Ismael Pérez Vigil 24 de septiembre de 2022
@Ismael_Perez
A la memoria de Olga Ramos y
Rafael Macquhae,
rocas de la sociedad civil,
Impenitentes luchadores por la democracia,
la libertad y una educación
libre y de calidad, descansen en paz, amigos…
Siempre
que se habla de las formas prácticas de combatir ese sentimiento de angustia y
pesar que acogota a todos los venezolanos, la desesperanza, invariablemente
pienso en la resistencia de los ciudadanos y de la sociedad civil al régimen
que nos asola desde 1999.
Desde siempre y de muy variadas maneras, la sociedad civil, los ciudadanos, han estado presentes en la historia política de Venezuela; pero, especialmente desde 1999, que empezó este régimen de oprobio, que continua hasta hoy, nadie contaba, mucho menos el propio Chávez Frías, que la muerte de los partidos políticos, que él propicio, no sería tan definitiva y mucho menos contaba con el surgimiento de este actor que le ofrecería una denodada resistencia: El ciudadano, organizado como sociedad civil.
Antes
de continuar aclaro que, para este concepto tan amplio y algo esquivo, adopto
el criterio que sociedad civil (SC) es para mis análisis lo diferente a
partidos políticos, organizaciones religiosas, sindicatos y obviamente
organizaciones militares. Se trata, entonces, de ciudadanos organizados para
actuar política y socialmente, por ejemplo, pero al margen de los partidos y
cuyo objetivo no es la búsqueda del poder.
El
“comienzo” de lo actual.
Paradójicamente,
la actividad política de dos personajes −por muchos motivos antagónicos y
opuestos−, Carlos Andrés Pérez y Hugo Chávez Frías, va a ser pieza fundamental
en el surgimiento y desarrollo de ese actor político que, sin ser nuevo, pues
como dije, está presente a todo lo largo de nuestra historia política, pasa a
ser fundamental de 1999 en adelante.
Desde
un punto de vista positivo, el impulso a la privatización de las empresas del
estado, la descentralización, el impulso a la elección directa de los
gobernadores y la elección nominal de los diputados al Congreso Nacional, entre
otras políticas desarrolladas durante el segundo gobierno de Carlos Andrés
Pérez, abrieron las puertas para una entrada, más sólida, en la política, de
este actor.
Desde
un punto de vista negativo, Hugo Chávez Frías, con su prédica antipolítica y
contra los partidos y a la vez propiciar que fueran los ciudadanos y la
sociedad civil los únicos que participaran en la elección de la Asamblea
Constituyente de 1999 −que él convocó y cuyos términos, parámetros y
contenidos, él definió e impuso−, fue también un impulso para que, como actor,
la SC, se manifestara, de manera decisiva. Todos recordamos que en 1999 en las
regulaciones con las que se convocó a una Asamblea Constituyente, a la sociedad
civil se le dio preeminencia y todo el espacio; pero, no tardamos en descubrir
que en realidad esto no era así, sino que se trataba simplemente de una forma
más de restar importancia y relegar a los partidos políticos. Desde entonces,
la arremetida de este régimen en contra de la sociedad civil, no ha cesado.
El
“chavomadurismo” contra la sociedad civil.
Las
instituciones controladas por el régimen, desde sus inicios, han arremetido
contra la sociedad civil. Por ejemplo, el TSJ con varias sentencias dictadas
por la Sala Constitucional, en las que se alude a la sociedad civil, se ha
disminuido, confiscado o menoscabado sus funciones. Las arremetidas de la
Asamblea Nacional, controlada por el régimen, han sido también notables:
limitando su papel en el CNE, con intentos de legislación para controlar sus
recursos; y desde luego, las tentativas de control, la persecución a sus
lideres y la criminalización de sus actividades, por parte del gobierno de
Nicolás Maduro, especialmente desde 2018; y estos son solo algunos de los
ejemplos, de los que no voy a entrar en detalles, pues no voy a repetir lo que
he dicho en otras ocasiones (ver Nueva Arremetida Contra la Sociedad
civil, https://bit.ly/3wAsNR4)
En
estos 23 años se han emprendido innumerables iniciativas para salir de este
régimen de oprobio: huelgas empresariales, paro petrolero, intentos de golpe de
estado, intentos de rebeliones militares, manifestaciones gigantescas, miles de
protestas al año, hemos votado innumerables veces, nos hemos abstenido, hemos
dialogado y negociado, designamos un gobierno paralelo, etc., y nada ha dado
resultado, produciendo esta situación de desánimo y desesperanza que nos
agobia.
Pero,
a la vez surge de todo esto una reflexión que no podemos olvidar, aunque
algunos lo hacen y el gobierno la exacerba: el régimen con sus incontables
recursos, que ha utilizado a discreción para comprar voluntades y conciencias y
a pesar de todo su poder realizando amenazas, chantajes, intimidación,
represión a mansalva, inhabilitación de candidatos y partidos, forzando a miles
al exilio, llenando las cárceles de presos, con juicios amañados y sin defensa,
torturas y violación comprobada de derechos humanos, etc., no ha logrado
eliminar a la oposición, sacarla del juego, evitar que de todas maneras se
manifieste y surja. Ese es nuestro principal activo en esta lucha, que no
podemos dejar de lado y despreciar, porque es el argumento más fuerte que tenemos
contra la desesperanza. Así que, veamos cómo se dio este proceso, desde sus
orígenes.
Matizando
a la sociedad civil.
En
buena parte esa resistencia de la SC se debe a que ha surgido con fuerza y se
ha fortalecido desde 1999, con sus oenegés y la actividad de los ciudadanos y
vuelve siempre por sus fueros; pero se hace necesario matizar esta actividad,
pues me preocupa que se deifique y la cierta sobrevaloración que hacemos de
ella.
La SC
siempre ha sido celosa de su independencia, sobre todo de los partidos; pero
estamos conscientes que en Venezuela, por acción u omisión, todo fue creado por
los partidos −los sindicatos, los gremios, incluso los grupos vecinales−; no
obstante, precisamente, la caída en desgracia de los partidos y la arremetida
que sufrieron desde 1999, fue creando el espacio para que surgiera y se hiciera
más fuerte el fenómeno de la SC, con algunas importantes diferencias de la SC,
llamémosla histórica, que se manifestó tan ligada a los partidos políticos
desde 1958 y que participaba en las campañas electorales apoyando diferentes
candidatos, sobre todo de la partidos principales de entonces: Ad y Copei.
Sociedad
Civil y régimen de Chávez Frías.
La
primera manifestación de resistencia ciudadana y de la SC al régimen impuesto
por Hugo Chávez Frías desde 1999, fue la participación de cientos de ciudadanos
buscando firmas para postular candidatos y luego elegirlos para conformar la
ANC de 1999. Allí tuvimos, los que participamos activamente en la actividad, el
primer atisbo de que no es posible derrotar en lizas electorales a las
maquinarias partidistas. Luego vinieron otras protestas contra el régimen. De
especial mención la de las mamás, en aquellas jornadas de protesta, por todo el
país, en las plazas públicas, en defensa de la educación libre y contra del
decreto 1011, bajo la consigna: “con mis hijos no te metas”. Y tantas otras,
que en estos 23 años, con ese impulso de resistir y combatir a Hugo Chávez, su
constituyente y su régimen, desarrollaron un verdadero “boom” que al régimen,
que lo propició, se le fue de las manos. Surgieron entones cientos de
organizaciones, ligadas a la actividad política, a la resistencia, gente muy
crítica que quería hacer oposición y quería hacer política, pero no lo quería
hacer en los partidos, bien porque estaban desprestigiados o porque esos
ciudadanos no eran capaces de tolerar la disciplina de los partidos.
Los
ciudadanos, resistiendo al régimen que se imponía, formaron sus propias
organizaciones, a las que se sumaron los disidentes de los partidos, que antes,
al desgajarse de su partido de origen, formaban otro y que ahora forman una
oenegé. Y también, al sumarse a esa resistencia las oenegés que ya estaban
formadas para atender problemas educativos, ambientales, de salud, etc…y que
comenzaron a involucrarse en la política, fueron formando una numerosa e
intrincada red.
Sociedad
civil hoy.
Hoy
tenemos, entonces, cientos de oenegés, cercanas al millar, de organizaciones
con motivación específicamente política. Organizaciones que por momentos, es
verdad, se comportan, dividen y tienen disputas muy similares a la de los
partidos, pero con la diferencia que no están diseñadas, como tales, para
luchar por el poder, aunque algunas lo quieren hacer y reemplazar a los
partidos. Obviamente estas organizaciones no se comportarán igual cuando
retornemos a la democracia y será allí, cuando nadie las persiga ni acose, que
van a probar su verdadero valor, pues podrán ser una verdadera fórmula de
control ciudadano sobre el desempeño de los gobiernos, locales y nacional. Toda
esa energía, volcada hoy hacia la actividad política y el rescate de la
democracia, podrá dirigirse el día de mañana a resolver de manera eficaz y
eficiente, acuciantes problemas sociales y económicos del país; siempre que no
olvidemos, como ocurrió en el pasado, especialmente desde 1958, que los
políticos están allí porque nosotros los pusimos allí y dejamos de
controlarlos, los abandonamos a su suerte o su buen saber y entender, pues
preferimos la vida profesional, la vida académica, dedicarnos a las empresas
y la actividad económica, etc. Perdimos todo control sobre la acción de
gobierno y sobre la posibilidad de contribuir como ciudadanos a enfrentar los
problemas del país, desde una perspectiva que no suponga obtener prebendas
políticas, figuración o cargos.
Cómo
prepararse.
Ciertamente
hoy tenemos muchas oenegés, muy activas algunas, pero una gran indiferencia
ciudadana hacia la política, hacia los partidos y hacia las propias
organizaciones de la SC que se dedican a la política; ¿Qué se puede hacer para
que los grupos locales y vecinales, arremetan contra la desesperanza y como en
el pasado, se organicen para votar y sobre todos para defender los votos?
Creo
que la respuesta es mantenerlos allí, en ese nivel local, formando redes
sociales y políticas, fuertes por su versatilidad y eficaces por su constancia
y tenacidad; y desde allí, con posiciones firmes, velar porque las decisiones
se tomen democráticamente. Esa es una forma además de crear “capital social”,
pues la gente se vuelve demócrata, viviendo democráticamente, tomando
decisiones por consenso, tolerando y aceptando las diferencias, siendo
flexible. No tenemos democracia en el país, pero la podemos tener en la
comunidad en la que vivimos y nos desempeñamos, en el grupo de vecinos, en el
barrio, en el liceo, en las universidades, los gremios, en la comunidad
inmediata, en nuestras oenegés; y que comprendan que ese problema, local y
vecinal, con el que lidian todos los días, no se va a resolver completamente
sin conexión a lo general y por eso hay que dar el salto a lo general, a lo
político. Para cuando lo den, ya habrán aprendido a vivir en democracia, a ser
flexibles y tolerantes, a aceptar las decisiones de los demás. Habremos
aprendido lo que es la democracia.
Sociedad
civil y “grupos de electores”.
Eso
implica aprovechar todas las oportunidades que se presenten y una forma de
combatir ese pesar de la desesperanza; por ejemplo, aprovechar que el CNE ha
abierto un lapso para que se registren e inscriban “Grupos de Electores”; esto
se puede hacer en el nivel local, vecinal, para que los ciudadanos organizados
en sus vecindarios puedan presentar o apoyar candidatos; es también una manera
de presionar y poner a las organizaciones políticas en la posición de que
acepten las reglas del juego democrático de los ciudadanos y sus aspiraciones.
Éste es un simple ejemplo de una manera de comenzar un proceso, real, de
organización y construcción de redes, de organizaciones políticas al alcance de
cualquier ciudadano, en donde los ciudadanos puedan participar sin renunciar a
su condición de tal, al espacio vital que conocen y dominan.
Conclusión.
A
pesar de todos sus esfuerzos, la sociedad civil venezolana, aun cuando no ha
sido exitosa en su empeño de salir de este régimen de oprobio, ha resistido y
sobrevivido y ha logrado crecer, en número, en miembros y en determinación. Le
quedan dos tareas importantes, una inmediata y otra pendiente.
La
inmediata, creo yo, es conectarse con las primarias opositoras, sobre todo en
el exterior; tal como ya mencioné la semana pasada −en Contradesesperanza, https://bit.ly/3Ln0OLR −,
esa es una tarea que perfectamente puede quedar completamente en manos de la
sociedad civil, siempre y cuando se lleguen a acuerdos básicos de aceptar los
resultados, de incorporarse todos a la campaña del ganador y en el propósito de
llevar una respuesta a un país que espera y hoy muere de mengua y abandono;
acuerdos que sean respetados por los precandidatos y partidos que compitan;
aunque si no lo hacen, de todas maneras la SC les sabrá pasar la factura.
Y la
tarea pendiente, desde hace muchos años, es ayudar y presionar a los partidos
políticos a profundizar en su renovación y en sus procesos de reorganización;
una manera, a nivel local y vecinal, es ayudar a incorporar cada vez más
ciudadanos a la tarea de resistir y se me ocurre que una fórmula puede ser
organizando los “grupos de electores”, que ya mencioné, que muestren a
ciudadanos y partidos una vía y una forma de organizarse, de ser tolerantes y
flexibles, de desarrollar democracia desde la base.
Ismael
Pérez Vigil
@Ismael_Perez
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Para comentar usted debe colocar una dirección de correo electrónico