César Pérez Vivas 15 de mayo de 2023
@CesarPerezVivas
La
tragedia de la nación venezolana regada por el mundo, registra cada día un
episodio más doloroso. Venezuela está en cada ciudad y en cada país s donde las
oleadas humanas de nuestros compatriotas han huido para buscar sobrevivir a la
debacle creada por “la revolución bolivariana”.
Las cifras de los organismos internacionales establecen en más de siete (7) millones, los ciudadanos que han abandonado el territorio venezolano. Es tan voluminosa la masa humana que deambula por el mundo, y muy especialmente por este continente americano, que hemos impactado la vida de nuestros vecinos.
La
tristeza nos embarga cuando recibimos noticias de ese peregrinaje, a pie, o en
precarios transportes, para tratar de llegar a algún destino. Son ya
incuantificables las víctimas venezolanas en las carreteras, caminos y selvas
del continente americano. Desde la Patagonia hasta el Canadá tenemos casos de
venezolanos trasmontando caminos para ir a buscar un trabajo, un familiar o un
amigo con el cual rehacer su vida, luego de haber dejado familia, bienes y
amistades en esta tierra.
El
tapón del Darién, la selva panameña, que sirve de muro de contención a las
oleadas humanas del sur hacia el norte, registra historias dramáticas de amigos
que, desafiando la furia de sus ríos, lo intrincado de la selva, el asecho de
las fieras y la extorsión de los grupos delictivos, han logrado sobrepasarla
para avanzar hacia el sueño americano.
Superando
obstáculos de todo tipo, son miles, los que han logrado ingresar al territorio
de los Estados Unidos. Muchos han podido instalarse en el coloso del Norte,
otros han sido devueltos.
La
semana pasada la opinión pública recibió con indignación y pesar la noticia del
asesinato de ocho (8) compatriotas migrantes alojados en un centro de acogida
en los Estados Unidos de América, concretamente en Brownsville,
Texas. Un personaje enfermo, transmutado en criminal, lanzó su vehículo
contra un grupo de venezolanos que compartían frente a ese albergue. Perdieron
la vida luego de haber realizado el riesgoso recorrido hasta el norte.
Sobrevivieron a las vicisitudes del camino y vienen a morir, cuando
ya había entrado al territorio norte americano.
El
mismo dolor, la misma indignación sufrimos en el incendio provocado el pasado
28 de marzo en México, donde murieron calcinados y asfixiados ocho
compatriotas.
Otro
evento lamentable ha sido la presencia de centenares de compatriotas en la
frontera de Chile con Perú. Agobiados por la falta de acceso a un status de
legalidad, en territorio chileno, decidieron regresar hacia su país la mayoría,
y otros buscando avanzar hacia los Estados Unidos. Semanas retenidos en
esa frontera. Una campaña de muchos sectores, en la cual me involucré, logró que
ese contingente humano avanzara a nuestro país.
La
diversidad de problemas y episodios surgidos a las familias de la diáspora, y a
las comunidades afectadas, dan para una investigación y un documento de amplio
alcance. Ahora solo pretendo dejar constancia de mi dolor por tanto
sufrimiento. De la necesidad de parar esa hemorragia humana. Venezuela no puede
seguir perdiendo su población, por la miseria y la barbarie que se ha instalado
en nuestro territorio.
Resulta
existencial superar el actual cuadro de postración que vivimos. Para ello es
fundamental lograr el cambio político. La presencia en el poder de la camarilla
dominante constituye un aliciente diario para la huida del país. Es nuestro
deber abrirle cauce a la esperanza. Para ello el proceso electoral del año 2024
es determinante.
Nuestro
deber es prepararnos en todos los órdenes para enfrentarlo. Los riesgos sobre
ese proceso son muy elevados. Conocemos muy bien la capacidad de alevosa
destrucción de la camarilla gobernante. No por eso debemos dejar el campo solo.
En la
sociedad democrática debemos estar listos para hacerle frente a Maduro y su
camarilla en el escenario electoral. Si él decide confiscar el proceso,
abortarlo o desconocerlo, que sea de su absoluta responsabilidad. No podemos,
quienes nos oponemos a su continuismo, facilitarle la tarea.
La
responsabilidad de los dirigentes y de los ciudadanos debe ponerse de
manifiesto en esta hora. Cada uno asumiendo su rol.
Esa
nación que existe más allá de nuestras fronteras, y la que aún continúa en
nuestro territorio, no puede seguir sufriendo la precariedad, la miseria y la
prepotencia de una camarilla tan voraz y malévola como la que nos
oprime.
César
Pérez Vivas
@CesarPerezVivas
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