miércoles, 8 de junio de 2011
Curiosa justicia la de Diosdado
Por Manuel Bermudez Romero
A este epígono del chavecismo no le parece que constituya una invasión la toma de estacionamientos que son propiedad privada y sirven a negocios en pleno funcionamiento.
En el caso específico del restaurante “La Huerta”, en Caracas, Diosdado Cabello considera que “no es justo” que el estacionamiento de ese restaurante sirva a los carros, en lugar de utilizarse como terreno útil para un desarrollo habitacional que beneficie a los damnificados.
Así y con su habitual tono de “guapo y apoyao”, lo afirmó por TV en acomodaticia distorsión. En su parecer los estacionamientos sirven es a los carros.
No proviene sino de alguien a quien le haya sido impuesto el oficio de distorsionador, la irracionalidad de esa definición. ¿Es que acaso los automóviles no los conducen choferes y transportan personas que van a comer a ese restaurante o a cualquier otro?
Tampoco considera Cabello que La Huerta, y de ese modo otras tabernas, sean pequeños negocios. Ni quiere ver lo que es obvio: que al tomarse su estacionamiento, La Huerta tiene que cerrar y queda sin trabajo un determinado número de empleados. Humildes seres humanos que se ganan allí el pan de cada día.
Es de esa forma opresiva como la dictatorial revolución chavecista intenta beneficiar a largo plazo a un grupo de necesitados, mientras perjudica inmediatamente a otros que no tienen responsabilidad en la escasez de viviendas y seguramente están habitacionalmente tan desamparados como los primeros.
Con desparpajo y refiriéndose a un hecho paralelo, Cabello declaró durante la misma entrevista que no considera correcto que una persona residente en España (por extensión en el exterior) tenga viviendas en Venezuela y reciba allá la renta correspondiente al alquiler de éstas. De ese punto de vista se desprende que él cuestiona la potestad que tiene cada ciudadano del mundo de invertir legalmente en el territorio donde mejor le convenga.
Y, expresado así, se deduce que en el parecer de Cabello y por lógica compensación, los venezolanos habitantes en el país y poseedores de bienes inmuebles en el extranjero, deberían ser igualmente expropiados por los gobiernos respectivos.
Si es así, se le sugiere a Cabello que proponga empezar con la lista de “guardianes de la revolución chavecista” y a la vez propietarios de viviendas en el imperio yanqui, para que la administración Obama proceda a quitárselas para regalárselas a los norteamericanos sin techo, que no son pocos.
Vergonzoso debería resultarle a Diosdado Cabello sostener argumentos tan disparatados que no obedecen a que sea un ignorante, sino a circunstanciales acomodos para sostenerse en el poder de un gobierno que lo relegó a un segundo plano.
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