Por Marino Alvarado
En los últimos tres meses el
gobierno se ha empeñado en crear una matriz de opinión afirmando que el
país se está normalizando y avanzamos aceleradamente a la superación de la
crisis. Para tal fin se presentan los bodegones cómo un síntoma de
progreso e igualmente la dolarización de hecho así como plazas adornadas
con muchas luces en las principales ciudades.
No hay duda que hoy no
tenemos uno de los problemas que hace un año existía: la escasez. El gobierno
de facto se propuso resolver y lo logró. Hay que reconocer que su estrategia
tuvo éxito. Sacrificando la producción nacional abrió las puertas a la
importación masiva y flexibilizó controles y así los supermercados vacíos poco
a poco se fueron llenando de productos. Hay en muchos productos también
variedad para escoger, casi en su gran mayoría producidos en otros países.
Los otros problemas del país
persisten y se agudizan. Una inflación que incrementa el hambre en millones de
hogares, millones que precisamente no pueden compran los productos que abundan.
Crisis en el servicio eléctrico en casi todos los estados que continúan
sometidos a apagones casi diarios, caos generalizado en el transporte, escasez
creciente en el servicio de agua, crisis para la distribución de gasolina y de
las bombonas de gas doméstico, escasez de efectivo con la desaparición
del bolívar fuerte como moneda de transacción y para completar las
ciudades sucias de punta a punta por malas gestiones afectando la salud de la
población. En paralelo, la crisis en el sistema educativo se extiende y afianza
así como en el área de salud.
La mayoría de la población
ve como se disminuye su calidad de vida, mientras el gobierno pretende crear la
ilusión que unos cuantos bodegones llenos de productos importados son una
muestra de prosperidad y mejores condiciones de vida. Se muestra además la vida
en Caracas que sabemos está un poco menos afectada principalmente por la crisis
del servicio público de electricidad.
Las remesas que reciben
muchas familias y el hecho que algunas empresas y comercios han decidido dar
bonos en dólares a sus trabajadores, permite a un grupo de la población tener
ingresos superiores al salario mínimo. Ese sector que tiene acceso a divisas
por remesas o por bonos tiene mayor posibilidad de consumo y de soportar en
mejores condiciones la profunda crisis del país. El comercio se ve parcialmente
beneficiado al poder atender a este grupo, pero ello no significa que el
sector comercio en Venezuela se encuentra en situación de crecimiento
sostenido, cuando las macro políticas económicas y unas, no tan generales, les
perjudican a diario y las somete a una competencia desleal.
La industria petrolera, que
es la principal del país, la dictadura la quebró y no se ven perspectivas
de recuperación corto plazo al igual que las principales industria básica
metalmecánicas. No es de extrañar que el gobierno termine entregando esas
empresas al capital ruso y chino, sin embargo su recuperación, si lo logran,
probablemente es lenta.
En ese contexto avanza el
desmembramiento de las instituciones, se incrementan las violaciones a los
derechos humanos y aumenta la desprotección de la gente frente a los abusos del
poder y la arbitrariedad.
Así, con una profunda crisis
económica y social que se agudiza, con instituciones debilitadas y
creciente abuso de poder, es un bofetón afirmar que estamos en proceso de
normalización.
El día a día de millones de
venezolanos y venezolanas es sobrevivir, imponerse a las adversidades y
resistir para no tener que migrar forzosamente. Lamentablemente muchos siguen
optando por cruzar las fronteras en búsqueda de un mejor vivir.
La dictadura si quiere
normalizar las arbitrariedades, la ruina de las instituciones, las violaciones
a los derechos y la destrucción de la estructura económica. Quiere normalizar
el derroche de los dineros apropiados por la corrupción y posiblemente por
negocios ilícitos, la normalización de ellos, no es la de la mayoría de la
población. El mundo del abuso y el derroche de esa minoría no son el de los
millones de hogares que padecen hambre y muchas otras privaciones.
La Emergencia Humanitaria
Compleja que padece Venezuela no la puede ocultar por más que mientan,
disfracen y repriman.
14-01-20
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