jueves, 19 de mayo de 2011
El año siguiente
Por Francisco Layrisse
Vamos a una contienda electoral que más que eso luce como el enfrentamiento terminal de dos posiciones absolutamente irreconciliables. Evento que dejará solo un ganador y el perdedor será aniquilado, se le va la vida a una importantísima parte de los venezolanos
El horizonte electoral de las elecciones presidenciales del 2012 pareciera marcar el fin del mundo venezolano. Todo cuanto se hace y se deshace en esta Tierra de Gracia no tiene otro propósito, otro significado, otra justificación sino la que se deriva del beneficio electoral para tan importante evento. El terror ante una pérdida de las elecciones en el sector oficial es motivo de desvelos, de angustias de los pensamientos más sombríos. Muchos personajes del oficialismo no se imaginan a si mismo recuperando su condición de venezolano común, algunos de ellos han olvidado lo que significaba ser ciudadano de a pie. Serán catorce años, para muchos, del disfrute incorrecto de las mieles del poder. Olvidaron que la condición fundamental del funcionario público es su condición de servidor público, que tergiversaron el lema, servir con el de ser servido.
El poder mantener canonjías y prebendas para ese vasto universo de funcionarios públicos es más importante que cualquier otra cosa. Aunado a esto, en la conciencia de muchos de ellos gravita fuertemente la deuda contraída con la sociedad venezolana en general, producto de la malversación, del peculado de las exclusiones, de las lista Tascón y Maisanta. El temor a rendir cuentas por las acciones y omisiones acicatea y pervierte aún más a este grupo de hombres y mujeres en el posible tránsito de ser nuevamente ciudadanos.
Queda una sensación de desolación en la colectividad, cuando lo único importante es ganar las elecciones presidenciales. No importa si para lograr eso sea necesario acabar con lo que sea, sí ello aporta para el triunfo electoral. No importa si lo inmediato va en abierta contradicción con el futuro más allá de la elección presidencial. No importa el futuro de los venezolanos, la única motivación es ganar a como dé lugar las elecciones.
Otro grupo, muy numeroso, de venezolanos centra todo su foco en la venganza, en cobrar los años de afrentas del oficialismo. Las humillaciones, insultos han sido prodigados con toda la desconsideración del caso y muchos se resisten a pasar la página, a buscar puntos de encuentros, a poder vivir con las diferencias sin necesidad de la exclusión y la descalificación.
Vamos a una contienda electoral que más que eso luce como el enfrentamiento terminal de dos posiciones absolutamente irreconciliables. Evento que dejará solo un ganador y el perdedor será aniquilado, se le va la vida a una importantísima parte de los venezolanos.
Que terribles años post electorales nos esperan a los venezolanos, la hacienda pública desmantelada en aras del triunfo presidencial, ya agravada por la persistente crisis de la economía venezolana. Que difícil gobernar un país anarquizado, desmantelado institucionalmente y además de eso sumido en un profundo déficit económico. Aquellos quienes creen que el país vive momentos oscuros, difíciles, no se percatan del abismo hacia donde nos dirigimos. La abundancia habida en el gobierno bolivariano no se tradujo después de catorce años en un mejor país, por el contrario todo indica que inexorablemente se cumple la máxima de todo lo pasado fue mejor.
El futuro post electoral venezolano debiera ser un futuro esperanzador, lleno de los mejores sueños para el país, no importando que en el inmediato plazo las cosas se tornen más difíciles pero donde haya espacio para la esperanza.
Cual corriente será capaz de levantar la bandera de esperanza para Venezuela, el chavismo o la oposición. La que lo logre se llevará el triunfo.
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