Esta madrugada terminé de leer «Un tal González» de Sergio del Molino, joven escritor español (1979), en el cual mezcla deliciosamente los géneros de la novela, con el relato histórico a través del recuento de hechos acaecidos en la vida política –si es que tuvo otra– de Felipe González. Es un libro apasionante que yo un lector muy lento y carente de disciplina, lo leí en tres madrugadas.
El resultado o balance de la vida de Felipe desde 1977 hasta 2022, para el autor, como para mí que soy felipista, es altamente positivo, por su decisiva contribución de llevar a España a la modernidad, a la democracia, al Estado de bienestar social y al Europeísmo. No son poca cosa. Pero lo que más me conmovió del libro, es una reflexión que hace del Molino en primera persona sobre lo que piensa su generación y la siguiente, sobre la obra del Felipe y del PSOE que lo acompañó.
Estas nuevas generaciones, como disfrutan de sus beneficios sin haberlos sudado ni luchado, piensan que siempre estuvieron ahí y que son suyos propios por naturaleza. No saben lo que fue romper con el viejo PSOE de antes de Serennes (París, 1979): ensimismado en sus recuerdos de la guerra civil y lucha antifranquista, vale decir, la mirada puesta en el ayer; para convencerlos de que: el aquí y entonces era el futuro y no el pasado.
Para ello tuvo siempre de la mano con Alfonso Guerra y sus sevillanos unidos a los vascos dirigentes históricos de la UGT, entre ellos Enrique Múgica y los mineros asturianos, para poder dejar atrás sin atropellar a figuras como Largo Caballero, Negrín, Nicolás Redondo, entre otros.
Las jóvenes generaciones que han disfrutado desde mediados de los años ochenta de educación gratuita en todos los niveles, becas universitarias para quienes demostraban interés y talento, una salud pública universal, gratuita y de la mejor calidad, red de autopistas y trenes de alta velocidad y, sobre todo, el derecho a pensar distinto y poderlo difundir hasta con los mayores insultos y calumnias hacia el gobierno y al presidente del mismo sin temor a represalias.
Lo que disfrutan y no valoran los españoles jóvenes de hoy, es porque desde que crecieron lo han disfrutado y lo dan por un hecho natural de las cosas. Por eso poco valoran la democracia y sus logros. Desdeñan el pasado y quieren más de un futuro que no luchan por conquistar. Por eso surgen fenómenos como Vox a la derecha y Sumar a la izquierda.
Algo de eso nos a ocurrió a los venezolanos al comienzo de 1990, y comenzamos a erosionar nuestra joven democracia, al dejarnos llevar por los peores intereses de quienes durante sesenta años habían engullido las dulces mieles de las ayudas del Petro Estado, y que promovieron a un mesías que llegó al poder para destruir todo lo logrado y conquistado por los grandes luchadores de la democracia. Lo mismo observo hoy en Chile y en Colombia.
Una sociedad cuyos sectores medios, fundamentalmente, disfrutaron de excelente educación pública y gratuita, incluidas becas de las universidades a través del Consejo para el Desarrollo Científico Humanístico, de Fundayacucho del Conicit y otras instituciones dedicadas a formar generaciones de excelencia. En efecto, con sus defectos, que muchos nos encargamos de magnificar, los cuarenta años de Democracia en Venezuela, al igual que los cuarenta y cinco que ha vivido España hasta el presente, tienen un balance por encima del promedio, como diría nuestra @porlagoma, en salud, seguridad social, empleo, industrialización, acueductos, vías de comunicación por todos los rincones del país y la mejor industria petrolera del mundo en su momento.
De aquello pasamos a ser el último país en todos los índices de desarrollo, con una industria petrolera saqueada y quebrada.
Será que tendremos todos que leer a Sergio del Molino y a Mirtha Rivero (La revolución de los náufragos) para valorar los grandes logros de las democracias y los terribles atrasos de los populismos autoritarios de derecha y de izquierda?
España pasó del siglo XIX a la modernidad y el Europeísmo desde Serennes hasta el presente, cuando por la polarización, el oportunismo y la falta de mirada y conducción por partes de Estadistas, en el gobierno y en la oposición, parece estar al borde del desfiladero. Tiene razón el Maestro Héctor Manrique cuando al reflexionar sobre lo que sucede actualmente en ese amado país, invita a nuestros hermanos españoles a mirarse en el espejo de Venezuela y no repetir sus errores. Deberían escuchar más a Felipe González y a Alfonso Guerra.
Sergio del Molino: Un tal González. Editorial Alfaguara, Madrid, 2022.
https://talcualdigital.com/un-tal-gonzalezpor-humberto-mendoza-dpaola/
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