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“Felicito al Coronel Benavides, cumplió su deber, y eso que le mandaron una mujer allí para que lo provocara, pero él no cayo en provocación, muy bien…”. Así destacó nuestro Presidente Chávez, en alocución televisada, la actuación del oficial de la Guardia Nacional que reprimió la manifestación pacífica que el pasado 22 de agosto protestó en las calles de Caracas el contenido de la Ley Orgánica de Educación.
Dejando al margen el motivo de tan extraña felicitación, llamó poderosamente la atención la referencia hecha a “la mujer” que, según el Presidente, había sido “mandada” a “provocar” al oficial. Era la joven periodista venezolana Delvalle Canelón que, micrófono en mano, seguía al Coronel Benavides buscando transmitir a los televidentes del canal en que trabaja el insólito discurso político que estaba siendo proferido por el oficial. Este ordenó a sus tropas que detuvieran a la periodista, orden que no fue acatada por los efectivos. Luego optó por ignorar la presencia de la valiente mujer. Esa fue la fulana “provocación”: El ejercicio por parte de esa joven comunicadora de su derecho constitucional al trabajo.
Unas tres semanas después, el Ministro de Ciencia, Tecnología e Industrias Intermedias, el teniente Jessie Chacón Escamilla, convoca una rueda de prensa para decirle “analfabeta funcional” a la periodista Diana Carolina Ruiz, debido a que esta comunicadora recordó cuando el pasado 4 de mayo el ministro afirmó que “no se repetirá un sismo de 5 grados o más en los próximos 1000 años”.
Agresiones o desplantes como esos son conocidos por el país porque fueron dirigidos contra mujeres que en, razón de su ejercicio profesional, tienen exposición pública. Pero resulta que la misoginia burocrática no es sólo contra las periodistas, sino contra toda mujer que levante su voz para defender sus derechos: Yemaya Salazar, la valiente trabajadora del Materno Infantil de Macuto, Estado Vargas, que alertó a tiempo sobre la pretensión de los burócratas de cerrar ese centro asistencial, hoy es hostigada por esos mismos burócratas, que le retienen pagos y la someten a “investigaciones” irregulares; Zaida Castillo, integrante del consejo comunal de Vista Alegre que ha denunciado el inmenso peligro que viven los habitantes de esa comunidad amenazados por un inminente derrumbe, en vez de respuestas a recibido la “visita” de policías que fotografían su casa y merodean en los alrededores…
A confesión de parte, relevo de pruebas. Ya se sabe que en el gobierno hay algunos individuos que no les agrada que las mujeres “los provoquen”... Si esos son sus gustos, están en su derecho. Pero de allí a que consideren “legítimo” el agredir, insultar, descalificar o atemorizar a mujeres porque hacen su trabajo o defienden sus derechos, hay un trecho inmenso. En nuestro país existe una Constitución, existe también una Ley sobre Violencia Contra la Mujer y lo más importante: Existe un pueblo que no tolera ni la discriminación ni el atropello.
("Misoginia: Aversión u odio hacia la mujer"). DRAE, Diccionario de la Real Academia Española
Publicado por:
http://radardelosbarrios.blogspot.com/
Dejando al margen el motivo de tan extraña felicitación, llamó poderosamente la atención la referencia hecha a “la mujer” que, según el Presidente, había sido “mandada” a “provocar” al oficial. Era la joven periodista venezolana Delvalle Canelón que, micrófono en mano, seguía al Coronel Benavides buscando transmitir a los televidentes del canal en que trabaja el insólito discurso político que estaba siendo proferido por el oficial. Este ordenó a sus tropas que detuvieran a la periodista, orden que no fue acatada por los efectivos. Luego optó por ignorar la presencia de la valiente mujer. Esa fue la fulana “provocación”: El ejercicio por parte de esa joven comunicadora de su derecho constitucional al trabajo.
Unas tres semanas después, el Ministro de Ciencia, Tecnología e Industrias Intermedias, el teniente Jessie Chacón Escamilla, convoca una rueda de prensa para decirle “analfabeta funcional” a la periodista Diana Carolina Ruiz, debido a que esta comunicadora recordó cuando el pasado 4 de mayo el ministro afirmó que “no se repetirá un sismo de 5 grados o más en los próximos 1000 años”.
Agresiones o desplantes como esos son conocidos por el país porque fueron dirigidos contra mujeres que en, razón de su ejercicio profesional, tienen exposición pública. Pero resulta que la misoginia burocrática no es sólo contra las periodistas, sino contra toda mujer que levante su voz para defender sus derechos: Yemaya Salazar, la valiente trabajadora del Materno Infantil de Macuto, Estado Vargas, que alertó a tiempo sobre la pretensión de los burócratas de cerrar ese centro asistencial, hoy es hostigada por esos mismos burócratas, que le retienen pagos y la someten a “investigaciones” irregulares; Zaida Castillo, integrante del consejo comunal de Vista Alegre que ha denunciado el inmenso peligro que viven los habitantes de esa comunidad amenazados por un inminente derrumbe, en vez de respuestas a recibido la “visita” de policías que fotografían su casa y merodean en los alrededores…
A confesión de parte, relevo de pruebas. Ya se sabe que en el gobierno hay algunos individuos que no les agrada que las mujeres “los provoquen”... Si esos son sus gustos, están en su derecho. Pero de allí a que consideren “legítimo” el agredir, insultar, descalificar o atemorizar a mujeres porque hacen su trabajo o defienden sus derechos, hay un trecho inmenso. En nuestro país existe una Constitución, existe también una Ley sobre Violencia Contra la Mujer y lo más importante: Existe un pueblo que no tolera ni la discriminación ni el atropello.
("Misoginia: Aversión u odio hacia la mujer"). DRAE, Diccionario de la Real Academia Española
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