Por Marino Alvarado
La dictadura de Maduro se
sostiene a punta de fusiles. Si tiene que ordenar que se disparen contra el
pueblo, poco le importa. Ya lo demostró cuando en 2017 bañó de sangre las
calles de Venezuela para aplastar la Rebelión Popular. Lo demostró igualmente
en enero-febrero de 2019.
El apoyo popular lo perdió.
Así que ha decidido mantenerse en poder a costa de trampas como las
fraudulentas elecciones de mayo 2018 o la represión masiva y selectiva. Por
ello la Corte Penal Internacional investiga si se han cometido delitos de lesa
humanidad y la Organización de las Naciones Unidas estableció que una Comisión
de Determinación de Hechos investigue las graves violaciones a los derechos
humanos que se han perpetrado desde 2014. Una de esas graves violaciones es la
tortura. La organización Provea denunció esta semana que en lo que va de 2019
han sido asesinadas 21 personas tras haber sido torturadas.
El pasado 13 de noviembre
Maduro anuncia que se repartirá fusiles a los milicianos. No hay medicinas,
muchos de esos milicianos incluso deben padecer la escasez, pero la prioridad
del dictador es seguir distribuyendo armas.
La noticia es preocupante
por varias razones. Exponemos cuatro de ellas. La primera, Maduro y su
cúpula, militarizan cada vez más las labores de seguridad ciudadana. Es decir,
en contravía a la Constitución y la Ley de Policía Nacional, los militares
desplazan progresivamente a las policías civiles en dicha labor. Personal
entrenado para acciones de guerra, son los que se despliegan con la lógica de
combatir un enemigo. Ello es de alto riesgo para los derechos humanos. Un
ejemplo de ello lo constituye la masacre de Barlovento realizada en octubre de
2016 por el ejército en uno de los operativos OLP donde detuvieron, torturaron,
desaparecieron y asesinaron a 12 personas.
¿Dirá algo el Defensor del
Pueblo impuesto por la fraudulenta Constituyente? Cuando era activista de
derechos humanos fue promotor de la desmilitarización de las labores de
seguridad ciudadana y de las políticas pro desarme.
La segunda, el anuncio lo
realiza Maduro tres días antes de la convocatoria a una jornada nacional de
movilizaciones realizada por la oposición. Pareciera entonces que tiene también
un propósito de intimidar y posiblemente de usar contra la protesta. Con los
antecedentes de la masacre por goteo realizada en 2017 contra manifestantes no
hay razones para dudar, que pudiese ordenar a los milicianos enfrentar a
los manifestantes.
La tercera, es que mientras
el país necesita políticas serias y eficientes de desarme, la dictadura no solo
estimula el armamentismo sino que pone a circular más armas, además en manos de
personal muy poco entrenado. Así, en lugar de estimular la paz, promueve
violencia. En lugar de aupar el desarme, lo alienta.
Finalmente, el despliegue de
la milicia y la distribución de fusiles tienen un alto costo. Mientras los
servicios públicos se deterioran, las calles están obscuras, los semáforos no
funcionan, cientos de escuelas están en ruinas y más de 12 centros de salud a
medio construir, la prioridad del gobierno es invertir en armas y en la
presencia militar.
Sin duda Maduro y su cúpula
no solo son represores, sino indolentes y acrecientan el sufrimiento de la
población.
15-11-19
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Para comentar usted debe colocar una dirección de correo electrónico