José Ángel Rivero 27 de enero de 2020
@igeoula
ACNUR,
OIM y el FMI coinciden en que el comienzo de este decenio es decisivo para el mundo
y en especial para el continente Americano en términos de la activa movilidad
humana y su incidencia en las dinámicas sociales y economías. Países como
México y los EEUU al norte del continente siguen siendo los principales
receptores de inmigrantes hondureños, salvadoreños y nicaragüenses forzados a
dejar sus países en busca de seguridad, trabajo y mejores condiciones de vida.
Genera
igual preocupación el caso de Venezuela y la Crisis Humanitaria Compleja
generada por el gobierno a causa del modelo político y económico que ha
aplicado y que hace hoy a la migración masiva y forzada de venezolanos la más
numerosa después de Siria, siendo el 2019 su mayor pico al contabilizarse a
finales del año 4,626,968 migrantes, refugiados y solicitantes de asilo, de los
cuales más de 3 millones se concentran en la región en países como Colombia,
Ecuador, Perú, Chile, Brasil y Argentina.
Esta
cifra de venezolanos migrados podría ascender a 10 millones a finales del año
2023 si no llegasen a cambiar las causas de tan masiva salida de personas. Esta
realidad, que afecta de manera transversal a la región, obliga a las
organizaciones que atienden a los migrantes venezolanos en esta crisis y a los
países receptores a idear mecanismos que trasciendan la necesaria asistencia
inmediata a formas de integración social y de inserción laboral que reduzcan
vulnerabilidades tanto de quienes llegan como de quienes les reciben. Ante el
inminente aumento de migrantes venezolanos este 2020 y su impacto en el medio
urbano, la región sin duda deberá prestar más atención a temas vinculados a: el
aumento acelerado en la demanda de servicios como agua potable, aguas servidas
y viviendas y otros aspectos que mejoren la habitabilidad de los espacios,
también a la prestación de servicios de salud y educación a la población local
y migrante; temas estos que tensionan a lo interno de los países y dificultan
la necesaria integración.
Sin
duda alguna el año 2020 es para la región y los venezolanos un año decisivo, en
el que instituciones de asistencia y acompañamiento a los migrantes, gobiernos
nacionales y locales, y las universidades tendrán un papel protagónico en la
búsqueda de alternativas de solución a esta crisis humanitaria de múltiples
dimensiones.
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