San Josemaría 05 de octubre de 2019
Santificar
el propio trabajo no es una quimera, sino misión de todo cristiano...: tuya y
mía. –Así lo descubrió aquel ajustador, que comentaba: "me vuelve loco de
contento esa certeza de que yo, manejando el torno y cantando, cantando mucho
–por dentro y por fuera–, puedo hacerme santo...: ¡qué bondad la de nuestro Dios!"
(Surco, 517)
En
esta hora de Dios, la de tu paso por este mundo, decídete de verdad a realizar
algo que merece la pena: el tiempo urge, y ¡es tan noble, tan heroica, tan
gloriosa la misión del hombre –de la mujer– sobre la tierra, cuando enciende en
el fuego de Cristo los corazones mustios y podridos!
–Vale
la pena llevar a los demás la paz y la felicidad de una recia y jubilosa
cruzada. (Surco, 613)
Unas
veces dejas que salte tu mal carácter, que aflora, en más de una ocasión, con
una dureza disparatada. Otras, no te ocupas en aderezar tu corazón y tu cabeza,
con el fin de que sean aposento regalado para la Santísima Trinidad... Y
siempre, acabas por quedarte un tanto lejos de Jesús, a quien conoces poco...
–Así,
jamás tendrás vida interior. (Surco, 651)
Remedio
para todo: ¡santidad personal! –Por eso, los santos han estado llenos de paz,
de fortaleza, de alegría, de seguridad... (Surco, 653)
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