Por Carlos Torrealba
Como la oposición está en
guerra consigo mismo, lo ocurrido hace una semana en el parlamento es apenas un
capítulo de una disputa absurda por cuotas de poder que en nada contribuyen a
resolver la crisis política del país.
El contrasentido es que sin
una oposición unida y articulada con una estrategia en común será imposible
construir la fuerza necesaria para intentar derrotar al chavismo en sucesivas
confrontaciones electorales.
Pero la posibilidad de poder
propiciar el reencuentro, el entendimiento y el acuerdo se aleja con cada
confrontación interna.
La paradoja es que la mayor
fortaleza del gobierno deriva hoy de la división de la oposición.
De seguir la oposición en
modo de guerra interna, el afianzamiento del chavismo en el poder será mayor.
En este contexto, la
estrategia del chavismo de recuperar el control del parlamento venezolano sigue
ganando viabilidad estratégica.
Como están claro en su
objetivo, no apartan la atención del proceso de preparación, organización y
acumulación de fuerzas con miras a ganar las elecciones parlamentarias
previstas para este año.
Lo lamentable de la
situación es que la oposición no parece entender esta jugada, perdiendo
capacidad de adelantarse a las circunstancias y de tomar la iniciativa con
sentido de responsabilidad hacia el futuro.
15-01-20
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