Por Fernando Pereira
Basado en los informes de
los actores humanitarios, hay un aumento del número de mujeres adolescentes
embarazadas que presentan cuadros de mala nutrición, con carencia de nutrientes
esenciales para el buen desarrollo del bebé. Estos bebés tienen alta
probabilidad de nacer con bajo peso y desarrollar desnutrición“, alerta
reciente de la Oficina de las Naciones Unidas para la Coordinación de Asuntos
Humanitarios (Ocha) según podemos leer en Efecto Cocuyo.
Si quedan dudas sobre las
implicaciones de tal aseveración, “Niños, alimentos y nutrición” las puede
despejar. Es el Estado Mundial de la Infancia (2019) informe anual con el
balance que presentó recientemente el Fondo de las Naciones Unidas para la
Infancia (Unicef). El documento destaca lo que denomina “La triple carga de la
malnutrición –la desnutrición, el hambre oculta y el sobrepeso– amenaza la
supervivencia, el crecimiento y el desarrollo de los niños, los jóvenes, las
economías y las naciones”.
Efectos perjudiciales de la
triple carga de la malnutrición en mujeres embarazadas:
Desnutrición: retraso en el
crecimiento y bajo peso (Complicaciones perinatales. Prematuridad y bajo peso
al nacer. Enfermedades crónicas en el futuro para el niño)
Hambre oculta: carencias de micronutrientes (Mortalidad y morbilidad materna. Defectos del tubo neural en recién nacidos. Prematuridad, bajo peso al nacer y desarrollo cognitivo deficiente en los recién nacidos)
Sobrepeso: incluyendo obesidad (Diabetes gestacional y preeclampsia. Complicaciones obstétricas. Sobrepeso y enfermedades crónicas en el futuro para el niño)
Efectos de la triple carga
en niños y adolescentes:
Desnutrición: retraso en el
crecimiento y emaciación o adelgazamiento patológico. (Crecimiento deficiente,
infección y muerte. Cognición deficiente, falta de preparación para la escuela,
bajo rendimiento académico. Un reducido potencial de ingresos más tarde)
Hambre oculta: carencias de micronutrientes. (Desarrollo y crecimiento deficientes. Problemas para la inmunidad y el desarrollo de los tejidos. Mala salud y riesgo de muerte)
Sobrepeso: incluyendo obesidad (A corto plazo: problemas cardiovasculares, infecciones y baja autoestima) (A largo plazo: obesidad, diabetes y otros trastornos metabólicos)
Si a algún funcionario le
puede parecer exagerado, es ahora la Organización de las Naciones Unidas para
Alimentación y la Agricultura (FAO) la que en reciente data destaca:
“Las tasas de mortalidad
infantil y neonatal se han reducido en la mayoría de los países del
continente americano, excepto en Venezuela. Según el Panorama de la seguridad
alimentaria y nutricional en América Latina y el Caribe 2019, Venezuela es el
cuarto país de la región con mayor tasa de mortalidad neonatal, con 19,8
muertes por cada 1.000 nacidos vivos, solo por detrás de Haití, Dominica y
República Dominicana. La tasa de mortalidad infantil en menores de cinco años
es aún mayor: de acuerdo con los datos más recientes, supera las 30
muertes por cada 1.000 nacidos vivos”, Efecto Cocuyo.
Comprometido el presente y el futuro de generaciones afectadas en sus capacidades físicas y sociales. Niños sentenciados o condenados a estar rezagados si sobreviven.
El Defensor del Pueblo, afirmó
recientemente que los informes de Cáritas Venezuela acerca de la desnutrición
infantil en el país, carecen de “seriedad” y tienen “objetivos
políticos”. Debería la Defensoría leer los documentos de OCHA, FAO y del
propio UNICEF a ver si nos ayuda a enseriarnos.
El propio Estado Mundial de
la Infancia tiene como recomendación fundamental el “Recopilar, analizar y
utilizar periódicamente datos y pruebas de buena calidad para orientar las
acciones y supervisar los progresos La falta de datos adecuados impide a los
gobiernos responder con políticas, estrategias y programas eficaces. Se
necesitan datos precisos y oportunos para comprender el problema de la
malnutrición, adoptar medidas coordinadas y basadas en datos empíricos y pedir
cuentas a todos los agentes… Los sistemas de datos deben ser receptivos y debe
desarrollarse una cultura en la que se compartan los datos y se garantice su
transparencia”.
Tenemos años sin datos
oficiales, confiables, transparentes. Vaya que si la Defensoría del Pueblo
tiene una responsabilidad fundamental para exigirlo. Seamos serios por que el
hambre es implacable.
28-11-19
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