Lester Toledo 04 de octubre de 2019
@LesterToledo
Los
venezolanos y todos los latinoamericanos somos hermanos, siempre lo hemos sido,
hermanos sin fronteras, por eso me duele profundamente ver expresiones de odio
hacia los venezolanos, porque la xenofobia no es más que eso, una expresión del
odio más puro e irracional.
Cuando
hablamos de los venezolanos que decidieron dejar su familia, sus bienes, sus
carreras, sus profesiones y su patria atrás, hablamos de ingenieros y
arquitectos que renunciaron a sus trabajos de oficina en Venezuela para ser
electricistas, plomeros o albañiles en el país al que llegaron, hablamos de
jóvenes que se vieron obligados a abandonar las aulas de estudio en sus
universidades para trabajar como empaquetadores, hacer entregas a domicilio, o
vender dulces en la calle; hablamos de abogados y médicos cambiando su profesión
radicalmente y sin ningún tipo de objeción ni queja, todo por una oportunidad
de trabajo, porque así es el venezolano, trabajador.
Los
venezolanos que salieron del país, no lo hicieron porque quisieron, la mayoría
ni siquiera planificó irse, se vieron obligados para buscar el futuro que en su
país le fue negado, para poder generar dinero y mantener a su familia que con
los depauperados sueldos y la voraz inflación hubiese sido imposible hacer, lo
hicieron en la búsqueda de tratamiento médico para sus hijos o para sus padres,
porque en Venezuela ya no se conseguían, podemos seguir enumerando razones, y
allí contaremos más de 4 millones de historias de necesidad de amparo y refugio
tras cada venezolano que decidió huir de su país.
Maduro
convirtió a Venezuela en una tragedia en la que es cada vez más difícil
sobrevivir, de allí la estampida. El venezolano por tradición ha sido una
nación muy vinculada a la migración, no porque su pueblo ha estado acostumbrado
a salir, por el contrario, Venezuela ha sido siempre un país de acogida, un
país acostumbrado a recibir inmigrantes.
Y
así pueden dar fe los más de 800 mil
españoles, portugueses, italianos y alemanes que sembraron raíces en
Venezuela entre las décadas del 40 y 60 buscando cobijo para huir de las
consecuencias terribles de la Segunda Guerra Mundial, también nuestras
fronteras estuvieron abiertas para amparar a quienes desde el sur, chilenos,
argentinos y uruguayos, llegaron para dejar atras las dictaduras instauradas en
sus países, también pueden dar fe miles de colombianos, hondureños y
nicaragüenses, entre otros, desplazados de sus países por la violencia, así
también pueden testimoniar peruanos, ecuatorianos, entre otras nacionalidades.
Venezuela
siempre fue un país de acogida, pero hoy son otras las circunstancias, hoy
sufre los rigores de una tiranía que persigue y encarcela a la disidencia, que
deja morir de hambre y sed a sus ciudadanos, que ha acabado con la industria y
las empresas, que ha sepultado a su propia moneda, que truncó el futuro de una
nación, de allí la necesidad y urgencia de salir, como sea y a cualquier
destino lejos de su Patria.
Por
eso, a todos nuestros hermanos del continente los invito a ponerse la mano en
el corazón y por instantes ocupar el lugar de un venezolano, y pensar en lo
injusto y cruel que resulta, que después de caminar kilómetros con sus maletas
a cuestas, con el alma desgastada de llanto, luego de soportar frío, riesgos,
amenazas y tanto dolor, los venezolanos sean sometidos también a expresiones de
tanto odio. Por Dios ¿En que nos hemos convertido como seres humanos para
actuar de esa forma en contra de nuestros propios hermanos?, no es justo.
No
pretendemos tampoco obligar a otras naciones a asumir la carga pesada de los
errores y crímenes cometidos por el principal responsable de toda esta crisis
que es Nicolás Maduro y su régimen, se trata de que busquemos y
encontremos juntos una salida.
El
problema trascendió y la crisis también, no se trata ya de un solo país, es un
problema que está afectando a toda una región, y así debe ser tratado, por ende
deben incrementarse las ayudas a los países que hoy acogen a los venezolanos,
también debemos encontrar solución para las políticas migratorias, y trabajar
en conjunto para acabar con el germen de la xenofobia que poco a poco se ha
adueñado del continente y que tanto daño está haciendo.
Pero
el trabajo conjunto no debe acabar acá, pues a la par de trabajar para la
consecución del apoyo internacional en esta causa, debemos unirnos como
naciones hermanas que siempre hemos sido
para ejercer mayor presión y acabar con la raíz de la crisis en Venezuela.
Entender que el problema no es el éxodo, el éxodo es la consecuencia, el
problema y la raíz la gravísima crisis humanitaria es Nicolás Maduro. Por eso
todos juntos debemos luchar hermanados para sacar el problema de raíz.
Actuemos
juntos como bloque para erradicar la putrefacción que representa Maduro y su
régimen usurpador, vamos todos por el cese de la usurpación, gobierno de
transición y elecciones libres. Juntos en la misma ruta, así estoy seguro que
lo lograremos.
Lester
Toledo
@LesterToledo
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