PAOLA BAUTISTA DE ALEMÁN 10 de abril de 2024
¿Por
qué la dictadura promueve a un candidato potable? ¿cuáles son los requisitos de
potabilidad?
En las
últimas semanas, ha corrido en nuestro pseudo espacio público el término “candidatura
potable”. Analistas y políticos referimos así a la persona que podría ser
admitida por Nicolás Maduro para postularse como candidato en las
elecciones presidenciales del 28 de julio. Haré una precisión antes de avanzar
en este artículo. Estas reflexiones tienen dos propósitos. Primero, contribuir
con el debate político y ciudadano. Y, segundo, llevar registro sobre los
desafíos que vamos enfrentando mientras intentamos avanzar hacia la democracia.
Una vez más, no ofreceré conclusiones definitivas ni argumentos infalibles. De
nuevo, escribiré ideas abiertas al tiempo que el futuro se encargará de
ponderar.
Volvamos al término: “candidato potable”. Si hablamos en clave político-electoral, esta categoría pudiera ser sencilla. La dinámica podría ser la siguiente: una persona pone su nombre al servicio del país, la dictadura lo valida y se avanza en la carrera electoral. Un golpe de audacia… toda una novedad, podríamos decir. Sin embargo, la realidad ha demostrado que el asunto no funciona de esa manera. Por eso, los invito a detenernos en tres preguntas: ¿Por qué la dictadura promueve a un candidato potable? ¿cuáles son los requisitos de potabilidad? y ¿qué efectos políticos y reputacionales tiene la condición de potabilidad en esa opción electoral?
Veamos
la primera pregunta:¿Por qué la dictadura promueve a un candidato potable?La
razón es sencilla: la dictadura necesita un proceso electoral que le otorgue
legitimidad y estabilidad. En resumidas cuentas, necesita lo que Juan Linz
llamó reequilibramiento autocrático. Eso solo será posible si hace
de la elección una coyuntura aparentemente democrática dentro y fuera del país.
Y, dados los altísimos niveles de rechazo de Nicolás Maduro, esto solo será
posible si la oposición participa dividida y con el peor candidato de todos en
términos de aceptación popular.
Profundicemos
en la segunda pregunta: ¿Cuáles son los requisitos de potabilidad? Las
dictaduras son opacas. No existe tal cosa como “planilla de recaudos para la
potabilidad política en dictadura”. Por lo tanto, las condiciones de
potabilidad que enunciaré a continuación son criterios flexibles que podrán ser
actualizados posteriormente. He identificado -al menos- cuatro criterios de
potabilidad. Primero, ser un actor político que genere profundos disensos en el
seno de la oposición e impulse un quiebre de las fuerzas democráticas. Segundo,
ser una opción con altos niveles de rechazo y desconfianza en el elector.
Tercero, ser predecible en términos de la aceptación o rechazo de la
candidatura. Y, cuarto, ser un candidato que dé muestras públicas que reafirmen
su condición de potabilidad.
Entonces: ¿Qué
efectos puede tener esta condición en la popularidad o aceptación de la opción
“potable”?No existe respuesta sencilla para esta interrogante. Encuestas
recientes muestran que la potabilidad puede afectar la popularidad del
candidato y la confianza de los votantes. Además, de esta pregunta emerge la
idea central de este artículo: la paradoja de la potabilidad. Se trata de lo
siguiente: en la medida en la que el candidato cumple con los
requisitos de “potablidad” que exige la dictadura, desciende su “potablidad”
frente al país y frente a la comunidad internacional que quiere
democracia.
Frente
a esta paradoja, debemos preguntarnos qué hacer¿Cómo enfrentar esta
contradicción? Una vez más, no tengo una respuesta firme. De hecho, me
atrevo a decir que no existe una respuesta única y excluyente para resolver
este dilema. Sin embargo, he encontrado que hay dos medios que son
insustituibles e inseparables para transitarlo exitosamente: unidad y voto. Lo
resumo de la siguiente manera: El voto, sin unidad, puede abrir caminos de
reequilibramiento autoritario a Nicolás Maduro. Y, la unidad sin voto, aleja al
país de la participación y nos separa del cambio político. Entonces: ¿Qué
podemos hacer? ¿Cómo salir de esta trampa?
Quizás,
mis respuestas son de Perogrullo. Lo primero es preservar la unidad
política de todos los factores que queremos democracia para Venezuela.
Ciertamente, este tema es complejo y hay muchas reticencias y resquemores. Con
sobrada habilidad, el régimen ha identificado nuestras fisuras y ha abierto
boquetes. Una precisión: no soy ingenua. He visto muchas trastadas que han
dejado en evidencia mezquindades políticas y miserias humanas. Vendrá el futuro
que me permitirá escribir sobre ello. Por eso, mi llamado unitario no es mero voluntarismo.
El momento presente nos exige ponernos el babero que tenemos reservado para
comer sapos y proceder a ingerirlos. Posiblemente, estos son los primeros
renacuajos de una eventual transición: los sapos unitarios. Veo con claridad
que solo en unidad podremos salir de la paradoja de la potabilidad y avanzar en
la construcción de un 28 de julio que sea una opción verdadera de liberación
democrática.
Lo
segundo, es persistir en la ruta electoral. Mientras avanzamos en
la construcción de una opción política unitaria y ganadora, debemos seguir
creciendo en nuestra capacidad de organización. El 28 de julio nos convoca a
todos. Necesitamos movilizadores, testigos, miembros de mesa y defensores del
voto, entre otros. Los partidos somos insustituibles, pero insuficientes. Ese
día nos debe llamar a todos y su preparación es responsabilidad de todos.
Persistir en la lucha electoral exige seguir trabajando y seguir preparándonos
para el día de la elección. No puedo negar la ilusión que me hace pensar en ese
día. Despertarnos temprano, trabajar sin descanso, salir a votar, ver largas
colas en el país, cerrar las mesas, contar los votos… y cobrar el triunfo. Me
emociona mucho.
Y, lo
tercero, es crecer en humanidady virtud. Todo parece indicar que
los días que nos separan del 28 de julio serán turbulentos. En el futuro
cercano, la represión será directamente proporcional a nuestro buen desempeño
político. Mientras mejor hagamos las cosas, más nos van a perseguir. Por lo
tanto, es previsible que la tensión vaya en aumento. Y, el predominio de la
hostilidad exigirá lo mejor de cada uno de nosotros, especialmente del
liderazgo político. Estas semanas exigirán generosidad, valentía, laboriosidad,
audacia y visión trascendente, entre otras virtudes. Para preservar la unidad y
persistir en el voto debemos ser resilientes y esforzarnos humana y
políticamente. Ojalá podamos hacerlo. El país nos juzgará y la historia nos
recordará por nuestros resultados.
PAOLA
BAUTISTA DE ALEMÁN
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