Ismael Pérez Vigil 01 de abril de 2023
@Ismael_Perez
El
resumen sobre el camino del voto, iniciado hace dos semanas, lo concluyo en
esta entrega con una exhortación al rescate del voto, al que debemos dedicar
tanto esfuerzo como el que hemos dedicado a ayudar al régimen, de manera
indirecta, a socavar ese camino, al prestarnos a su juego con políticas
abstencionistas o denuncias de fraudes que no hemos podido probar ni concluir
satisfactoriamente.
Pero
antes, embalado como está el gobierno para mantener el poder con las elecciones
de 2024, debemos esperar cualquier ocurrencia o que todo lo tiña con esa
finalidad. Por eso, quiero examinar una última e “ingeniosa” modalidad del
régimen para socavar la fe en la política, en las instituciones, en definitiva:
en el valor del voto.
“… esto se arregló…”
Esa
frase es, en mi opinión, una nueva modalidad, más sutil, de “trabajar” para
mantenerse en el poder, pero es el mismo decorado. Lo lamentable es que no es
solo una “prédica” del gobierno, sino también la de algunos sectores, de
empresarios, de asesores y analistas, que nos pretenden mostrar un país más
allá de la realidad, una fantasía económica, enumerando las cuatro o cinco
medidas macroeconómicas adoptadas, absolutamente insuficientes para llevar
comida a las mesas, generar empleos o resolver la carencia de elementales
servicios públicos que atosigan a la población. La “mejora” de algunos sectores
y de algunos indicadores económicos, o la frivolidad de algunos espacios de
consumo y lujosa diversión, no son un indicador importante para aseverar que el
80% o más de los venezolanos, viviendo en precarias condiciones y sumidos en la
pobreza, están saliendo de ella. Por mucho que los indicadores señalen que la
economía creció en 2021 y en 2022, al nivel de las inversiones y actividad
económica actual, se necesitarán varios años para que ese crecimiento nos
nivele al PIB que teníamos a finales del siglo pasado, cuando comenzó este
oprobioso régimen, o tan solo para nivelarnos al PIB del 2013, cuando se inició
el régimen madurista.
No
hace falta abundar más en el tema, ni hacer una descripción −que siempre será
incompleta y poco detallada− de la inadecuada o claramente falsa interpretación
de las cifras, sería un insulto a la inteligencia de los lectores, que se dan
cuenta perfectamente de lo que ocurre y, de todas maneras, seguramente, no lo
voy a hacer mejor que connotados especialistas en la materia, que han opinado
al respecto y demostrado la falsedad de la imagen que pretende crear el
gobierno. Solo me interesa resaltar el mensaje que es, para mí, claro: “como
esto se arregló… ¿para qué cambiar? … mejor quedémonos como estamos…”. Ese es
en el fondo el mensaje.
Debemos
prepararnos para esa y cualquier otra estratagema; por ejemplo, de arremetidas
diversas, acompasadas y concertadas, contra la elección primaria de la
oposición democrática y que lamentablemente, ya lo vemos, contará con el apoyo
de algunos “analistas”, supuestamente “opositores”.
Rescatando
el valor del voto.
Si
difícil y escabroso ha sido el camino del voto, para establecer la democracia,
también lo ha sido el camino del rescate de su valor, del cual vale la pena
resumir algunos eventos. Por ejemplo: uno, el esfuerzo importante que se hizo
en 2006, con una candidatura presidencial unitaria, por consenso; dos, el
triunfo en el referéndum constitucional del 2007, derrotando la propuesta de
modificación de la Constitución; tres, las exitosas elecciones primarias en
2012 −de donde salió un candidato unitario− y otras durante varios años más;
cuatro, el triunfo en la elección de la Asamblea Nacional en 2015 e
innumerables triunfos parciales en Alcaldías, Gobernaciones, Asambleas
Legislativas, Concejos Municipales, etcétera, durante los últimos 23 años.
Después
de todos esos ejemplos, hasta resulta difícil entender, porque para un gran
sector de la población sigue tan deteriorada la vía electoral; lo único que lo
explica es que el régimen ha sido exitoso en su empeño de desestimar el voto,
aun cuando los ejemplos demuestran que la oposición ha desarrollado una tenaz
resistencia, que debemos continuar.
Coyuntura
electoral.
No
repetiremos argumentos ya trillados, pero en 2024, se nos presenta una nueva oportunidad
con la elección presidencial; pero antes, en 2023, debemos ser exitosos en la
selección del candidato o candidata unitario en el proceso de primaria; son dos
hitos interconectados y dependientes, no habrá éxito en 2024, sin éxito en
2023.
La
coyuntura electoral de los años 2023 y 2024, son una buena oportunidad para
replantearnos como oposición, como país, como un todo, la superación de la
crisis social, política, humanitaria compleja, que nos asola. Para ello es
imprescindible dejar de voltear hacia atrás o hacia los lados, imprescindible
mirar al frente, al futuro, tomar lecciones de los errores cometidos, enseñar
al país que hay una ruta, que comienza y termina en la unidad de objetivos, una
unidad más allá del candidato o candidata −que ya es algo− pero con un
basamento real, pragmático, efectivo, que sume y multiplique, no que reste o
divida al país.
Superar
barreras
Nos
corresponde para ello sortear algunas barreras, políticas y emocionales. Las
políticas obviamente tienen que ver con los partidos, su credibilidad y la del
liderazgo. Para ello es preciso que se imponga y mantenga el espíritu unitario,
que se mantenga igualmente la presión internacional y que se desarrolle la
movilización interna, ambos retos grandes e importantes.
Las
barreras emocionales, relacionadas con las anteriores, también hay que
superarlas y son esa mentalidad antipolítica −fenómeno realmente mundial− que
mantiene el desánimo en importantes sectores del país, que produce rechazo al
liderazgo opositor y que produce como efecto colateral la marginación de los
procesos electorales. Es una tarea difícil, por el impacto innegable en redes
sociales de las criticas indiscriminadas, que aun cuando puedan tener algún
basamento, en buena medida siguen la pauta que marca el régimen para
desmoralizar a la oposición y negar el valor del voto.
Conclusión.
La
elección primaria de 2023, ya se ha dicho, es además una buena oportunidad de
movilización y de mostrar al pueblo venezolano una cara unida y una alternativa
para superar este oprobio y ganar las elecciones de 2024.
Algunos
dudan, lo sé, que el voto sea el camino a la democracia, pues se afirma que no
se cree que por esta vía el gobierno vaya a entregar el poder, si pierde la
elección presidencial. Pero, en realidad, eso es algo que no sabemos si
ocurrirá, que solo podemos especular, pues en verdad, nunca le hemos ganado a
este régimen una elección presidencial. Ese es el reto para 2024.
Volveré
la semana siguiente a la Semana Santa, con comentarios acerca del proceso de
selección y designación de las Juntas Regionales que asistirán a la Comisión
Nacional a organizar la elección primaria del 22 de octubre de 2023.
Ismael
Pérez Vigil
@Ismael_Perez
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