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martes, 24 de mayo de 2011

Nuestro pobre país rico


Por Carlos Presencia Jurado
Boletín 40 AIPOP

La vida económica institucional de cualquier país medianamente desarrollado, basa su año fiscal en un documento que se elabora unos meses antes de iniciarse cada año y el cual se llama: “presupuesto de la nación”.

Allí se vuelcan todas las cifras que dan un estimado lo más real posible y a la vez prudentemente conservador, de los ingresos que el país cree va a tener durante ese año por los más variados conceptos. Estos ingresos, estimados con bastante exactitud, le van a permitir programar los gastos y distribuirlos de manera que se puedan cubrir la mayor cantidad posible de las necesidades propias del gasto público, atendiendo además, no sólo a los gastos de inversión a futuro, sino a las acciones inmediatas que se traduzcan a través de obras y ayudas, en hechos concretos para superar la pobreza, resguardar la salud, dar educación y en general mejorar la calidad de vida de los compatriotas, dejando un prudente colchón para los imprevistos. Así ha sido por varias décadas.

Hoy nuestra realidad venezolana es insólita. Un país rico por la gracia de Dios, que ha aprendido con gran facilidad a la regalía de unos ingresos fantásticos, producto de la explotación de los hidrocarburos que emergen de nuestro subsuelo, sin el menor esfuerzo, sacrificio o inteligencia de quienes conducen nuestra nación. Aquella famosa frase: “sembrar el petróleo” quedó en el vacío y muy pocos quieren recordarla.

LO FÁCIL, ES EL LEMA DE HOY.
Venezuela, vende actualmente el barril de petróleo, en promedio, cerca de los 100 dólares americanos, pero en su presupuesto de ingresos, el gobierno lo coloca a 40 dólares por barril, es decir, menos de la mitad real estimada, burlándose así la Ley de Presupuesto y quitándole a las propias necesidades del Estado como un todo, a las gobernaciones y a las alcaldías, más del doble de lo que se les debería entregar, quedándose esa enorme diferencia, que es inmensa, en un pote que será utilizado, sin problemas, según el libre propósito del gobernante. Este insólito manejo, único entre todos los miembros de la OPEP, sigue arrastrándonos a ser un país de pobres, con ingresos de rico.

Estos ingresos extraordinarios y fantásticos, debían permitirnos pasar, de un país con buenos recursos para su progreso paulatino, a ser capaces de transformarnos totalmente, erradicar la pobreza o al menos reducirla considerablemente y a la vez crecer en calidad de vida, especialmente en servicios públicos, vialidad, vivienda para todos y generación de trabajo y riqueza. Sin embargo, la realidad ha sido otra, en estos últimos años de enorme bonanza e ingresos, nuestros servicios se han convertido en un desastre, no sólo de incompetencia, sino de corrupción y abandono y la pobreza sigue campante.

La inflación está carcomiendo todo nuestro sistema económico familiar y un IVA totalmente injustificado, en un país con ese tremendo ingreso petrolero, golpea diariamente el bolsillo del trabajador. Es preciso revertir este despilfarro y lejos de hacer regalías y mejoras a otros países, sin consulta, reconducir esos ingresos extraordinarios, dentro de nuestro presupuesto anual, como siempre ha sido.

Publicado por:
http://www.aipop.org/site/uploads/BOLETIN40.pdf

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