Eduardo
Garzón – Saque de esquina
Todo
el mundo sabe que el gobierno de Grecia falseó sus cuentas fiscales
mediante trucos contables para dar una buena imagen al exterior. Este
hecho ha sido utilizado –entre otras cosas– por el stablishment
económico y político para desprestigiar al país heleno y
condenarlo a duras medidas de austeridad que se presentan como un
merecido castigo debido a la irresponsabilidad de los dirigentes
griegos. También se sostiene que los trabajadores griegos trabajan
menos que el resto de los europeos, y que por eso están en esa
desastrosa situación. Al mismo tiempo se les culpa de mantener un
Estado del Bienestar demasiado generoso y de vivir por encima de sus
posibilidades al gastar más de lo que ingresan.
El
pueblo griego está sufriendo dolorosos recortes en inversión
pública y derechos sociales, y la opinión que nos llega desde los
altos círculos europeos es que se lo tienen merecido, principalmente
por vagos, por corruptos y por disponer de un desproporcionado Estado
del Bienestar.
Sin
embargo, uno no puede más que irritarse al escuchar estas
acusaciones si al mismo tiempo contempla los datos que reflejan la
realidad griega.
Nos
dicen que los griegos trabajan menos que el resto de los europeos
pero los datos demuestran otra cosa: según la OCDE en 2010 los
Griegos trabajaron de media 2109 horas al año, los portugueses 1714
horas y los españoles 1663, mientras que los alemanes 1419 y los
holandeses 1377 horas. Además, los varones griegos se retiran de
media a la edad de 61,9 años y los españoles a los 61,4, mientras
que los holandeses a los 62,1. Esta última diferencia es apenas
imperceptible, y sobre todo, no puede ser la causa de los problemas
griegos.
Nos
dicen que Grecia tiene que recortar en salarios, en pensiones, en
educación o en sanidad porque el país gasta demasiado. Pero nunca
nos dicen que Grecia es el país europeo que más gasta en armamento,
invirtiendo un 4,3% de su PIB (rebajado ahora solamente a un 3,2%,
cuando por ejemplo España dedica un 1,1%). Grecia destina abundantes
partidas a Defensa por su participación en alianzas imperialistas
como la OTAN; no hay campaña militar, desde Afganistán hasta Libia,
en el que el estado griego no se haya implicado. Grecia, con tan sólo
11 millones de habitantes, tiene 100.000 soldados bajo las armas y
150.000 reservistas. Los dirigentes europeos piden que Grecia recorte
salarios, pensiones, educación o sanidad pero siempre dejan en un
segundo plano el recorte en gasto militar.
Nos
dicen que Grecia ha gastado mucho, pero nunca mencionan que gran
parte del gasto se debe a las cuantiosas y generosas subvenciones
estatales a la élite económica griega. Las élites dominantes han
sido las más beneficiadas por el Estado, y en cambio no son ellas
quienes están sufriendo los recortes, sino el resto de la ciudadanía
que está cargando sobre sus espaldas todo el peso de la crisis.
Nos
dicen que Grecia tiene que gastar menos de lo que ingresa, pero nunca
mencionan que Grecia podría aumentar los ingresos y de esta forma
mejorar su déficit sin recortar derechos sociales. No les interesa
recordar que en Grecia los bancos, los barcos, y la iglesia ortodoxa
no pagan impuestos (sólo los propietarios de barcos han blindado la
evasión fiscal mediante 56 leyes constitucionales). Tampoco nos
dicen nunca que en Grecia operan 4000 empresas offshore (ubicadas en
paraísos fiscales) que emplean todo tipo de estrategias para evadir
o pagar menos impuestos. Además, mientras los griegos de abajo pagan
la crisis, los de arriba trasladan sus enormes fortunas a Suiza para
no contribuir en el pago de los platos rotos.
Pero
esto no es todo. Es importante mencionar que el gobierno griego tuvo
cómplices en su argucia contable durante los primeros años del
nuevo siglo. El principal cómplice fue el banco estadounidense
Goldman Sachs, que vendió sus servicios de contabilidad creativa al
gobierno griego para disfrazar las cuentas helenas. Mediante
complejos instrumentos financieros, el banco de inversión
norteamericano ocultó los gastos griegos provocados por el sector
militar y por una buena parte del sistema hospitalario. Además, lo
hizo aprovechándose de la entrada del euro en 2002, ya que la Unión
Europea tuvo que revisar su principal herramienta estadística (el
Eurostat) y ese movimiento supuso una excelente oportunidad para
falsear las cuentas. Sin embargo, y a pesar de que este hecho está
oficialmente reconocido, el banco Goldman Sachs no se ha visto
castigado ni reprendido por sus acciones a pesar de ser el principal
autor del engaño contable.
Pero
¿cómo es posible que la Unión Europea no haya hecho nada contra
esto? La explicación es bien sencilla: la Unión Europea no fue
engañada, porque ya conocía la triquiñuela contable. En 2004,
Michel Vanden Abeele, el nuevo director general responsable de la
reorganización de Eurostat, denunció la incorrecta contabilización
de los gastos de Grecia. ¿Cuál fue la reacción de los ministros de
Economía europeos? Ninguna. Dejaron de lado el problema, esperando
que se olvidara con el paso del tiempo. La preocupación de los
dirigentes europeos era mantener una buena reputación de todos los
países integrantes de la zona Euro para demostrar el poderío de la
moneda única. Cualquier duda sobre uno de los países pondría en
tela de juicio la fortaleza del nuevo proyecto del euro. Era
preferible no destapar los trapos sucios de Grecia y gozar de buena
imagen que embarcarse en aspiraciones de justicia que pusiesen en
peligro la moneda única.
Así
las cosas, es importante conocer los datos y estar al tanto de toda
la información posible para contrarrestar el discurso dominante:
Los
datos demuestran que los trabajadores griegos no son vagos, a pesar
de que se nos dice que lo son y que por eso tienen que trabajar más
y cobrar menos.
Los
datos demuestran que el Estado del Bienestar de Grecia es generoso
pero con la élite religiosa, económica y política; y sin embargo
quienes están pagando los platos rotos son los griegos de abajo que
se benefician de la educación pública, sanidad pública, y
pensiones públicas que están siendo recortadas mientras los griegos
de arriba no ven alterados sus privilegios.
Los
datos demuestran que las trampas contables fueron ideadas por un
banco de inversión estadounidense e ignoradas por los gobernantes de
la Unión Europea, que fueron cómplices del delito; y sin embargo el
castigo por ello recae sobre los ciudadanos de abajo que nada han
tenido que ver con las trampas contables mientras ninguna
responsabilidad recae sobre el banco ni sobre la Unión Europea.
La
respuesta a la crisis que se le está dando en Europa y de forma más
agresiva en Grecia no es una solución ineludible que responda a
problemas técnicos –como nos quieren hacer ver–, sino que es una
respuesta construida desde los cimientos de una ideología muy
particular que defiende los privilegios de las élites y desprecia y
ataca a los derechos del resto de la ciudadanía.
Saque
de esquina
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