Por: José Guerra
Después que Armando León y Rodrigo Cabeza, el primero director del BCV y el segundo ex ministro de Finanzas, engañaran al país acerca de las supuestas bondades anti inflacionarias de una reforma monetaria que luego degeneró en un cambio contable para quitarle tres ceros al bolívar y denominarse reconversión monetaria, la inflación no ha dejado de subir en Venezuela. León y Cabeza también le mintieron al presidente Chávez quien angelicalmente hablaba del bolívar fuerte pero ya no lo hace porque se ha dado cuenta del fiasco que ello ha significado, tanto por sus costos para el país de más de US$ 800 millones como por su inutilidad para disminuir la inflación. Afortunadamente todavía se conservan los documentos suscritos por Rodrigo Cabeza donde se aseguraba que con la reconversión o reforma monetaria la inflación bajaría hasta un dígito. Hasta acuñaron la locha para complacer al presidente Chávez y ahora esa especie monetaria no se usa.
A quienes advertimos que tal reforma era inútil para abatir la inflación sin ella no era acompañada de medidas de orden fiscal y monetario, ello fue respondido por las autoridades del BCV con una presentación que también se guarda como testimonio de la incoherencia sobre aspectos elementales de política económica. Fuimos tildados algunos que apreciábamos que la reconversión monetaria era una medida innecesaria en aquel momento como oposicionistas y que nada proponíamos. Si propusimos y algo muy sensato: anunciar un plan coordinadazo de política económica encaminado a bajar la inflación hasta la vecindad del 10% en dos años y luego lanzar la reforma monetaria para que el nuevo bolívar tuviese bases sólidas. No se hizo y acá están las
consecuencias.
Al concluir el mes de julio de 2009 trascurrió año y medio desde la aparición del bolívar fuerte. En ese lapso la inflación acumulada es 45,0%. Ello significa que un bolívar fuerte hoy vale apenas 55 céntimos con lo cual se ha degradado de forma apreciable la capacidad de compra de una moneda que de paso la llamaron fuerte. ¿Qué de fuerte tiene una moneda que en año y medio ha perdido casi la mitad de su valor debido a la inflación? Para todos los fines prácticos el bolívar fuerte puede catalogarse como una ex moneda porque no tiene los atributos de los cuales goza un signo monetario. En una economía como la venezolana que cada vez está más dolarizada los contratos importantes se fijan en billetes verdes con la cara de Washington en lugar de la de Bolívar. Tampoco sirve como medio para preservar el valor justamente porque la inflación está desbaratando los ahorros de los venezolanos, quienes forzadamente por el control de cambios todavía mantienen saldos en moneda local.
El enemigo del bolívar fuerte ha sido la inflación. El comportamiento de este indicador ha sido objeto de recientes y fundadas observaciones por parte de analistas. Quienes nunca hemos albergado dudas sobre las cifras de inflación en Venezuela, ahora la comenzamos a tener. Aunque se entienda que existe un control de precios muy severo en Venezuela, no es creíble que los alimentos a nivel nacional acumulen un aumento de apenas 3,3% entre junio de 2009 y diciembre de 2008. Algo debe estar sucediendo con la forma en que se recolecta la información por parte del Instituto Nacional de Estadísticas o en la conformación de la muestra de bienes que componen el índice pero definitivamente esa cifra, entre otras, no es confiable. Si fuese cierta la cifra publicada sobre la inflación de los alimentos en circunstancias cuando se han autorizados aumentos de precios, ello querría decir que ha habido deflación en algunos rubros, lo cual no parece factible. Y no es creíble solamente por los economistas o los entendidos en la materia, sino por el consumidor que observa una contradicción entre los datos publicados y el impacto de la inflación en su bolsillo. Si esos indicadores de inflación pierden credibilidad se le está haciendo un grave daño al país que se quedaría sin una pieza estadística fundamental.
Sin embargo, con todo y esas observaciones a los datos sobre la inflación, el gobierno tiene un historial de incumplimiento de su propia meta de inflación. Así, para 2009, en el Acuerdo de Política y en la Ley de Presupuesto, se estableció un objetivo de inflación de 15%. En el gráfico anexo se puede apreciar de manera contundente el significativo desvío entre lo que el gobierno dijo que iba ser la inflación y lo que en realidad es la inflación. De esta manera, el bolívar fuerte no pasa de ser una caricatura de moneda no obstante el costoso esfuerzo que realizaron sus propagandistas.
Publicado en:
http://www.pensarenvenezuela.org.ve/temas-opinion.php?author=Jos%E9%20Guerra
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