Julio Castillo Sagarzazu 01 de noviembre de 2023
@juliocasagar
Fue la suma de esas pequeñas cosas lo que
al final hizo el suelo fértil para que un liderazgo como el de María Corina
pudiera transformar esa emoción en decisión para ir a votar
Cuando
se analiza una situación social y política determinada, lo juicioso, lo natural
y lo que recomiendan los especialistas es ir de lo general a lo particular, o
sea, de las grandes realidades geopolíticas, las tendencias macroeconómicas y
las grandes convulsiones sociales, para luego “aterrizar” en los efectos
particulares.
Es obvio que un análisis hecho así debería estar correcto, lo que no estará es completo. ¿Por qué? Pues, porque también es verdad que la suma de pequeños acontecimientos, de detalles, de anécdotas y de vivencias cotidianas, pueden lograr hacer la masa crítica y, a su vez, determinar grandes eventos. Eso es lo que, por cierto, postula una de las famosas “leyes” de la dialéctica: “la cantidad se puede convertir en calidad”.
Veamos:
¿las primarias se han realizado, como consecuencia del acuerdo de Barbados? Sí,
es cierto, pero la afirmación está incompleta. Las primarias también se
realizaron porque la voluntad política de los candidatos que nunca se
entregaron, ni bajaron los brazos fue creando, poco a poco, un ambiente que
terminó dándole calor popular y ganándose el corazón de la gente.
El
gobierno aceptó no entrometerse en el proceso, porque pensó que le saldría más
barato que el fracaso de las primarias viniera de dentro, que implosionaran,
como trataron de hacer a través varios de sus agentes. El “argumento” más
socorrido es que no había logística, ni preparación y que había que
suspenderlas. La precariedad de medios era cierta, las presiones, las amenazas
contra quien prestaba su casa, su local también y la logística era incierta. Yo
mismo me avergüenzo de haber pensado que un palo de agua podía arruinar el
proceso.
Lo que
pasaba es que no estábamos viendo correctamente. Estábamos viendo las cosas con
los ojos de “la razón” de la lógica formal de Descartes y no con la de Pascal,
que nos enseña que “el corazón tiene razones que la razón no comprende”. No
entendimos, a pesar de haberlo leído tantas veces, lo que el Principito le
decía al zorro: “solo con el corazón se puede ver, lo esencial es invisible
ante los ojos”.
No
vimos esa fuerza que se anidaba en la voluntad de millones de nuestros
compatriotas que al final prestaron los aleros, los patios de sus
casas para que la g ente se cobijaran del chaparrón; que hicieron café y arepas
para los héroes de las mesas. Y no sacamos la cuenta de que el paraguas es un
arma tan poderosa como el domo de hierro de Tel Aviv, que puede proteger de
cualquier contingencia y que nuestros compatriotas lo usaron para formar un
colosal paisaje de voluntades haciendo cola para votar.
Fue la
suma de esas pequeñas cosas, lo que al final hizo el suelo fértil para que un liderazgo
como el de María Corina pudiera transformar esa emoción, en
decisión para ir a votar, en medio de todas las adversidades. Y que las
primarias fueran un éxito.
El
mandato, así otorgado por los venezolanos, no es entonces solamente la escogencia
de una candidata presidencial. Es también para traspasar las barreras que aun
hoy se interponen entre las primarias y una elección libre; sin inhabilitados,
sin ventajismo, con reglas claras, con observación internacional y con un juez
transparente.
Las
primeras reacciones de las direcciones políticas han sido positivas, también
las de María Corina Machado. Los que quedan rezongando, cada vez son menos.
Ahora
toca ir juntando esas pequeñas cosas que aún nos faltan para hacer la
gran masa crítica que logre el cambio político. Si logramos hacerlo, lo que
hoy vemos como imposible, puede hacerse posible.
La
moraleja es que lo pequeño, no solamente es hermoso, puede también construir lo
grande.
Julio
Castillo Sagarzazu
@juliocasagar
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