José Luis Farías 22 de enero de 2020
@fariasjoseluis
Corto
y Picante:
Apenas
fue informado por sus sabuesos de Bogotá de que el hombre andaba por la ciudad
en dirección al Palacio de Nariño donde sería recibido con honores de Jefe de
Estado, el instinto de sobrevivencia, llamado culillo en las barriadas
caraqueñas, hizo presa de su obesa humanidad.
Sus
fuerzas sólo alcanzaron para desde la genuflexión pedirle a Trump, vía
Washington Post, que deseaba con él una negociación "ganar ganar". La
inmediata respuesta, vía John Bolton, de que lo único a negociar con él
"es lo que quiere para almorzar en el avión que le llevará al exilio
permanente en Cuba o Rusia. Viva Venezuela libre", ha debido acelerar su
descontrol estomacal.
La
asistencia de Guaidó a la Cumbre Antiterrorista de la capital colombiana, con
presencia de 18 países latinoamericanos en calidad de participantes y 4 como
observadores, incluidos Israel, México y Uruguay, no era una buena noticia para
calmar sus destrozados nervios después de todo lo sobrevenido a partir del 5 de
enero.
El
nerviosismo lo verifican la desesperada oficialización de la incorporación del
embajador de Cuba a su consejo de ministros a exigencia de Fidel desde el más
allá y de Raúl desde el más acá, la cobarde detención del diputado Ismael León
y la nueva telenovela de Jorge Rodríguez con el allanamiento de oficinas de
Juan Guaidó en la Torre Zúrich de El Rosal.
Con
sus torpes acciones que denotan falta de brújula y serios conflictos internos,
al igual que su galáctico creador, Nicolás Maduro nos recuerda a la estrofa de
la famosa guaracha cubana "Chacumbele". Sin que lo empujaran, se paró
sobre tierra movediza y el lodo le llega al cuello.
José
Luis Farías
@fariasjoseluis
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