Escrito por Santiago Quintero, publicado en
OPINIONYNOTICIA.COM
Lunes, 30 de Enero de 2012
¿Es necesario que te los presente,
que desmitifiquemos sus respectivas figuras públicas y vayamos al encuentro de su
leit motiv personal? Hagamos entonces el breve ensayo. Henrique accedió muy
temprano a ser el presidente de la Cámara de Diputados cuando era veinteañero.
Era un joven con unas profundas convicciones sobre la familia y extendía ese
concepto a toda la humanidad, especialmente la que encarnaba su país. Lejos
estaba de pensar que la intolerancia, la segregación, el capricho del poder
único lo encarcelara porque decidió no huir de su país y del poder que lo
condenaba por mantener la fe de una verdad. Pero cuando el liderazgo del preso
crece en la desventura por su grandeza de alma, por la perseverancia de su
carácter de no ceder al odio al que lo invita la segregación, entonces el poder
supo que tenía que soltarlo.
Otro joven, Leopoldo, tuvo en la
convicción de sus sueños, la fuerza inquebrantable de su voluntad para llevar
adelante la voluntad de muchos. Su profundo respeto al poder natural de la
gente, es un concepto que extendió su liderazgo para que nacieran otros y se
fortalecieran con convicción en la juventud venezolana, a pocos años de
distancia de sus años. Su desprendimiento ha formado su hogar que, en el clamor
de la familia que comienza, viene creciendo con valor. Si se hizo al costado,
fue para darle una gran oportunidad a la unidad que crecía en él y le exigió un
nuevo sacrificio para hacerlo un líder mayor.
Otro joven, Pablo, representación
genuina de ese pueblo que se supera a punta de trabajo, estudio y esfuerzo,
representante de los mayores valores de la zulianidad para orgullo de todos los
venezolanos, se convirtió en la trinchera humana que no pudo avasallar el
régimen. Ese es el líder de su pueblo, del más humilde porque de allí viene, de
la clase media que emergió para triunfar en la vida y conducir al país hacia su
progreso y desarrollo.
Otra joven, María Corina, asumió en
las horas más difíciles, la tarea de contar la voluntad de sus compatriotas
cuando no tenían instituciones donde contarse y cuando no había fe en la
posibilidad de construir una nueva casa para la democracia venezolana. Ella
colocó el piso con su coraje y su presencia, y no pidió un cuarto en la casa
que ayudó a construir.
Un luchador impenitente, trabajador
convencido, forjado con el acero de Guayana, Pablo Medina, constante motor de
la renovación política de su país, hizo de su dedicación al estudio de su
nación y sus problemas su propósito de vida.
Un servidor público por convicción,
Diego, hizo de esa condición el tesoro que lo llevó a brillar en los escenarios
internacionales de la diplomacia, teniendo una perspectiva global del Estado
venezolano. Henrique y Leopoldo nos aportan sus principios para el futuro,
Pablo Pérez su programa y envergadura social para el presente, María Corina su
fe y talento para el progreso y desarrollo, Pablo Medina su conocimiento
profundo de la realidad y sus problemas, Diego su concepto de Estado y de
servicio público. Juntos, integran la unidad. Todos tienen que ganar y ganarán
si tú votas para ello.
santiagoquintero@gmail.
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