Por Francisco Olivares.
"Si bien han sido un pueblo humilde, también han sido libres"
Comenzó en la madrugada la bestial represión de la Guardia Nacional en el poblado de Curiepe. No hubo diálogo previo, aviso de ningún tipo. Cien militares contra ocho policías. Ocho funcionarios del mismo pueblo, que trabajan en condiciones precarias para medio cumplir una labor protectora de una comunidad constantemente amenazada por la inseguridad. El pueblo dormía y los policías también como suele ser en un poblado pacífico. Las bombas entraron por igual en la sede policial como en las casas vecinas. Nadie esperaba tal arremetida. Las bombas asfixiaron tanto a uniformados como a niños y ancianos. El "gas del bueno" no distingue entre víctimas. El enemigo es común.
"Curiepe es un pueblo libre y nadie nos puede imponer nada" dijo una señora del poblado al son de los tambores, únicas armas disponibles para la defensa, para el alerta de quienes por primera vez toman conciencia de que si bien, han sido un pueblo humilde, también han sido libres.
La misma historia se vivió en Caucagua, se ha registrado en Táchira, en el Distrito Capital y en todas aquellas regiones donde el Gobierno pierde elecciones. El mismo líder que pide la aplicación de la Carta Democrática en Honduras y propone enviar tropas para desalojar al gobierno de Micheletti, usa militares armados contra un poblado indefenso para terminar violando su propia Constitución.
Esas mismas tropas las hemos visto tomando haciendas productivas, industrias, entrando en medios de comunicación, confiscando antenas de transmisión o desalojando de sus viviendas a familias con niños y ancianos.
Pero esta vez un pequeño pueblo se les alzó. No defendían condiciones de vida. No reclamaban derechos laborales o exigían viviendas dignas. Salieron a enfrentar algo mucho más preciado para los venezolanos: el derecho a decidir, que no es otra cosa que el derecho a la libertad.
Es eso lo que está amenazado en Venezuela y es ese el cerco que está construyendo el Gobierno con el llamado Socialismo del siglo XXI. Cueriepe, Tacarigua, Guayana, los sindicatos petroleros, gremios profesionales y los estudiantes están comenzando a hablar.
Pero el Gobierno no dialoga. Así como Chávez no acepta la mediación de Oscar Arias y el diálogo en Honduras, tampoco lo hace con los sindicatos laborales, con las autoridades regionales electas o con los pobladores de Curiepe. Prefiere tropas que mediación. Así lo ha reiterado el jefe revolucionario como sus prominentes ministros.
Pero la imposición y el autoritarismo sólo son posibles con muchos dólares y con represión. En Honduras lo dejaron fuera del juego y en Venezuela su propio pueblo le está poniendo límites.
Publicado Por:
http://www.eluniversal.com/2009/07/18/opi_art_tambores-contra-bomb_1474579.shtml
"Si bien han sido un pueblo humilde, también han sido libres"
Comenzó en la madrugada la bestial represión de la Guardia Nacional en el poblado de Curiepe. No hubo diálogo previo, aviso de ningún tipo. Cien militares contra ocho policías. Ocho funcionarios del mismo pueblo, que trabajan en condiciones precarias para medio cumplir una labor protectora de una comunidad constantemente amenazada por la inseguridad. El pueblo dormía y los policías también como suele ser en un poblado pacífico. Las bombas entraron por igual en la sede policial como en las casas vecinas. Nadie esperaba tal arremetida. Las bombas asfixiaron tanto a uniformados como a niños y ancianos. El "gas del bueno" no distingue entre víctimas. El enemigo es común.
"Curiepe es un pueblo libre y nadie nos puede imponer nada" dijo una señora del poblado al son de los tambores, únicas armas disponibles para la defensa, para el alerta de quienes por primera vez toman conciencia de que si bien, han sido un pueblo humilde, también han sido libres.
La misma historia se vivió en Caucagua, se ha registrado en Táchira, en el Distrito Capital y en todas aquellas regiones donde el Gobierno pierde elecciones. El mismo líder que pide la aplicación de la Carta Democrática en Honduras y propone enviar tropas para desalojar al gobierno de Micheletti, usa militares armados contra un poblado indefenso para terminar violando su propia Constitución.
Esas mismas tropas las hemos visto tomando haciendas productivas, industrias, entrando en medios de comunicación, confiscando antenas de transmisión o desalojando de sus viviendas a familias con niños y ancianos.
Pero esta vez un pequeño pueblo se les alzó. No defendían condiciones de vida. No reclamaban derechos laborales o exigían viviendas dignas. Salieron a enfrentar algo mucho más preciado para los venezolanos: el derecho a decidir, que no es otra cosa que el derecho a la libertad.
Es eso lo que está amenazado en Venezuela y es ese el cerco que está construyendo el Gobierno con el llamado Socialismo del siglo XXI. Cueriepe, Tacarigua, Guayana, los sindicatos petroleros, gremios profesionales y los estudiantes están comenzando a hablar.
Pero el Gobierno no dialoga. Así como Chávez no acepta la mediación de Oscar Arias y el diálogo en Honduras, tampoco lo hace con los sindicatos laborales, con las autoridades regionales electas o con los pobladores de Curiepe. Prefiere tropas que mediación. Así lo ha reiterado el jefe revolucionario como sus prominentes ministros.
Pero la imposición y el autoritarismo sólo son posibles con muchos dólares y con represión. En Honduras lo dejaron fuera del juego y en Venezuela su propio pueblo le está poniendo límites.
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