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domingo, 27 de agosto de 2017

Izquierda sin moral por @leomoralesP


Por Leonardo Morales P.


La izquierda latinoamericana, siempre se autoproclamó como una opción política capaz de adelantar los cambios y transformaciones sociales que conducirían a los pueblos a liberarse de las cadenas que le impedían el pleno desarrollo de sus sociedades; la dependencia a centros de poder que imponían políticas en la región de acuerdo a sus intereses y la corrupción, fueron argumentos de ayer y de ahora.

La historia de los países de la región ha variado según el tiempo; por varios años las dictaduras dominaron la escena en buena parte de estos países. El proceso de transición a la democracia obtuvo un gran impulso con el fin de la llamada Guerra Fría .De esas dictaduras militares que llenaron de luto y terror a todas las sociedades donde implantaron su régimen solo queda el recuerdo y la aspiración de justicia. Al día de hoy, solo queda como lunar cancerígeno el régimen comunista implantado en Cuba

Desde finales del siglo pasado y lo que va de siglo presente las cosas han variado. La izquierda, una vez desandado el camino de la violencia, ha venido ocupando un lugar prominente en la vida de la sociedad latinoamericana; importantes dirigentes, curtidos un luchas obreras y destacados luchadores contras las dictaduras de su tiempo, lograron, a través de elecciones democráticas, alcanzar el poder: Lula en Brasil, Bachelet en Chile, Chávez y Maduro en Venezuela, los Kirchner en Argentina, Ortega en Nicaragua, y otros tantos han, izando las banderas de la igualdad, gobernado sus respectivas naciones.

Muchos han escrito sobre este episodio en la vida de los países latinoamericanos, no obstante, siempre será necesaria pasar revista sobre ellos para tratar de conseguir respuestas a algunos temas que, de tanto en tanto, reaparecen. Comparten los partidos y líderes de izquierda una misma visión sobre como adelantar los cambios en sus respectivos países; su desempeño en el manejo de los fondos públicos es moralmente inobjetable. Son algunas interrogantes que siempre aparecen en al panorama político.


Un líder indiscutible del izquierdismo que trasciende las fronteras de Venezuela y de Latinoamérica como Teodoro Petkoff, en su libro “Dos Izquierdas”, (2005), hizo un importante aporte a esa revisión. Allí dejaba establecido la existencia de una izquierda genuinamente democrática y otra que si bien se había hecho del poder por medio de las elecciones, era notable su devaneo por posturas no muy democráticas, a quienes tildó como la “izquierda borbónica”.

Lo que está en duda es la conducta moral de la izquierda latinoamericana, independiente de la clasificación de Petkoff, de uno y otro lado hay un desempeño moral que va en contrapelo con lo vociferado en torno del manejo de los recursos públicos; de la llamada izquierda democrática, Lula y Dilma, en Brasil aparecen señalados de manejos oscuros y cobro de comisiones. Petrobras y Odebretch han colocado al liderazgo más importante de la izquierda brasileña en tela de juicio.

No solo allí se ventean malos olores. El hedor llega al norte del gigante del sur salpicando a ese tipo de izquierda de dudosas convicciones democráticas, pero con prácticas similares a sus socios del sur: Chávez, Maduro y otros dirigentes han venido siendo señalados de recibir de manos de contratistas brasileños aportes para sus campañas electorales, ahora, la pestilencia aumenta con las revelaciones de Fiscal chavista, Luisa Ortega Díaz, quien aporta informaciones sobre las enormes sumas pagadas por Odrebretch a líderes del gobierno chavista y, además, del redondo negocio en que se ha convertido destruir la industria nacional para importar todo desde el exterior a precios de dólar controlado.

El rápido florecimiento que observó la izquierda latinoamericana va ahora en retroceso no solo porque en algunos de sus gobiernos fueron poco eficaces, sino porque moralmente tienen poco que ofrecer. Una dirigencia que conduce el poder para enriquecerse con los dineros públicos, nada tiene que decir sobre pulcritud y honestidad en el ejercicio de la función pública.

26-08-17




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