Por Luisa Pernalete
La primera
vez que fui a una comunidad indígena no criollizada, hablo de esas que
conservan sus costumbres ancestrales, me quedé gratamente sorprendida de todo
lo que podían enseñarnos esos hermanos. No puedo olvidar esa primera visita. En
el año 2000, la comunidad queda en plena selva, al sur del estado Bolívar, al pie
de la Sierra de Maigualida. El viaje había que hacerlo en avioneta, de esas
pequeñitas. Iba a conocer una escuela de Fe y Alegría, que existía desde hacía
varios años, dirigida por las Hermanas Lauritas. Atendíamos indígenas hotis y
jivis. Necesitábamos inscribirla en el ministerio, pues las familias, además de
querer aprender a leer y a escribir, en su lengua y en español, querían la
institucionalidad, el reconocimiento.
No hay
violencia escolar en esas escuelas. Los niños se pueden quedar solos en el patio
y nadie se pelea. Los indígenas viven con poca cosa, en total hermandad con la
naturaleza. Si deforestan un sector para sembrar siembran en otro para reponer
lo que han cortado; se bañan en el río que les queda cerca, pero no usan jabón
porque eso contamina el agua… Han sido guardianes de la naturaleza por siglos…
Mucho que aprender de ellos.
Pues eso que
yo he tenido el privilegio, la bendición de ver en “vivo y directo”, lo han
comprendido 124 países de esos que están reunidos en la COP26, en la cumbre
climática en Glasgow, en el Reino Unido, en estos días de noviembre. Y han
decidido hacer un aporte sustancial para frenar la deforestación mundial. El
acuerdo supone: promover la agricultura sostenible y rentable, políticas para
la agricultura, y apoyo
a los pueblos indígenas para que sigan protegiendo los
bosques. Estamos hablando de esos pueblos que han habitado desde siempre en
selvas y bosques de la Amazonía, por ejemplo.
Entre los
124 países que se adhirieron al acuerdo están 13 de América Latina: Argentina
Colombia, Brasil, Chile, Costa Rica, República Dominicana, Guatemala, Ecuador,
Honduras, México, Panamá, Perú y Uruguay. Como verán, no está Venezuela,
tampoco Nicaragua, Bolivia… Y como este acuerdo supone fondos globales
importantes para las naciones en donde hay pueblos indígenas, de esos
guardianes de bosques y selvas, pues Venezuela no podrá beneficiarse de esos
fondos. ¿Qué les parece?
A lo
anterior hay que añadir que en nuestro país hay políticas que conspiran contra
las selvas, los bosques y contra los mismos pueblos indígenas, como lo es el
proyecto del Arco Minero del Orinoco, que estimula la minería. La extracción
del oro es altamente contaminante, deforesta, genera unos cráteres horribles,
utiliza el mercurio que contamina las aguas de los ríos…Yo he visto de cerca
esos cráteres y dan ganas de llorar, acaban con la capa vegetal… pasarán siglos
antes de que en esos lugares pueda haber árboles de nuevo. Y el estado Bolívar
es el asiento de unos cuantos pueblos indígenas, algunos de ellos se les está
obligando a moverse por la minería, antes ilegal, ahora promovida oficialmente.
La humanidad
tiene una deuda con los pueblos indígenas por haber cuidado por centenares de
años esos pulmones del planeta, y además, como mencioné al principio, tenemos
mucho que aprender de ellos. La cultura consumista, esa que hace no sostenible
los modelos de desarrollo existentes, se puede vivir con menos… la naturaleza
es hermana, para quererla no para dominarla… si los niños crecen en ambientes
pacíficos, serán niños y adultos pacíficos, porque el comportamiento violento
no es natural, es aprendido… y de paso, pueden ayudar a frenar el calentamiento
global frenando la deforestación… ¿no sería un “buen negocio” protegerlos? Son
nuestros hermanos, aunque nuestra cultura los haya marginado y subvalorados.
05-11-21
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