Alejandro Hernández 31 de julio de 2020
@ahernandezof
El
apuro nos ha llevado a cometer errores tácticos muy importantes, sostiene el
rector de la UCAB, Padre José Virtuoso, para quien la situación actual demanda
unidad y una nueva estrategia de parte de la oposición. A su juicio “ha quedado
muy claro que el cambio que todos queremos para nuestro país, no se va a dar
por una solución fasttrack, tampoco nos lo van a regalar, ni llegará gratis”.
Como rector de la Universidad Católica Andrés
Bello (UCAB) tiene un pulso muy particular sobre la evolución
del acontecer nacional, algo que interpreta y analiza como politólogo y a lo
que como sacerdote le da una dimensión social. Este prisma le permite al Padre
José Virtuoso darle una mirada crítica al accionar de los distintos
actores de la vida nacional y proponer rectificaciones. Precisamente cree que
una de las grandes fallas del liderazgo de oposición ha sido la falta de
capacidad de enderezar, de leer los signos de los tiempos y entender lo que
está pasando por la cabeza de la gente. Reorganización táctica y centrarse en
la movilización interna lucen como opciones necesarias cuando, a su juicio, el
régimen de Nicolás Maduro cada vez cuenta con menos respaldo popular y su
poder, “aunque parezca imbatible, tiene pies de barro”.
-¿Cuál es su valoración actual sobre la crisis
política e institucional que atraviesa el país y cómo ve los meses por venir?
-Soy de los que sigue apostando para que en Venezuela
se logre un Gobierno de transición, que pueda responder en muy
breve plazo al drama social y económico que estamos padeciendo. Pero yo hablo
de una transición negociada, cuyo impulso venga de la presión internacional y
la movilización interna; porque ya ha quedado muy claro que el cambio que todos
queremos para nuestro país, no se va a dar por una solución fasttrack,
tampoco nos lo van a regalar, ni llegará gratis. La salida que necesitamos
requiere de mucho trabajo político y ahí tenemos uno de nuestros principales
problemas: En este momento es muy notoria la debilidad que tienen los partidos
y la misma sociedad civil, para promover la movilización, la participación y la
unidad en torno a la lucha.
-¿Cómo se puede contrarrestar esta debilidad en el
liderazgo opositor y en los factores que movilizan a la sociedad civil?
-Bueno, eso supone unos partidos muy articulados con
su base y una sociedad civil mejor organizada, pero esa capacidad de acción
está muy mermada; yo creo que es nuestra principal dificultad para lograr el
cambio que necesita el país. Si algo está pasando hoy dentro de la llamada
crisis de oposición, es que cada vez estamos alejando más la política de la
gente, no es que la gente se está alejando de la política, es que nosotros
mismos la estamos espantando; porque ¿dónde están los partidos?, ¿dónde están
sus liderazgos de base? Bastante retirados, diría yo. Entonces, hay un trabajo
de reorganización interna que se debe hacer y para eso hace falta estrategia y
mucha unidad. Para mí la tarea primigenia es establecer mecanismos
operativos para hacernos presente en la vida social y económica de la
población, lamentablemente se han cometido un conjunto de errores importantes y
por eso el régimen cree que está jugando solo en la cancha.
-¿Y no es así?, ¿no está el madurismo marcando la
pauta y jugando solo?
-Eso es relativo, porque el régimen ha intentado sacar
del medio a toda la dirigencia proveniente de la Asamblea Nacional de
2015, también ha ordenado la eliminación de los símbolos y directivas de
los partidos clave, y ha buscado sustituir esa oposición por una que le sea más
funcional; pero esa estrategia no ha ganado legitimidad en la gente y, por
tanto, no ha logrado sustituir a las fuerzas democráticas que
lidera Juan Guaidó. Si con estas elecciones parlamentarias Maduro
pretende recuperar legitimidad política nacional e internacional, no la va a
conseguir. Puede que parezca que están jugando solos, pero eso no les va a dar
resultado.
-Interpreto, entonces, que usted está en desacuerdo
con que la oposición acuda a las parlamentarias que impulsa el chavismo y sus
instituciones.
-Estas condiciones no permiten que el voto sea una expresión
de la voluntad popular. Sin embargo, todavía no digo que nadie debe participar,
porque en el contexto que tenemos en este momento, hay personas muy respetables
que ven las elecciones como una oportunidad de movilizar a una sociedad que
está desmovilizada. La excusa electoral puede hacer que muchos actores
políticos recorran el país y consigan organizarlo. Así se lo están planteando
varios liderazgos importantes, creo que Henrique Capriles está
fundamentalmente en esa onda y otros miembros de partidos que también merecen
todo mi respeto y reconocimiento. Para ellos esta coyuntura es una oportunidad
para hacer un trabajo político más de fondo. Quiero insistir en que si no
logramos la combinación de la presión interna con la externa, difícilmente vamos
a llegar a esta salida que buscamos.
-¿Qué evaluación hace sobre el Gobierno interino hoy?
-Pienso que debe redefinirse. La idea del Gobierno
interino respondió a la crisis generada por el no reconocimiento nacional e
internacional de las elecciones presidenciales de mayo de 2018, debido a que
fueron ilegítimas. Por eso apareció esta figura que, ciertamente, ha liderado a
la sociedad y la comunidad internacional hacia el cambio en Venezuela;
pero en las circunstancias de hoy este mecanismo hay que replantearlo y
reorganizarlo, eso debería hacerse en unidad y en función de una nueva
estrategia.
-¿Por qué la oposición no ha planteado una ruta
alternativa al “cese de la usurpación, gobierno de transición y elecciones
libres”, que parece poco realista en las circunstancias actuales?
-A lo mejor voy a ser un poco duro, pero hay un
momento en que los medios se convierten en fines, en que las estrategias dejan
de ser lo suficientemente estratégicas y somos demasiado testarudos o poco
humildes para entender lo que la realidad nos está diciendo. Por eso, muchas
veces, no somos capaces de corregir errores que están saltando a la vista. El
problema no es pifiar o escoger vías inciertas, porque estas cosas pueden
pasar; pero si algo debe tener el genio político es la capacidad de darse
cuenta cuando se equivoca, y ser capaces de rectificar. Pero la
capacidad de enderezar, de leer los signos de los tiempos y
entender lo que está pasando por la cabeza de la gente, me parece que ha sido
una de las grandes fallas de nuestro liderazgo de oposición en
general. De verdad creo que es hora de revisarse y de reorganizar el Gobierno
interino en función del momento actual que padece el país.
-Puntualmente, ¿cuáles son esos errores que usted cree
que han hecho mella en el liderazgo opositor?
-El abandonar la movilización de la gente y poner
todos los huevos en la canasta de la comunidad internacional ha sido un error,
ya que por muy importante que sea el respaldo del exterior, si no hay presión
interna el apoyo de afuera se queda corto. Otro tema fundamental tiene que ver
con no entender que las transiciones complejas requieren tiempo y no son
procesos fasttrack. Hay que recordar que, en 2016, cuando
esta Asamblea Nacional tomó posesión, la primera promesa fue
que Maduro estaba fuera en seis meses, le pusimos fecha y todo. Y así
sucesivamente, cada vez que hubo un pico político fue utilizado para anunciar
una salida inmediatista y eso nos ha hecho daño, porque la crisis venezolana es
tremendamente compleja y no debemos generar falsas expectativas que sólo sirvan
para movilizar circunstancialmente, porque eso tiene poca gasolina. Crear esas
ilusiones no ayuda en nada. El tercer gran tema es la unidad, lo más cerca que
hemos estado de ella fue en 2015, pero sólo estuvo centrada en el tema
electoral, que sirvió para ganar las legislativas, sin embargo, luego de eso no
continuó su funcionamiento en aspectos más importantes, como construir
estrategias conjuntas y establecer rutas de hacia dónde queremos ir. Es decir,
la unidad ha estado siempre pegada con saliva de loro; no es programática, ni
estratégica para producir grandes acciones, ni planes de largo aliento; ha sido
utilizada sólo para aspectos muy pragmáticos, concretos y utilitarios.
-¿Esa visión sobre las salidas fasttrack ha
influido en que se cometan desaciertos en áreas vitales, como puede ser la
militar?
-Sí, creo que en el camino se han dado una serie de
pasos vinculados a lo militar que no fueron adecuados y lo que han hecho es
profundizar el problema mucho más. El apuro nos ha llevado a cometer errores
tácticos muy importantes.
-El escritor Alberto José Barrera Tyszka declaró en
entrevista a La
Gran Aldea que atar el desenlace de la crisis venezolana a la
administración del presidente Donald Trump fue un error, ¿usted qué opina?
-Estoy totalmente de acuerdo. El presidente
Trump responde a los intereses de Estados Unidos, el
presidente de un país responde a la política interna de su nación. Entonces lo
que vaya a hacer Trump le conviene a los Estados Unidos y forma parte de su
política propia, que eso también pueda ser bueno para nosotros, puede ser que
sí o puede ser que no; pero quien tiene que definir qué te conviene a ti, eres
tú mismo. Entonces atarse a ese carro y a la política externa de Estados Unidos
es muy complejo y problemático. Yo entiendo por qué se ha hecho, y es que en
una situación de debilidad interna buscarse un aliado poderoso es muy
importante, sin embargo, no se ha conjugado suficiente que somos nosotros los
que tenemos que buscar cómo nos ayudan los de afuera, y no que los de afuera se
terminen convirtiendo, por la vía de los hechos, en los grandes decisores de
nuestra política.
-¿Ese rol que han tomado los de afuera pudiera ser
consecuencia de las carencias del liderazgo interno?
-Claro, esto pasó por la manera de concebir y
conceptualizar el cambio político que ha tenido el liderazgo opositor.
Si yo me estoy enfrentado a un gigante y yo soy débil, está muy bien que me
busque a un aliado poderoso; el problema es que en esa alianza a veces priva
una manera de entender el desenlace, que termina generando más problemas que
ayudas.
-¿Cuál es su lectura del chavismo en este momento?
-Yo veo al chavismo muy mal, Maduro está cometiendo
muchísimos errores y decidido a mantenerse en el poder a como dé lugar; razón
por la cual cada vez es más dependiente de una élite muy reducida y básicamente
militar. Este es un régimen que pasó de ser cívico-militar a militar-cívico,
aunado a eso está el peso de sus alianzas internacionales y el lugar que
empiezan a ocupar Irán, China, Rusia y
por supuesto Cuba, que se han convertido en determinantes de su
accionar. Maduro ha intentado cubrir su debilidad con la Fuerza Armada y con
sus aliados en el exterior; su sostenimiento está basado en estos dos factores,
por eso hace caso omiso a lo que está pasando con la sociedad
venezolana, es decir, es un gobierno que prescinde de la suerte de la
gente, pues siente que ese descontento lo puede acallar por la vía de la represión y
del control social. Por eso cada vez cuenta con menos respaldo
popular y su poder, aunque parezca imbatible, tiene pies de barro, a mi manera
de ver.
-A propósito de la reciente visita al país de la
delegación de Noruega, ¿por qué ninguno de los procesos de diálogo que ha
intentado la oposición con el chavismo ha resultado?
-Porque hay empeño por parte del régimen de pensar que
puede superar esta crisis y estabilizarse, apoyado en los dos pilares que te
dije antes: La Fuerza Armada y sus aliados internacionales. Por eso la apuesta
es deslastrarse de la oposición formal y construir una a su medida, para
terminar de copar el Estado y lograr un dominio total de la sociedad
venezolana. La razón por la que ningún proceso de negociación ha sido
posible hasta ahora, es porque no lo asumen, con seriedad, cómo un camino. Pero
al madurismo cada vez le cuesta más mantenerse en pie, aunque siga ahí. Es como
atravesar un mar rabioso con una lanchita, tú intentarás soportar y pelear un
rato, pero en cualquier momento puedes zozobrar.
-Siendo el panorama tan complejo, ¿qué puede hacer la
sociedad para no perder la esperanza?
-La única forma de no caer en la trampa de la
desmoralización que nos hace pasivos y nos arrincona, es con el rescate de la
lucha, de la organización y de la exigencia de nuestros derechos. En este
primer semestre de 2020 se registraron 4 mil 500 protestas en todo el
país, hay que ver lo que eso significa en un contexto de pandemia, censura, aislamiento, control
social y represión; eso indica que la gente que sigue
peleando por sus condiciones básicas de vida. Es decir, la gran mayoría del
país quiere un cambio de gobierno y sabe que debe dar su contribución para
ello. Hay que convertir ese descontento en acción y movilización, en la medida
en que eso ocurra mantendremos viva la llama de la esperanza.
-¿Cómo está nuestra querida Universidad Católica
Andrés Bello?
-Esta universidad sigue siendo un espacio de lucha,
discusión, foros e intercambios. Seguimos atentos a la vida de nuestras
comunidades, estamos en pie de lucha, porque creemos que esa es nuestra misión
y nuestra tarea.
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