Jaime Moreno 22 de noviembre de 2019
@jaimemorenog
“La ruta de la infamia” es como se le conoce al viaje
que emprenden todos los días miles de venezolanos desde la ciudad fronteriza de
Cúcuta, hacia Bogotá. La distancia total entre las dos ciudades es de 556
kilómetros, pero los primeros 122 kilómetros son los más difíciles.
“La ruta de la infamia” es como se le conoce al viaje
que emprenden todos los días miles de venezolanos desde la ciudad fronteriza de
Cúcuta, hacia Bogotá. La distancia total entre las dos ciudades es de 556
kilómetros, pero los primeros 122 kilómetros son los más difíciles.
Cientos de mujeres, niños y hombres se ven obligados a
caminar sobre el borde de una carretera inclinada y angosta, en medio de
extremas condiciones climáticas además de la carga emocional que acompaña a los
refugiados migrantes.
Venezuela 360 siguió
paso a paso a algunos de los caminantes en el inicio de la ruta. En ese
trayecto el mayor desafío para los refugiados-migrantes es el ascenso al páramo
de Berlín, ubicado a 3.300 metros de altura en donde las temperaturas caen
hasta los cero grados centígrados.
En el recorrido se evidencia que los caminantes no
cuentan con los recursos adecuados para enfrentar la magnitud del reto. La
mayoría no poseen ni siquiera los zapatos ni con la ropa adecuada para protegerse
del frío del páramo.
Ante la escasa asistencia institucional durante el
trayecto, personas de buen corazón como Martha Duque y Douglas Cabeza, han
asumido el cuidado de los migrantes. Ambos convirtieron sus casas en albergues
para que los caminantes pasen, al menos una noche en condiciones dignas en
medio de su drama y tengan la opción de recibir una comida caliente que les de
ánimos físicos y emocionales para continuar su travesía.
Pero no todos los refugiados-migrantes cuentan con la
suerte de encontrar almas caritativas como las de Martha y Douglas. En el
sector más difícil del trayecto que Venezuela 360 acompañó,
el equipo periodístico pudo comprobar que no existen refugios en un trayecto de
47 kilómetros, la distancia entre Pamplona y el Páramo de Berlín. Si la noche
alcanza a los migrantes en medio de ese terreno, no encontrarán dónde
pernoctar, porque a estas alturas de la crisis, ya los locales le cierran las
puertas a quienes buscan refugio. Las expresiones de xenofobia, no han
permitido la instalación de más albergues, lo que suma otra dificultad a esta
“ruta de la infamia”.
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