Laureano Márquez P. 13 de enero de 2024
Llegados
a este punto del calendario, cada año toca reflexionar, no solo sobre los
acontecimientos transcurridos sino, muy especialmente, sobre nuestras
expectativas acerca del porvenir. Ese esquivo futuro que se nos presenta como
algo cada vez más amenazante e incierto. Recurrimos especialmente a las
profecías de Michel de Nôtre-Dame (me disculpan si este escrito se queda corto,
pero pasé más de una hora averiguando en la computadora como ponerle el
sombrerito a la o del apellido).
Para
salir del paso podríamos comenzar lanzando ciertas profecías recurrentes de
Nostradamus, quien, sea que viera o no el futuro o no, parecía tener un gran
conocimiento del alma humana: «habrá guerra», barrunto del que seguramente
nadie tendrá duda. Siempre las ha habido en todos los rincones del planeta
desde que ese animal particular que somos se convirtió en sapiens.
Al parecer, la guerra y el autoexterminio en general, están asociados a nuestra condición de seres inteligentes. Seguramente por ello consideramos brutos al resto de los animales.
A mí
lo que me molesta de Nostradamus es que nunca pone nombre y apellido, sino que
pronostica el futuro usando la cuarteta (que no es la indagación sobre un
determinado órgano femenino, sino estrofas de cuatro versos). Por ejemplo, para
este año que viene, según el sabio francés se espera la «expulsión forzada del
rey de las islas». Esta profecía la relacionan los analistas con una posible
abdicación de Carlos III. Uno no entiende como pudo Nostradamus ver tanto y no
el nombre del rey, que está escrito por todos lados.
Otra
para el 2024: «adversario rojo palidecerá de miedo, aterrorizando al gran
Océano». El adversario rojo es China, por el color de su bandera, el gran
océano es el Pacífico, donde se encuentra Taiwán. Todo ello queda claro, pero
se pregunta uno: ¿el que debería palidecer de miedo no tendría que ser, en todo
caso, Taiwán?
Otra
para el año venidero: «A través de la muerte de un Pontífice muy anciano, Un
romano de buena edad será elegido, De él se dirá que debilita su sede, pero
permanecerá mucho tiempo sentado y en actividad mordaz». Según los
«nostradamunólocgos», es el anuncio de la muerte del papa Francisco. Ajá: ¿y
quien lleva la cuenta y la secuencia de los pontífices fallecidos desde 1555 a
esta parte?, porque Nostradamus no pone fecha.
Una
más: «La tierra seca se volverá más reseca y habrá grandes inundaciones cuando
se vea». Es que inundaciones con tierra reseca no me pega, sino más bien
inundaciones con tierra mojada. A veces pienso que Nostradamus era un
echador de broma, por decirlo de la manera más elegante: «habrá grandes
inundaciones cuando se vea» …cuando se vea que hay grandes inundaciones.
Para
nuestro país, en concreto, Nostradamus no realizó ninguna profecía, pero no nos
hace falta la ayuda del visionario francés porque uno, sin ser adivino, más o
menos sabe.
En
todo caso, un nuevo final de año se aproxima. A pesar de las guerras, las
pandemias, el sufrimiento y la desolación que contemplamos cada día; a pesar de
los tiempos turbulentos que siempre se vislumbran, estar aquí y no en la nada
infinita es un regalo extraordinario, inexplicable, mágico, que nos brinda la
oportunidad de aplicar nuestra inteligencia, talentos y dones en hacer de este
mundo un lugar mejor, donde el mensaje de amor que nació hace 2024 años se haga
verdad en nuestras vidas. Es este nuestro deseo para todos.
¡Feliz
año 2024 urbi et orbi!
Laureano
Márquez P.
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