Orlando Viera-Blanco 26 de agosto de 2020
@ovierablanco
“La pérdida de admiración por el otro es
perder valoración por nosotros mismos, por la cual muere el sentido de
ciudadanía y de pertenencia”
En
sociología y psicología social la confianza es la creencia que una persona o
grupo será capaz de actuar de manera adecuada en una determinada situación y
pensamientos. La confianza se verá más o menos reforzada en función de las
acciones y de valores que deben traducirse en logros en sintonía con la
prédica. Confianza es coherencia, es consistencia, es determinación. Un tema es
la confianza en la psicología social. Otro en la política. Veamos.
En
mi padre confío…
Para
la psicología social la confianza es una hipótesis, una expectativa positiva.
“Voy a contarle todo a mi padre, tengo confianza que me entenderá y me
ayudará”. La confianza se refuerza o se debilita si percibo protección o abandono.
Si el padre ayuda a su hijo, la confianza se fortalece. Pero si no lo hace o lo
hace inadecuadamente lo más probable es que el hijo pierda confianza. La
confianza entonces supone suspensión de la incertidumbre respecto a las
acciones de los demás. Cuando alguien confía en el otro puede predecir sus
acciones y comportamientos, porque se reconoce a sí mismo [empatía]. La
confianza simplifica/facilita las relaciones sociales.
Cuando
una relación es de confianza y respeto por sentirnos frente a un buen padre de
familia, hablamos de reputación. En el último estudio del Instituto de la
Reputación, el Dr. Charles Fombrun nos dice quienes figuraron de primeros en su
encuesta: Mandela y Federer. Reputación ganada de la confianza que significa
altruismo, desprendimiento, disciplina y discreción. La elocuencia no es
curricular. Por el contrario, la efusividad puede destruir la confianza.
Otras
personalidades que se han ganado la confianza mundial son: Bill Gates, Warren
Buffet, Richard Branson, Steve Jobs, Oprah Winfrey, Bono, Elizabeth II.
Confianza que es admiración, que es demostrar buenas relaciones con lo material
o con lo espiritual; con los amigos o la familia, y con uno mismo. Quien cuida
sus pertenencias sin maltratarlas [conservador], demuestra pluralidad, libertad
de credo, comparte en familia o exhibe honestidad, es confiable.
Siguiendo
la línea de Lechner (2002), el capital social sería“el nivel de confianza en
las instituciones políticas”. Quienes poseen poco capital social manifiestan
fuerte desafección política y no confían en las instituciones. El autor
puntualiza que el capital social depende de los contextos culturales
predominantes. “Cuando esos imaginarios sociales [tradición] se vuelven
precarios, se debilitan las relaciones de confianza y cooperación”.
No
es difícil concluir que en Venezuela perdimos nuestro capital social. “No
confiamos ni en el padre nuestro”. La inmensa desconfianza grupal que
registramos tiene su origen en la pérdida de valores culturales e identitarios.
No nos sentimos capaces de resolver nuestros problemas y denigramos de aquellos
a quienes “inmerecidamente” endosamos nuestra confianza. Y no funciona así. El
problema sigue siendo nuestro.. La pérdida de admiración por el otro es perder
valoración por nosotros mismos, por lo cual muere el sentido de ciudadanía y de
pertenencia…
A
partir de ahí nuestra relación con lo material es despreciativa, ruda;
despojar, expropiar, expoliar es “normal”. Lo espiritual es sustituido por la
violencia y la imposición ideológica, y la amistad pierde su sentido prístino y
solidario. Así nuestra autoestima se pulveriza, siendo desplazada por el Estado
opresor. Perdemos el sentido de padres e hijos de la patria…
Restaurando
la confianza política.
Recuperar
la libertad y la democracia es participar en los procesos de reeducación social
y de restauración de nuestros valores culturales. Es rescatar nuestra memoria
histórica, nuestros protagonistas, próceres, talentos; nuestra alma llanera,
nuestro béisbol, la vino tinto o nuestro pabellón. Es reconocer lo que nos
honra.
¿Cuáles
son los factores de reconstrucción de lo social y de la política? Van der Meer
(2017) identifica cinco principales elementos: i Anti-corrupción y justicia, ii
Desempeño macroeconómico iii Instituciones Electorales limpias IV Socialización
política y V Confianza generalizada.
El
primero de los factores [corrupción] se ataca con justicia. Es sembrar sentido
de intolerancia por la apropiación indiscriminada del Estado [Tanzi, 1995;
citado en Begovic, 2005]. La percepción de justicia es la actuación imparcial
de la burocracia que evita privilegios y hace posible una vida libre y
cooperativa (Rohtstein y Teorell, 2005). La prosperidad ciudadana (Knox Lovell
y Turner, 1995), es fundamental. La calidad de los procesos electorales (Van
der Meer, 2017) es transparencia y soberanía. La socialización política es
formación de individuos capaces y la confianza generalizada, es concretar
ciudadanos educados.
Los
pueblos derrotan la tiranía cuando derrotamos “al tirano” que llevamos por
dentro. La educación es capacidad de discernimiento decíamos, que es cultura,
que es procesar información calificada, que es acción confiable. Un ejercicio
de humildad y elevación social que nos devuelve la confianza grupal y el
sentido de nación. Así hacemos que las cosas pasen y funcionen. No que nos las
hagan o nos las impongan.
Recuperar
la confianza es vital. Y recuperarla en el prójimo o en el líder, es
recuperarla primero en nosotros mismos. Ese día todo pasa y todo acaba, por
tener de vuelta a los padres y los hijos de la patria.
Orlando
Viera-Blanco
@ovierablanco
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