Lester Toledo 21 de agosto de 2020
@LesterToledo
Desde
el pasado 9 de agosto, el mundo, y en especial los venezolanos, hemos quedado
cautivados con las imágenes de miles y miles de ciudadanos en las calles de
Bielorrusia.
Una
pequeña nación ubicada a miles de kilómetros de Venezuela, pero con más
similitudes que diferencias. Sus historias están entrelazadas gracias a la
amistad que se forjó entre el polémico y autócrata presidente Alexander
Lukashenko y el extinto y no menos polémico, Hugo Chávez Frías, personajes que
compartían amistad y negocios con Cuba.
Al
hablar de Lukashenko referimos a un régimen dictatorial que ha permanecido en
el poder desde hace 26 años, cuyo rostro ha estado presente en las boletas de
votación a lo largo de unos seis eventos electorales.
Y
es precisamente, los dudosos resultados del más reciente evento electoral
desataron la furia y la frustración de estos ciudadanos que, como señal de
hartazgo ante los abusos del dictador europeo, han salido con determinación a
las calles de Minsk y de las principales ciudades de esa nación para gritar
fraude.
Según
el escrutinio oficial, determinado por la autoridad electoral de aquel país, de
cuestionable autonomía e independencia, al igual que el CNE venezolano, le dio
el triunfo a Lukashenko con más de un 80% de los votos, mientras que a su
principal contendiente, Svetlana Tikhanovskaya, le dio poco más del 9%.
La
oposición en aquel país cifraba sus esperanzas en esta mujer de nombre
Svetlana, esposa de otro contendiente político del dictador, pero que fue
apresado poco antes de las elecciones. Ella se presentó a última hora como
candidata de la oposición, y para sorpresa del dictador, contaba con una
creciente popularidad. Hoy por la persecución y ante las amenazas en contra de
su vida, también tuvo que huir de Bielorrusia.
La
represión criminal en contra de las manifestaciones, la persecución y el
encarcelamiento de los líderes de oposición, el control y manipulación de la
voluntad popular, la aniquilación de la oposición, son estrategias que aquel
régimen y el de Venezuela, han aplicado por igual.
Como
dato curioso, mientras las naciones demócratas del mundo, rechazaban y
condenaban este evento electoral y sus resultados, y declaraban ilegítimo al
gobierno del mandatario bielorruso, uno de los primeros que saltó para
reconocer al ilegitimo como legítimo, fue el ilegítimo y usurpador, y no menos
dictador, Nicolás Maduro. Pues el de aquí y el de allá, están marcados por la
sombra del fraude y la ilegitimidad.
En
Bielorrusia la jornada electoral del 9 de agosto se llevó a cabo sin
observadores independientes, y varios medios evidenciaron denuncias sobre las
irregularidades cometidas. Es que hubo hasta un apagón del internet durante
varios días, los resultados fueron ofrecidos al día siguiente del evento
electoral. Aquí es donde cabe la coletilla: Cualquier parecido con la realidad
de Venezuela, no es coincidencia.
Pero
vamos más allá y revisemos que nos dice la historia de la relación entre este
país sudamericano y esta ex república soviética.
Se
señala que fue durante la cumbre de los Países No Alineados – NOAL, que se
llevó a cabo en La Habana, Cuba, en el año 2004, que Lukashenko se interesó en
América Latina, valiéndose de su aliado Cuba. Es así como llega a Venezuela y
estrecha amistad con Chávez.
Bielorrusia
exportaba fertilizantes y maquinaria pesada, principalmente armamento militar,
mientras que Venezuela exportaba petróleo.
Otra
similitud, y ésta es más actual, tiene que ver con el mal manejo que han tenido
hacia la pandemia por la COVID—19, que habla del desprecio que manifiestan
estos dictadores ilegítimos hacia sus ciudadanos.
Lukashenko
llegó a sugerir combatirlo con vodka, con saunas y trabajo duro, nunca impuso
cuarentena estricta, prosiguió con su campeonato de fútbol y mantuvo abiertos
sus cines y teatros.
Por
supuesto esto derivó en más de 70 mil personas contagiadas y cientos de
muertos, sin dejar de destacar que el eterno candidato realizó mítines
electorales y reuniones sin ningún tipo de precaución ante el virus.
No
muy diferente a los desatinos de Nicolás que insiste en mentir sobre el número
de casos de contagio que se registran en nuestro país, que designa a un
fracasado cantante el control de un centro de atención de pacientes, que se ha
convertido en el rey de la improvisación, que se la pasa culpando a otros por
sus errores y fracasos, que oculta el verdadero número de muertes, y que
pretende arreciar el control sobre los ciudadanos, tomando como excusa la
pandemia.
La
otra coincidencia entre ambos ilegítimos, es que el de acá trama llevar
adelante otro megafraude electoral para el mes de diciembre, reprimiendo la
calle, persiguiendo a la disidencia, anulando a la oposición, creando partidos
a su medida y conveniencia y manipulando con anticipación los resultados, amén
de ya haber sido deslegitimado por decenas de naciones demócratas.
Tal
como hemos dicho, “cualquier parecido no es coincidencia”, la única
coincidencia real es que los ciudadanos están hartos, hartos de fraude, de crisis,
de maltrato, de represión, de corrupción, hartos de la ilegitimidad, y que aquí
y allá están dispuestos a expresarlo en las calles, sin miedo y de frente hasta
lograr el anhelado cambio.
Lester
Toledo
@LesterToledo
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