Carolina Gómez-Ávila 06 de diciembre de 2020
Primero previeron una campaña de 15 días y después la
alargaron a un mes. Por eso, desde el 3 de noviembre hasta el 3 de diciembre
sufrimos el bochorno producido por los participantes de la patraña del próximo
domingo.
Para la historia están documentadas las violaciones a
la Constitución y al resto de las leyes electorales que se han cometido en
relación con ese evento y hasta esta fecha. No hace falta ser adivinos para
prever que antes del 6 de enero se documentarán muchas más, así que guardemos
espacio para el asombro.
Pero no se ha hecho el mismo énfasis con respecto al
costo de esta jugarreta. Me refiero al costo en dinero; al costo en bolívares
o, mejor, en dólares. Solo para acercarnos y sin pretensión de precisión, según
el Banco Central de Venezuela, el 3 de noviembre el dólar abrió en Bs. 515.919,26 y el 3 de diciembre cerró en Bs. 1.029.051,92. Prácticamente el doble.
Los tiempos en que el pueblo llano decía que no le
importaba el precio del dólar porque ellos usaban bolívares, están quedando
atrás. Hoy en día entienden, por las malas, la relación entre el precio del dólar
y los montos que necesitan ganar en bolívares.
Falta que se entienda eso que mal llamamos inflación
en dólares. Quiero decir que se entienda que la hiperinflación en cualquier
moneda siempre va más rápido que la moneda dura de referencia y que por eso el
precio del dólar se queda atrás junto a su poder adquisitivo. Pero esas son
cosas que los economistas nunca explican con la sencillez que se necesita, así
que también tendrá que aprenderse por las malas.
Pero de vuelta a lo que me ocupa hoy, valoraría que
algún buen técnico economista calculara y publicara el monto exacto de la
convocatoria del 6D, porque es la que nos ha hecho el doble de pobres de lo que
ya éramos en octubre. Sí, esta campaña la hemos pagado directamente en este
mes.
Lo que nos da una razón adicional y de peso para
repudiar este acto grotesco de falsificación de la democracia. No lo creen los
que lo idearon, no lo creen los que se han corrompido para participar, no lo
cree el pueblo y no lo cree la comunidad internacional.
Eso significa que no se aliviarán las sanciones,
aunque los países cómplices de este Gobierno levanten sus voces en escenarios
internacionales diciendo que fueron elecciones limpias. Todos tenemos claro que
no se pueden tener elecciones libres y justas con los partidos confiscados, sus
líderes perseguidos y decenas de sus militantes presos.
Todos sabemos que este domingo se repartirán el
hemiciclo como si fuera un pernil horneado en una opípara cena navideña.
También sabemos que el próximo 5 de enero tomarán por asalto el Palacio Federal
Legislativo, para consumar la muerte de la república. Como ese día habremos
perdido el último poder público independiente, sus diputados pasarán a la lucha
política cuasi clandestina, en el terreno en que lo permita el pueblo que aún
los apoya y la comunidad internacional.
Pero nada logrará la dictadura el 6D, excepto consumar
el chanchullo. Es lo que hacen cada vez que necesitan robarnos dinero: inventar
alguna forma de hacernos inviable ganarnos la vida sin depender de ellos. En
enero inventarán otra. La convocatoria del 6D es solo el atraco de este mes.
Carolina
Gómez-Ávila
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