Elvia Gómez 16 enero de 2020
@ElviaGomezR
El director del Centro de Estudios Políticos y de
Gobierno de la UCAB señala que el liderazgo opositor debe reacomodar su
estrategia y prepararse para las elecciones parlamentarias, aun con Nicolás
Maduro en el poder. “El corto plazo no funciona y el inmediatismo
fracasó”, dice respecto a las lecciones que dejó 2019
Para tratar de hacer más sencilla la explicación de
circunstancias políticas nacionales plagadas de complejidades, Benigno Alarcón,
director del Centro de Estudios Políticos y de Gobierno (CEPyG) de la Universidad
Católica Andrés Bello, apela a la metáfora de una partida de ajedrez, un juego
de mesa basado en la estrategia.
“Si antes de empezar el juego me piden que renuncie a
mis torres, mis alfiles y mi reina, ya voy al juego en desventaja. Yo quiero
jugar con mis piezas completas, entonces, ¿por qué renunciar a la vía
electoral? En la historia de las transiciones en el mundo ha quedado demostrado
que las elecciones son la reina del juego, no un peón. El 70% de las
transiciones políticas se han producido por un jaque con la reina”.
El CEPyG y el equipo que dirige Alarcón han venido
estudiando los procesos de transiciones políticas en el mundo. En noviembre de
2018 recopilaron en el libro Consolidación de una transición democrática, once
propuestas para sacar adelante un nuevo gobierno democrático. En este contexto,
en noviembre pasado y por tercer año consecutivo, el Centro de Estudios
Políticos presentó los escenarios con las Perspectivas para Venezuela 2020, evaluación que se basa,
entre otros estudios, en las mediciones periódicas que hace la encuestadora
Delphos en exclusiva para esta institución.
Esa encuesta, recalca el profesor Benigno Alarcón, evidencia que los venezolanos siguen teniendo un alto interés por participar en elecciones, pero “el mantra” impulsado por Juan Guaidó el 23 de enero de 2019 “se ha convertido en un bumerán” que atenta contra la necesaria reformulación del discurso político, que debe dirigirse ahora a un llamado a la lucha electoral como primer paso, aunque Nicolás Maduro siga en Miraflores.
“Si los chilenos hubieran insistido en que para ir a
elecciones, primero Augusto Pinochet tenía que irse, a lo mejor todavía estaría
gobernando. Ellos plantearon al inicio la salida de Pinochet, constituyente y
elecciones libres; pero las cosas no pasaron en ese orden. Primero hubo un
referendo, después elecciones y después modificaron la constitución. Pinochet
salió como resultado de la elección, no antes”.
Por la experiencia chilena y la realidad nacional,
Benigno Alarcón invita a “ser menos dogmáticos y más prácticos”,
aunque apostilla que sabe que la dirigencia de oposición entiende también que
deben modificar la estrategia.
“Juan Guaidó sigue teniendo la confianza de la gente,
lo que ha caído son la esperanza y las expectativas, que eran muy altas. Él
está en un buen momento para reformular el discurso, para explicar que el
momento del jaque mate ya pasó, que las piezas que necesitábamos ya no las
tenemos y que ahora vamos a jugar de otra manera. La gente estará dispuesta a
aceptar eso y no lo va a atacar. Hay que entender que el tablero es dinámico y
que lo electoral no se construye de la noche a la mañana. Es necesario hablar
desde ya de lo electoral, porque hace falta tener organización y estructura.
Las condiciones electorales tenemos que construirlas y concurrir a las
elecciones de la Asamblea Nacional debe fortalecernos para ir a elecciones presidenciales,
porque el dominio de una institución nunca va a ser una desventaja. Es mejor
tener la Asamblea Nacional y la calle, en lugar de tener solamente la calle”.
Mantener la ofensiva
El intento fallido por parte de la fracción del PSUV
de hacerse por la fuerza con el control de la Asamblea Nacional al inicio de
2020, ha ganado un mayor reconocimiento internacional para el sector que lidera
Guaidó. De allí que Alarcón respalda que esa mayoría parlamentaria debe
proceder a nombrar, de inmediato, el Comité de Postulaciones para iniciar el
proceso para elegir un nuevo CNE.
Opina que “Guaidó tiene una segunda oportunidad
infrecuente” y que le conviene recoger el aprendizaje de lo que salió mal
en 2019 y corregir el rumbo en 2020. Por eso, aconseja que la ofensiva política
demostrada en enero se mantenga en el terreno electoral.
“A los nuevos rectores que designe la AN, seguramente
el gobierno de Maduro los va a desconocer, pero los va a reconocer el resto del
mundo, y si tratan de nombrar otro CNE, usando al TSJ, estarán fuera de la
Constitución y nadie se los va a reconocer. Entonces, lo que le toca a la
Asamblea Nacional es avanzar en el proceso y que esos rectores le pongan fecha
a las elecciones parlamentarias que la Constitución dice que deben realizarse este
año. Para eso se requieren unos seis meses de preparación. Esas ya no serían
unas elecciones que controla el gobierno sino las nuevas autoridades designadas
por la AN”.
Según los estudios demoscópicos del CEPyG, las razones
que los votantes alegan para justificar una posible abstención son de carácter
político, como la desconfianza en los rectores del CNE, y no de naturaleza
técnico-electoral.
“La estrategia que se anunció el año pasado –cese de
la usurpación, gobierno de transición y elecciones libres– no se puede
convertir en una camisa de fuerza. Ese mantra nos ha hecho mucho daño, porque
ahora la gente pone como excusa para no ir a votar en las elecciones
parlamentarias que no ha cesado la usurpación. Una de las funciones de un líder
es ser pedagógico y debe explicarle a la gente que la estrategia debe ser
dinámica. El paso 1 ya no puede ser el primero, porque las cosas cambiaron y
hay que jugar distinto. Si la AN toma la iniciativa y designa rectores que
gocen de la confianza de la gente, por lo menos quita uno de los obstáculos
para ir la elección, porque, quizás, el obstáculo que representa Maduro en el
poder no lo van a poder quitar”.
Lecciones aprendidas
Entre los aprendizajes que el 2019 dejó sobre
Venezuela, Benigno Alarcón menciona seis como particularmente importantes:
1. “Un posible proceso de transición no puede dejarse
en manos de terceros, sean Marines o la comunidad internacional”.
2. “Es muy difícil que el sector militar se divida como
corporación”.
3. “Desde 1974 la mayoría de los procesos de transición
son sociales, de abajo hacia arriba, no impuestos por una cúpula”.
4. “no hay que ‘quemar’ la protesta de calle como forma
de lucha”.
5. “El corto plazo no funciona y el inmediatismo
fracasó”.
6. “Las sanciones y el aislamiento no ayudan a la
democratización”.
Ante esto, cree fundamental que los venezolanos se
apoderen y empoderen del proceso de cambio político, porque “los terceros
harán solo lo que a ellos les resulte rentable, somos nosotros los que
tenemos que resolver este problema”.
“Nuestra última encuesta indica que la gente sigue estando
dispuesta a la protesta en niveles tan altos como 2017, pero se ha vuelto más
selectiva. La gente asiste a las protestas que tienen objetivos claros, que
sirven para algo. Un 30% de la gente dice que está dispuesta a manifestar y
para producir los procesos de transición lo que se necesita es un 3% de
población movilizada”.
Su evaluación de la actitud de la comunidad
internacional hacia Venezuela en 2020 apunta a que también hará ajustes según
los aprendizajes.
“La comunidad internacional va a mantener la exigencia
de realizar elecciones parlamentarias y presidenciales. Ni Europa, ni América
Latina ni EEUU van a soltar esa bandera. Ellos también han aprendido que poner
a la gente en situación de sobrevivencia, producto de las sanciones y el
aislamiento, no ayuda a la democratización. Cuando la gente tiene que
sobrevivir no lucha políticamente, al contrario, se encierra en resolver su
vida. Como consecuencia de ese aprendizaje, lo humanitario se va a separar de
lo político y ya no se van a imponer los mismos condicionamientos, salvo que la
ayuda no la maneje el gobierno de Maduro ni se use con propósitos de control
político”.
Construir identidad política
Consultado sobre la exacerbación del tranfuguismo en
la política nacional y el aprovechamiento que el gobierno y el PSUV hacen del
debilitamiento del compromiso dentro de la alianza de oposición, Benigno
Alarcón menciona un análisis hecho por Francis Fukuyama en su libro State-Building,
en el que aborda la corrupción y la construcción de identidad política.
“Me da tranquilidad ver que fueron tan pocos los
diputados que pactaron con el PSUV. Creo que por la reacción internacional, el
gobierno va a tratar de desdibujar ese asunto como una pelea entre opositores.
Me parece que todos los que se prestaron a esta maniobra van a terminar como
chivos expiatorios y se van a quedar solos. Pero el tema de la identidad
política no es menor. Creo que uno de los problemas que estamos teniendo en la
política es que si no se entiende cómo funcionan esas identidades va a haber
problemas para construirla hacia dentro del partido y para poder desmontar
otras identidades que son las que tienen que ver con un Estado impersonal del
que habla Fukuyama”.
Alarcón recuerda que la conclusión del capítulo
dedicado a los partidos políticos venezolanos –contenido en el libro Consolidación
de una transición democrática– es precisamente que no existen.
“Esa conclusión es demoledora, pero cierta: en
Venezuela no hay partidos políticos. Eso hay que tomárselo muy en serio y los
partidos tienen que empezar a revisarse, buscar mecanismos para superar sus
debilidades y construir verdaderos partidos que tengan una causa que los una,
que tengan sus cuadros formados, que busquen tocar las bases sociales y no ser
solo una franquicia que busca ganar elecciones. Nosotros estamos pensando en
que hay que hacer una transición, pero quiénes van a dirigir esa transición.
Para dirigirla necesitamos políticos formados. Yo no dudo de que si hubiera una
transición en Venezuela vamos a contar con lo mejor de la burocracia, porque
aquí hay técnicos muy buenos para lo que haga falta –agua, electricidad,
petróleo– pero al proceso hay que darle gobernabilidad. Podemos tener a los
mejores tecnócratas y el gobierno se puede caer, como ya nos ha pasado, porque
no hay individuos que sepan darle viabilidad política a todo aquello. Entonces,
es fundamental entender que nosotros necesitamos fortalecer nuestro sistema de
partidos políticos y que ellos se tienen que tomar muy en serio eso. También
creo que hay un espacio abierto para gente que quiera montar en serio partidos
políticos que reúnan condiciones de partidos, no solamente ser un logotipo”.
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