Por Andrés Cañizález
No tengo registro en mi
memoria, ni he encontrado datos en una búsqueda rápida en Internet. Asumo,
entonces, que es la primera vez que el propietario de un medio de comunicación,
al menos en el mundo occidental, es colocado en la lista de “más buscados” por
parte del gobierno de Estados Unidos.
Se trata de Raúl Gorrín,
propietario del canal Globovisión,
otrora una referencia informativa en Venezuela y hoy devenido en un medio
insípido, sencillamente prescindible cuando de brindar información se trata.
Inocuo es Globovisión y el
resto de canales de televisión abierta en Venezuela. Si uno quiere saber qué
está pasando en el país no sale corriendo a encender la televisión como en el
pasado. Y no es una tendencia sólo de los sectores sociales medios o altos.
Hace un mes pude asistir a
un taller con líderes sociales en una barriada popular. Aproveché de aplicar un
instrumento para saber qué están haciendo los pobres ante la desinformación.
Ninguna de las 78 personas que respondieron dijo usar la televisión abierta
para informarse. Es un dato bastante relevante.
Volvamos sobre Gorrín. Si
bien sobre él no pesan acusaciones directamente en relación con su canal de
televisión, es muy posible que tarde o temprano eso que las autoridades de
Estados Unidos llaman como “conspiración para lavado de dinero y nueve cargos
de lavado de dinero”, termine dejando en evidencia la trama sucia detrás de la
compra y venta de medios en Venezuela.
Globovisión, Cadena
Capriles, El Universal, Notitarde, son algunos medios vendidos de forma opaca,
por decir lo menos. En el caso de Gorrín, en tanto, aquella opacidad de 2013
cuando se concretó su venta, deja al descubierto hoy que estamos ante un
operador financiero de lo que comúnmente se ha llamado la “boliburguesía”.
Ni tan empresarios ni tan
independientes
Estamos ante personas que
mantuvieron una fachada de empresarios privados “independientes”, como tapadera
mientras que en simultáneo hicieron negocios de diverso tamaño y tipo con el
chavismo. Y allí entramos a una de las zonas de contradicción de esta historia.
Si finalmente queda al
descubierto que Globovisión fue comprada con dinero mal habido, fruto directo
de la corrupción con fondos públicos, será una tarea futura revisar dicha
transacción por las autoridades que investiguen los desmanes del chavismo. Ese
tiempo llegará.
Por ahora, la decisión de
Washington de exponer públicamente a Gorrín permite tener una luz roja
encendida sobre las actuaciones del canal y de su propietario. E insisto en
esto. Ya que no puede desligarse a Raúl Gorrín de lo que transmite Globovisión.
En realidad el medio debe verse con unos anteojos que nos recuerden quién es
Gorrín.
En esa dirección, invito a
revisar el trabajo de “investigación” del canal en su página web: Maibort
Petit, una fábrica de noticias falsas que inundan las redes. No me cuento
entre los fanáticos de esta periodista venezolana radicada en Estados Unidos,
pero ello no me impide ver y enjuiciar una burda pieza que busca
descalificarla.
Otra perla de ese estilo,
esta vez contra Lilian Tintori la esposa del dirigente Leopoldo López: La
pava negra de Lilian Tintori dejó su marca de origen en la derecha. Y así
vamos. Es GorrinVisión.
26-11-19
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