su participación deje de ser una amenaza. Si eso se logra, entonces tendremos las elecciones más limpias de la Vía Láctea. Unas que el CNE podrá exhibir con orgullo frente al mundo y que el régimen usará ampliamente para demostrar la calidad de la democracia venezolana. Es solamente frente al escenario de una amenaza electoral creíble que el chavismo adoptará la otra versión de su decisión estratégica, una que lo llevaría a escalar la represión y el sabotaje. Es decir, no dejarse sacar del poder por elecciones no significa necesariamente no tener elecciones sino convertirlas en retos ineficaces a la hegemonía chavista.

Para la oposición es vital entender la perversa calidad del doble juego del chavismo que sólo es posible por el ventajismo, carente de todo escrúpulo democrático, que se ejerce desde la Asamblea Nacional y los otros poderes públicos. No perder el sentido del valor estratégico del voto es esencial y ello debe mantenerse con claridad independientemente de la naturaleza de las trampas y reglas que el régimen adopte para consolidar el dominio de la minoría sobre la mayoría. Usando una analogía biológica, se exige de la oposición que en materia electoral actúe como un virus mutante de adaptabilidad ilimitada frente a las maniobras chavistas. Si cambian las reglas, se cambian las conductas, pero se mantiene la misma voluntad indeclinable de no ceder en el terreno electoral.

La consigna de cara a las elecciones del año próximo debe ser: “Qué no se pierda ni un solo voto para la Libertad y la Democracia”. Esto significa que la oposición debe mantener una disciplina a prueba de ambiciones pequeñas y conductas divisorias. Es indispensable la instrumentación de Alianzas Perfectas que conduzcan a maximizar la efectividad del voto opositor sin importar el conjunto específico de reglas electorales que imponga el régimen. La necesidad de disponer de una tarjeta única también se impone como una respuesta políticamente inteligente frente al abuso.

Evidentemente el disponer de una estrategia clara en materia electoral no resuelve todo el problema de una estrategia opositora, pero despejaría considerablemente el terreno para evitar que nuevamente se cometan costosos errores como los que ocurrieron en las elecciones regionales que nos llevaron a perder entre dos y tres gobernaciones, incluyendo la vital del estado Bolívar, y más de cincuenta alcaldías. Si hacemos todo bien con las reglas actuales, y creciendo un poco en algunos estados, es posible amenazar la mayoría chavista en la AN. Sin alianzas perfectas podemos pasar de alrededor de 50 diputados a unos 12. La situación empeora con cualquiera de los leoninos proyectos que están bajo discusión en la Asamblea y que anulan el principio de representación proporcional y, peor aún, redefinen los circuitos electorales.

Al inmenso reto de mantener un claro código de conducta electoral se le une el de devolverle la eficacia a la protesta. En Venezuela están ocurriendo abusos de poder inconstitucionales prácticamente a diario y la protesta sobre los mismos es intensa pero sin efectividad política, porque el gobierno ha encontrado la forma de lidiar con los conflictos al menudeo. Actuar en la contingencia política y organizar a la gente para la protesta son las dos tareas para una dirigencia opositora que no termina de consolidarse y cuya urgencia ya no puede ser exagerada. La oposición democrática cuenta con fortalezas muy importantes pero que no pueden movilizarse por la carencia de dirección estratégica. De la rapidez con que ésta se articule dependerá que la mutación política sea posible antes de que la aplanadora del régimen termine por quebrarle el espinazo al país.

El Venezolano/ND
http://venezuelalbr.blogspot.com/

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