Julio Castillo Sagarzazu 26 de septiembre de 2022
@juliocasagar
Una
vez más, Ucrania regresa de protagonista en la escena geopolítica mundial.
¿Puede Putin perder?
Una
decisión personal de Vladimir Zelensky ha cambiado el curso de los acontecimientos
geopolíticos del mundo. Fue cuando le respondió a los Estados Unidos que no
aceptaba su ofrecimiento de apoyo para abandonar el país junto con su familia,
al comienzo de la invasión rusa. Al contrario, le dijo a Biden que lo que
necesitaba no era un Uber que lo sacara del país, sino armas y apoyo para
rechazar la incursión de Putin.
Si
hubiese aceptado aquella propuesta, hoy estaríamos presenciando una dictadura,
como la rusa, ensoberbecida, amenazando a Finlandia y a los países bálticos y a
un Lukashenko cualquiera en el palacio de gobierno de Kiev.
Es una demostración de cómo la voluntad de un liderazgo (que fue denostado por algunos llamándolo comediante, payaso y provocador), puede transformar las realidades y propiciar cambios sustanciales en el statu-quo. De ello, deberían tomar nota muchos dirigentes en el mundo y en Venezuela también.
Hoy,
Ucrania regresa a protagonizar en el escenario de la geopolítica mundial, luego
de que una espectacular contraofensiva militar haya arrebatado a un ejército ruso
desmoralizado más de 10 mil kilómetros cuadrados que habían sido ocupados desde
el inicio del conflicto.
Pero,
a justo título podemos preguntarnos: ¿Qué novedades tiene la situación hoy en
día? Pues tiene y son muchas. Podrían señalarse como las más importantes, las
siguientes:
1. Ha
acentuado el aislamiento de Putin. En efecto, que aliados tan importantes como
China y Turquía, hayan tomado distancia de él en sus últimas posiciones
públicas (sobre todo las amenazas abiertas del uso de armas nucleares), son un
cambio notable.
2. El
anuncio de la movilización de mas de 300 mil reservistas, pone de manifiesto el
fracaso de la “operación especial” en Ucrania y convierte el conflicto,
“técnicamente” hablando, en una guerra abierta con todas las consecuencias
geopolíticas que ello implica. Este es quizás el anuncio de mayores
consecuencias. A lo interno, ya la sociedad rusa comienza a dar señales de
resquebrajamiento de la unidad nacional que todos los conflictos bélicos
necesitan. Consecuencialmente, la estampida de todos los susceptibles de
movilización, que ya se advierte en los medios del mundo entero, va a crear
problemas fronterizos y a perturbar las relaciones con otros estados. Como todo
éxodo (y los venezolanos sabemos de eso) provocará desestabilización en ambos
lados de las fronteras.
3. Ya
hace meses la OTAN había anunciado la creación de la fuerza de respuesta rápida
de 100 mil efectivos. No cabe duda que la movilización decretada por Putin
acelerará la implementación de esta decisión. ¿Qué significa, además de lo
militar, esta iniciativa? Pues ella tiene una significación social y política
muy grande: Crear esa fuerza implicará que se pongan en marcha mecanismos
logísticos que impactarán la vida de Europa. Una de las consecuencias
previsibles es que atraerá a miles de jóvenes migrantes que, con la promesa de
regularización de su situación para ellos y sus familias, seguramente se
ofrecerán para alistarse, como ocurrió en los Estados Unidos en las guerras de
Corea y Vietnam.
4. El
anuncio de Putin va a acelerar igualmente el desarrollo de la industria
armamentista que será la otra gran beneficiada.
5. El
uso de los combustibles, esencialmente del gas, como arma de guerra, por parte
de Putin, va a acelerar igualmente el desarrollo de las energías renovables en
Europa en el mediano plazo, pero en el corto, va a fortalecer el uso de las
nucleares y de los fósiles, para reducir la dependencia energética rusa. Se
trata de otro gran impacto en la economía y en la sociedad de Europa. Aquí
saldrán beneficiados los Estados Unidos y China.
El
primero porque tendrá mercado para su LPG y su petróleo (no se descarta que
Biden se decante por reanudar la explotación masiva de esquistos y se especula
que, incluso, podría retomarse el proyecto del gasoducto de Alaska) y la
segunda, porque comprará combustibles rusos a precio de descuento y porque
crecerá la dependencia de ese país respecto de la potencia asiática. Rusia, con
su economía seriamente tocada, podría terminar “colonizada” por China.
6. Una
eventual derrota militar total de Putin no es descartable. En efecto, no es
descartable que hasta la ocupación de Crimea se ponga en el debate. Ya Zelensky
lo señaló y hasta Erdogan ha utilizado el eufemismo de un “fin digno” de la
guerra, asomando que el tema de Crimea debería ser resuelto. Una derrota de
esta naturaleza, aunque no tenga necesariamente consecuencias directas e
inmediatas sobre su permanencia en el Kremlin, va a trastocar la ecuación del
poder político en el mundo. El caso Venezuela puede ser paradigmático. De todos
los aliados de Maduro, el único que podía partir una lanza en su favor,
asomando una aventura militar, es Vladimir Putin. Un Putin derrotado queda
amarrado para una iniciativa de esa naturaleza y le quita a Maduro la posibilidad
de “bluffear” en esa materia.
Es
sobre este último aspecto sobre el que interesa puntualizar. Luego del Informe
de la Comisión de la ONU sobre la determinación de responsabilidades en la
violación de los derechos humanos en el país y de la declaración formal del
gobierno norteamericano sobre los límites de su paciencia si no hay avances en
una negociación en Venezuela, el margen de Maduro para maniobrar y hacerse el
policía de Valera, se reduce.
Los
problemas internos de Irán; los desvaríos de Petro y la falta de “solidaridad
automática” de gobiernos como el de Boric, vienen a añadirse al cóctel de sus
dificultades. Se trata de un buen momento para la presión internacional y
nacional para lograr avances internos que hagan más fácil el cambio político que
desea más del 80% de los venezolanos. Hay condiciones para que decisiones
firmes como la de Zelensky abonen ese camino.
Hay
autobuses que solo pasan una vez.
Julio
Castillo Sagarzazu
@juliocasagar
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