Marta de la Vega 07 de mayo de 2023
El
talante del régimen se ha puesto en evidencia una vez más con el estruendoso
silencio de quien funge como presidente de Venezuela y de su ministro de
cultura ante el honor más alto, «el mayor galardón de las letras en lengua
castellana» en palabras del rey Felipe VI de España, concedido al poeta
barquisimetano Rafael Cadenas.
El discurso del rey es elocuente: «La obra de Rafael Cadenas es…la de alguien que no quiere estilo sino honradez, una valiosísima ambición, una aspiración que comporta rectitud de ánimo, integridad en el obrar, según el diccionario de la RAE». Y continúa el rey: «Un propósito magnífico, admirable». Todo lo contrario de lo que califica al actual régimen tiránico venezolano: mezquino, revanchista, rencoroso, envidioso y vil; marcado por la codicia, el saqueo del erario público, la crueldad con quienes se atreven a desafiarlo. Integrado por una kakistocracia ladrona, la cleptocracia impúdica, sin altura y sin grandeza.
Les ha
molestado mucho a Maduro y sus acólitos la sobriedad y firmeza del poeta para
denunciar la pérdida de la democracia, que tuvo espléndidos logros en Venezuela
entre 1958 y 1998, pero que no supo insuflar en la gente su enseñanza, para
incorporarla e interiorizarla en las personas; para socializarla en cualquiera
de las esferas de la vida civil, política, económica y cotidiana.
Cadenas
señala: «La idea de la revisión, pienso que debe aplicarse a la democracia; es
urgente defenderla de todo lo que la acecha y para ello se requiere recrearla».
Y agrega: «Esa tarea le incumbe a la educación, que la ha descuidado. Por eso
se necesita, en los países donde existe, una pedagogía que la robustezca». Con
pesimismo, precisa: «En los otros, que no la han conocido, es vano tratar de
introducirla». Su renovación consiste en «dar primacía a lo social, aboliendo
la pobreza; apoyar la cultura; esto no es ningún sueño sino un trabajo de
todos, hacedero solo con plena libertad». Así, pues: «Es urgente defender la
democracia de todo lo que la acecha»: de los populismos efectistas, de la
inequidad, del abandono de las obligaciones del Estado, de su usurpación por una
camarilla de criminales mafiosos, pese a la resistencia a veces incluso heroica
y trágica de los ciudadanos más conscientes.
Mientras
tanto, en Bogotá, el martes 25 de abril de 2023, cuando tenía lugar una
Conferencia Internacional sobre la situación política de Venezuela, organizada
por el presidente Gustavo Petro y bajo el liderazgo de su canciller, Álvaro
Leyva, se produjo un hecho insólito, opuesto a los tratados internacionales y
al Derecho Internacional Humanitario para la protección de la víctima en caso
de persecución. El gobierno colombiano violó el estatuto de Refugiados de la
ONU al forzar a Guaidó, uno de los máximos líderes de las fuerzas democráticas
en Venezuela, a viajar hacia los Estados Unidos. Al ingresar sin pasaporte por
alguna de las trochas de la frontera terrestre hacia Colombia debido a que
tenía prohibición de salida del país según los sumisos funcionarios de Maduro,
Juan Guaidó fue expulsado. No tenemos por qué dudar de que fue verdad que el
expresidente interino recibió una amenaza de deportación a su país natal a
pesar de haber señalado que era víctima de persecución política.
En «trino» del 25 de abril a las 9:19 a.m.,
Gustavo Petro se atrevió a afirmar que «es mejor que la mentira no aparezca en
la política», al sostener que «al señor Guaidó no se le expulsó».
Pero
todos escuchamos las amenazantes declaraciones públicas de su canciller Leyva.
Y añade Petro: «Nosotros lo permitimos (viajar a E.EU.U.) por razones
humanitarias a pesar de la entrada ilegal en el país» (subrayado
nuestro). ¿Cuántos venezolanos, cuántos líderes perseguidos de Venezuela que
hoy se encuentran en exilio forzoso en Colombia han ingresado de manera
irregular? ¿Cuántos otros inmigrantes han ingresado sin que ello signifique
expulsión del país o deportación hacia el país de origen? Al llegar, salvo
cuando la persona les resulta incómoda, como ocurrió antes con Lorent
Saleh y ahora con Guaidó, se les pide legalizar su situación
migratoria porque, en especial para los venezolanos, el mundo sabe que huyen
por las condiciones deplorables y la ruina a las que ha sido conducido el país
por la acción de la dictadura de Maduro y sus cómplices.
La
deriva autoritaria y la vocación hegemónica del presidente Petro se hacen cada
vez más preocupantes. El mismo día 25 de abril, un Petro iracundo pidió la
renuncia a todo su gabinete ministerial. No ha logrado conseguir suficiente
apoyo para las reformas introducidas en el Congreso de la República. Es el
segundo gran remezón de su gabinete. Reconoce que «la invitación a un pacto
social para el cambio» que es el que Petro quiere imponer, «ha sido rechazada».
Por ello el replanteamiento de su gobierno implica gobernar en adelante con sus
copartidarios de la Colombia Humana. ¿Significa una radicalización de los
objetivos del presidente? En Colombia vemos hoy la democracia amenazada.
Marta de la Vega
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