SONIA CHOCRÓN 07 de noviembre de 2023
@soniachocron
“Una cosa es cierta: sabemos bien que el
régimen no quiere ni querrá elecciones libres. Pero el poder que los
venezolanos le otorgaron a María Corina Machado en las elecciones primarias ha
sido una sorpresa. Cosa única que el TSJ, actuando como apéndice judicial del
chavismo, proclame que suspende 'los efectos del pasado' (las primarias y sus
resultados), como si de una subtrama de 'Back to the Future' se tratara. ¿Cómo
se suspenden unos resultados que ya ocurrieron?, ¿cómo se decreta que el pasado
no existió?”.
En el
año 1992, el 27 de noviembre para ser precisa, además del retroceso
histórico que representó la intentona golpista de un grupo de sediciosos,
los venezolanos asistimos a un espectáculo en vivo desde la pantalla de
nuestros televisores.
Topamos, de madrugada, con una imagen inolvidable: Tres personajes de mal ver daban cuenta de la toma del canal 8 -en aquel entonces canal del Estado y no del chavismo- como uno de los pasos logrados para derrocar, vía golpe de Estado, con muertos y todo, al entonces presidente democráticamente electo Carlos Andrés Pérez.
La
presencia de aquellos tiparracos en la TV quedó inmortalizada gracias a una de
las estupendas crónicas del escritor, dramaturgo, pensador y vidente, Don José
Ignacio Cabrujas. Aquel manjar de relato que era para reír y para llorar al
mismo tiempo se llamaba “El hombre de la franela rosada” y hacía
referencia, claro está, a un símbolo que ya nunca más dejaría de ser la viva
imagen del aventurero rocambolesco, del oportunista ignaro, del desastre
político asegurado de un lance irresponsable. Un golpe de Estado sin el más
mínimo pudor estético mucho menos moral, mucho menos cívico.
“¿Es
que acaso esta pantaleta negra, actualmente diputado por Primero Venezuela, se
inscribió en ese proceso de elecciones primarias? No que yo sepa”
Describía
Cabrujas precisamente a uno de aquellos tres elementos que aparecieron de
pronto en pantalla como tres fantoches que no solo no representaban a nadie
sino que, de solo verlos, el futuro parecía convertirse en la cámara del
terror.
Palabras
más palabras menos, Cabrujas resumía el horror y la desfachatez de unos
miserables venezolanos que se presentaban en TV luego de asesinar a unos
cuantos soldados en una intentona golpista, y aseguraba -hoy ya no sé si inequívocamente
o no “que ni la destrucción del Muro de Berlín, ni Yeltsin inaugurando un
McDonalds junto a la tumba de Lenin, hicieron tanto por la derechización
nacional y quién sabe si planetaria, que el gordito a quien describía:
‘Inexpresivo como en mi vida he visto a nadie tan inexpresivo, triponazo,
desaliñado de franela mal metida en la pretina, que es el peor desaliño de este
mundo, inmóvil que ni tic hizo mientras el teniente hablaba, mondonguero
esencial y ubicado, a la izquierda del televisor como una cariátide de Borneo
celebrando el día de la tocineta, fulminó no solo al movimiento bolivariano y a
los resabios del 26 de julio y al pensamiento de Mao Tse Tung, sino a la
mismísima Guerra Federal en pleno con Juan Crisóstomo Falcón incluido, por no evocar
en este día aciago al general Zamora, un hombre que en materia de aspecto y
ropa planchada, solía lucir decentísimo a la hora de encarar la Historia”1.
Hemos
tenido otros emblemas más recientes, variados que, como aquél, se estampan
en la memoria sin que uno lo desee, inevitablemente, como otro de los más
abyectos referentes “políticos” de estas últimas décadas.
Hablo,
entre muchos, de otro elemento como el de la franela rosada. (Que hay otros
también con corbatín de moño y calzones sucios, pero a ese lo dejamos para la
próxima). A quien me refiero hoy es al tipejo que como aquél, venía sólo a
atentar contra el sistema democrático -bueno, regular o malo, pero
democrático-, a sangre y fuego, aunque en un principio pasara por oveja
amarilla y justiciera.
Hoy,
al fin desnudo, es solo un torpedo en tanga al servicio del régimen. Hablo,
claro está, del tipo de la pantaletica negra. El hombre de la tanga negra. Por
supuesto es mi humilde homenaje a Cabrujas cuando escribió aquella joya
memorable después de la intentona golpista de un tal Movimiento 5 de Julio que
no era otra cosa que el chavismo resentido desde siempre.
Me
pasó lo mismo cuando vi en tv por primera vez a este opositor, militante del
partido Primero Justicia, diputado, además, que intentó alguna vez entrar a la
fuerza al Consejo Nacional Electoral (CNE), y entre empujones y
manotazos, terminó desplomado como un costal de papas en una acera, con el culo
al aire, como dirían los españoles. Y que en realidad fue más bien con la
pantaleta al aire.
Pensé
entonces y en silencio cómo habían cambiado los tiempos desde los discursos
bien vestidos y planchados en el Congreso de la República. Recordé un poco
de elegancia en el vestir y en el hablar de los políticos cuando yo era apenas
una estudiante de Comunicación Social y salía a entrevistar personajes a las
afueras del Congreso para mis asignaturas de periodismo; recordé a mi papá tan
compuesto con su impecable guayabera blanca para simplemente ir a votar
cuando todos confiábamos en el sistema electoral, en sus representantes, en los
partidos, bastante en los políticos y hasta en la Guardia Nacional.
Y de
inmediato me dije: ¡Ay!, cuánto se ha devaluado la ideología en la
política venezolana. Va quedando apenas el show barato, el tejido adiposo, y
una lycra negra. Eso sí: reconozco que no sospechaba que la oveja de la tanga
se convertiría en asalariado rojo haciendo mancuerna con una abogada tapa
amarilla que es como el conejo de un mago que ha salido de pronto de una
chistera: ¡Voici l’ananas! (que en español es “¡Y aquí está la
piña!”).
Aquel
don nadie, que el secretario general de Primero Justicia, Tomás Guanipa, entubó
por Primero Justicia en las listas para la elección de la Asamblea
Nacional en 2015, que había militado en distintas toldas; hoy no solo es el
abanderado en lavarle la reputación al magnate de las cajas CLAP, sino que es
además el autor del amparo que le solicita al Tribunal Supremo de Justicia (TSJ)
que desconozca, “por fraude”, los resultados de la elección Primaria que
acabamos de coronar.
La
sentencia del TSJ afirma, ¡terminantemente!, que José Brito interpone
un recurso de amparo ¿en su calidad de participante en la elección Primaria del
22 de octubre de 2023? Pero, ¿es que acaso esta pantaleta negra, actualmente
diputado por Primero Venezuela, se inscribió en ese proceso de elecciones
primarias? No que yo sepa. ¿Aspira a ser candidato presidencial? Sálvenos
ángeles y arcángeles de esas blumas, y de esas bragas.
Me
dicen que fue parte del grupo de diputados bien llamados “Alacranes” cuya tarea
consistía en encabezar una directiva paralela de la Asamblea, por jugosas
contraprestaciones rojas. Para coronar el asco, ahora ha introducido con éxito
esta solicitud de investigación sobre las recientes elecciones primarias por un
supuesto fraude, obviamente por encargo de los asustaditos con las cifras y la
movilización de María Corina Machado.
Porque
una cosa es cierta: sabemos bien que el régimen no quiere ni querrá elecciones
libres. Nunca. Pero el poder que los venezolanos le otorgaron a María Corina en
las elecciones primarias ha sido una sorpresa. Cosa única que el TSJ, actuando
como apéndice judicial del chavismo, proclame que suspende “los efectos del
pasado” (las primarias y sus resultados), como si de una subtrama de “Back
to the Future” se tratara.
En
esta oportunidad se destaca la suspensión por parte de la Sala Electoral
del Tribunal Supremo de Justicia de todos los efectos de las distintas
fases del proceso electoral conducido por la Comisión Nacional de Primaria,
tras el “fraude electoral” ocurrido el pasado domingo.
¿Cómo
se suspenden unos resultados que ya ocurrieron?, ¿cómo se decreta que el pasado
no existió?
Es que
estos tipos de alquiler, ahora guapos y apoyados, son tan obvios y tan torpes
que por más que se tongoneen siempre se les ve el bojote. Y la pantaletica
negra. Que bien podría ser roja lupanar.
—
(1)”El hombre de la franela rosada” (Diario de Caracas, 6 de diciembre de
1992), tomado del blog de mi querida amiga @pikivil en su blog https://evitandointensidades.blogspot.com
SONIA
CHOCRÓN
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