En junio de 2016 Reino Unido votó a favor de salir de la Unión Europea, a partir de ahí el debate versó sobre cómo sería la salida y la relación futura. Salir de la UE en abstracto no significada nada y existían muchos tipos de salida, Theresa May intentó un “Brexti blando” con Reino Unido dentro del mercado único y fue defenestrada por ello. Johnson llegó al poder y con él lo hicieron los Brexiteers más radicales que acabaron dando forma al Brexit.
El primer ministro Rishi Sunak da la bienvenida a la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, a Windsor para hablar sobre las conversaciones de Irlanda del Norte. Fuente: Number 10
Se impuso un Brexit duro tratando de crear la mayor distancia posible entre la Unión Europea y Reino Unido. Como era esperable, este modelo fracasó y la llegada al poder de Rishi Sunak ha dado un nuevo giro a las relaciones tratando de buscar un nuevo acercamiento con Bruselas. Londres está volviendo a la espera de influencia europea.
Un nuevo comienzo
Reino Unido no puede vivir de espaldas a la Unión Europea y la Unión Europea no puede vivir de espaldas a Reino Unido. Esta realidad fue aceptada desde el primer momento en Bruselas, que consideraba a Reino Unido un actor fundamental en el continente aún después del Brexit.
Sin embargo, en Londres han tardado casi siete años en aceptar esta realidad, en parte por el sueño nacionalista en el que les sumergió el Brexit y del que sólo la realidad económica les ha hecho despertar. Asimismo, las dinámicas internas del partido conservador otorgaron demasiado poder a los Brexiteers radicales a partir de las elecciones de 2019, produciéndose en la práctica un secuestro del partido por los partidarios del Brexit duro.
La llegada de Sunak al poder llevó a Downing Street a una administración que hizo del desarrollo económica su máxima prioridad. En ese sentido, el gobierno británico era plenamente consciente de que buena parte de esa prosperidad dependía de su acercamiento o no la Unión Europea. Al fin y al cabo, vivir a las puertas de un mercado mastodóntico como es el Europeo es un hecho demasiado definitorio para ser ignorado.
Así, Sunak comenzó a urdir una estrategia de reaproximación a la UE que ya ha dado sus primeros frutos. El más importante de ellos es el Acuerdo de Windsor, que promete solucionar la mayor disputa que separaba a ambos, el Protocolo de Irlanda del Norte. El acuerdo básicamente flexibiliza algunos controles para mejorar la aplicación del mismo, consolidando el cambio de actitud de Londres, que nunca actuó de buena fe con respecto al protocolo.
Windsor marcó un nuevo comienzo y ya hemos visto más medidas de acercamiento como la vuelta de Reino Unido al programa Horizon, la aceleración de la cooperación en defensa, en materia energética y climática, o el retraso de la abolición de la legislación europea aún vigente en el país.
La apuesta de Sunak por la UE es la más lógica para una economía dependiente, pero eso no la exime de riesgos. Los diputados Brexiteers, agrupados en torno al ERG, continúan en el partido y, aunque han perdido influencia, vigilarán de cerca los movimientos de Sunak. Las etapas de Johnson y Truss han debilitado mucho a los partidarios del Brexit duro y, con el partido a la deriva en términos electorales, no es el momento de iniciar la enésima guerra interna Tory para frenar el acercamiento con la UE.
Por otro lado, la situación en Irlanda del Norte es delicada y el frágil equilibrio político en la región podría estallar en cualquier momento. El acuerdo respecto al Protocolo es un paso necesario y en la buena dirección que mejorará tanto las relaciones entre Londres y Bruselas como la vida de los ciudadanos norirlandeses.
Sin embargo, los unionistas continuarán siendo una fuerza disruptiva que tendrá que enfrentar grandes retos como la perdida de legitimidad del DUP, el partido hegemónico del Unionismo, o la posibilidad en el futuro cercano de un gobierno del Sinn Fein en los dos estados de la isla de Irlanda. De la reacción del unionismo a los cambios políticos que se avecinan en Irlanda del Norte dependerá buena parte de la relación entre Londres y Bruselas.
En definitiva, Sunak ha aceptado que el pilar sobre el que se articuló el Brexit era mentira; que Reino Unido estaría mejor fuera de la UE que dentro. Es una verdad política que, a pesar de evidente, es dolorosa y costosa de aceptar y ahora enmendar el rumbo no será fácil. Sunak tendrá que hilar fino y tratar de mantener la unidad del partido al mismo tiempo que se acerca a la UE con el fin de tratar de mejorar el desempeño económico del país.
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