JUAN DIEGO QUESADA 28 de septiembre de 2022
@jdquesada
Un cruce de mensajes a los que ha tenido
acceso EL PAÍS demuestran que EE UU frenó el primer vuelo Bogotá-Caracas de
Conviasa, la aerolínea estatal venezolana
El primer vuelo Bogotá-Caracas operado por Conviasa iba a certificar en el aire el restablecimiento de relaciones entre Venezuela y Colombia después de tres años de apagón. Sin embargo, Estados Unidos desplegó todo su poder diplomático para frenarlo, pese a que Gustavo Petro y Nicolás Maduro así lo habían acordado. Esta ha sido la primera vez que Washington apercibe a un país por agendar vuelos con la aerolínea estatal venezolana, que viaja sin problemas a otras partes del mundo como España o Ecuador. “Las personas y entidades que ayuden materialmente, patrocinen o brinden apoyo financiero, material o tecnológico, bienes o servicios, en apoyo a Conviasa, puede exponerse a sanciones. Alentamos al Gobierno de Colombia a negar derechos de aterrizaje”, hizo saber EE UU a través de un cruce de mensajes a los que ha tenido acceso a EL PAÍS. Ese avión nunca llegó a despegar.
La
respuesta de Venezuela a la prohibición ha sido desafiante y deja a Colombia en
medio de una disputa. Califica la medida como coercitiva, unilateral e ilegal.
“Una acción contra Conviasa en un país distinto o derivada de una coerción
ejercida por autoridades a ese país (...) contravendría el Derecho
Internacional Público”, escribió enérgico el Gobierno chavista. Aun así, el
vuelo no se ha llevado a cabo, por lo que Caracas ha dado un paso más. Wingo,
una aerolínea panameña que ya contaba con autorización para cubrir esa ruta y
vendía billetes a pasajeros desde hace dos semanas, ha contado que el Gobierno
chavista le ha pedido que suspenda temporalmente su actividad. “Quedamos a la
espera de las decisiones finales que adopten las autoridades para su reinicio”,
explicó la empresa en un comunicado. Es decir, Venezuela, por el momento, no va
a permitir que ninguna compañía aérea opere entre los dos países. Ha sido su
forma de protestar ante la presión de Washington.
EE UU
confía en que el nuevo presidente de Colombia haga de mediador con Maduro y lo
convenza de regresar a la mesa de negociación en México, donde el Gobierno
chavista y la oposición trataban de acordar, entre otras cosas, la celebración
de unas elecciones presidenciales con garantías en 2024. Petro ya le ha hecho
saber también a Maduro que le
gustaría que Venezuela regresara al sistema de justicia interamericano, que
serviría de garante para los ciudadanos que sufren arbitrariedades en los
tribunales locales. El Gobierno de Joe Biden ve el acercamiento entre Petro y
el Gobierno chavista como una oportunidad para salir del bloqueo en el que se
encuentra Venezuela desde hace años. Sin embargo, considera que Caracas debe
realizar algunos gestos de apertura que por el momento no ha dado, y hasta que
eso no ocurra se va a mantener inflexible con las sanciones.
Conviasa
permanece en la lista Clinton, una relación de empresas y personas a las que el
Departamento del Tesoro de EE UU acusa de lavado de activos. “(La aerolínea) ha
sido identificada públicamente como propiedad bloqueada, en la medida en que
sea compatible con sus obligaciones legales internacionales y nacionales”,
recalcó la diplomacia americana. El mensaje era claro: aténganse a las
consecuencias en caso de dejar volar a Conviasa en territorio colombiano. La
petición es llamativa porque la aerolínea conecta Caracas con otros países que
mantienen buenas relaciones con Venezuela, como México, Irán, Rusia o Perú,
pero también con otros no tan alineados como España, Bolivia y Ecuador.
El
Gobierno de Maduro señaló que ninguno de esos países con los que tiene conexión
habían recibido ninguna advertencia. “Conviasa ha venido operando de manera
frecuente y normal en diferentes países del continente americano y del mundo,
estableciendo acuerdos comerciales y ampliando significativamente sus
operaciones y servicios internacionales, sin que hasta ahora ningún país fuese
advertido por autoridades estadounidenses de una supuesta violación al ilegal
régimen de sanciones de los EE UU”, agregó.
Petro
ha quedado costreñido entre dos lealtades. Por un lado, reconectarse con
Venezuela le permite negociar
de una manera más eficaz con el ELN, una guerrilla colombiana con presencia
en territorio venezolano, y le abre posibilidades económicas que hasta ahora
permanecían estancadas. Al mismo tiempo, la relación con EE UU es fundamental.
Negociar la rendición de carteles de la droga y grupos delincuenciales, como
quiere Petro, resulta inviable sin el apoyo de Washington. Biden
presupuestó 453 millones de dólares en 2020 para ayudar en la lucha contra las
drogas en Colombia.
Esta
ha sido la primera ocasión en la que los intereses del triángulo
Washington-Bogotá-Caracas han chocado, pero seguramente no será la última.
Hasta que Maduro no regrese a la mesa de negociación con la oposición la
situación será tensa. El reto pone a prueba la capacidad como mediador de
Petro.
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