Richard Casanova 12 de agosto de 2020
La
muerte ronda en las calles con un cuchillo en la boca, escoltada por el hambre
y el covid-19 pero al gobierno y sus aliados nada de eso le importa, ellos andan
en su comparsa electoral. Muchos dudamos que la realidad permita ese festín
pero a propósito de las postulaciones, en estos días correrá el billete por
esos predios, el dinero que no invierten para atender la crisis o comprar
respiradores, será ofrecido a algunos incautos para que aporten su nombre como
candidatos y financien su campaña en este inmoral fraude.
Me
refiero a personas cuyo ego es mayor que su sentido de responsabilidad y andan
locos por ser candidatos. Algunos creen que hasta pueden ganar y los más
ingenuos o ignorantes, piensan que podrán ejercer como diputados y que esa AN
tendrá la mínima legitimidad que requiere un parlamento.
«Los
espero en la bajadita», como diría Teodoro Petkoff cuando una mayoría se
embarcó en la aventura chavista, sin advertir la tragedia que hoy sufre
Venezuela.
Ese
parlamento será tan inútil como la constituyente cubana, que apenas sirvió para
boicotear a la legítima Asamblea Nacional, burlar la voluntad de los electores
y violar la constitución. O sea, solo para delinquir y este fraude electoral
que cocinan es una nueva trasgresión a la ley, así que participar en él es
agavillamiento.
Surgido
entonces de una larga cadena de delitos, ese será un parlamento doloso que
intentará sostener a un régimen ilegítimo, autoritario, hambreador y corrupto,
pero sólo servirá para reafirmar su vocación delictiva, más nada.
Que
ningún candidato crea que será un diputado de oposición. Para el país y para el
mundo, ese será un parlamento del régimen, ¡punto! Todos serán percibidos
igual, no habrá distinción ya sean «electos» por el PSUV, por esa impudicia
llamada «la mesita» o por las tarjetas de los partidos de oposición que el gobierno
se robó, en otro acto delictivo que se suma a su extenso prontuario.
Cualquier
supuesta diferencia será imperceptible, la polarización los molerá por igual,
todos terminarán reducidos a esa ínfima minoría que el país detesta y
responsabiliza de la tragedia que sufre.
Así
las cosas, si algún opositor cede a la tentación económica o lo domina su ego,
y decide inscribirse como candidato, mejor que entienda que esa será su
incorporación al régimen cubano-militar. Y no esperen respeto ¡nada de eso!
Tampoco
aspiren a ser protagonistas: aunque nacen como actores de «reparto»
–literalmente– en realidad son objetos de utilería, floreros en un escenario,
candidatos de cartón para esta tragicomedia que termina el mismo día de las
«elecciones» pues al otro día tan solo serán simples peones de quienes usurpan
el poder.
Si
en un ataque de ingenuidad infantil, alguno cree que podrá hacer oposición en
esa nueva asamblea nacional (minúsculas adrede), que se baje de esa nube.
Si
ganando contundentemente en el 2015 y con amplio respaldo internacional, el
régimen le arrebató los 2/3 al parlamento, hostigó implacablemente al liderazgo
democrático y pisoteó la constitucional figura de la Inmunidad Parlamentaria
para mantener tras las rejas a varios de sus miembros ¿Qué no harán luego de
consumar este fraude electoral? ¿Por qué permitirían que esos diputados de
cartón abran la boca para decir algo que contraríe al poder o amenace su
hegemonía? Presos irían, sin que nadie los defienda, ni los recuerde.
Ahora,
si quieren participar en esta farsa para cohabitar en el mismo pozo séptico con
los que han desangrado al país, entonces van bien. Allá no los quieren pero
algunas migajas les darán. Y cada quien tiene derecho a convertirse en excremento,
si la paga es buena.
Solo
tengan claro que además de unos dólares, lo único que ganarán en esa
«contienda» será el repudio de la Venezuela democrática, el desprecio de sus
amigos y la vergüenza de su familia. ¡Bienvenidos al chavismo, candidatos!
Richard
Casanova
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