Isabel Pereira Pizani 29 de agosto de 2022
@isapereirap
Con
muchas dudas había aceptado la explicación institucionalista de Douglass North
como la mejor respuesta a las crisis que sacude muchos países y regiones que no
logran encontrar un camino hacia la prosperidad y la libertad.
North afirma que las sociedades que se enriquecen son aquellas que desarrollan instituciones que permiten funcionar a los mercados. Si las instituciones garantizan la seguridad de la propiedad privada, protegen a las personas de la violencia arbitraria y permiten que los precios transmitan la información necesaria sobre los mejores usos de los recursos disponibles, garantizarán un desarrollo económico considerable. Si no logran crear este entorno estable, el desarrollo no sucederá.
North
también explicó en detalle cómo algunas sociedades pueden persistir en mantener
instituciones ineficientes. Cuando una institución produce grandes ganancias
concentradas en una pequeña minoría que tiene interés en abogar por su
mantenimiento, cuando los costos se distribuyen ampliamente de tal manera que
casi nadie tiene interés en oponerse a esa institución. Allí se basa la
categorización de instituciones extractivas aquellas que se cierran en favor de
grupos sin beneficio a la sociedad en su conjunto y las instituciones
inclusivas que por el contrario operan como entidades abiertas a la
participación de todos en la construcción de metas de prosperidad y bienestar.
Producto
de esta interpretación apareció un texto de lectura obligatoria “Por qué
fracasan los países” cuyos autores (Daron Acemoğlu y James Robinson)
siguiendo la corriente institucional entran de lleno en la explicación: ¿Qué
determina que un país sea rico o pobre? ¿Cómo se explica que, en condiciones
similares, en algunos países haya hambrunas y en otros no? ¿Qué papel juega la
política en estas cuestiones? Uno de sus más famosos ejemplos es el contraste
entre Nogales (Arizona) y Nogales (Sonora) dos pueblos limítrofes con la misma
población, cultura, situación geográfica, clima etc. ¿Por qué una es rica y
otra pobre?
Esta
respuesta a pesar de la solidez de las argumentaciones dejaba un sabor amargo
en la boca, a pesar de considerar que el institucionalismo era un cruce entre
economía, sociología y política. Modestamente me preguntaba, las instituciones
no se auto instituyen, no tiene un alma propia que se reivindica en cada
evento, no se autogeneran. Ellas necesariamente, como toda creación inmaterial,
obedecen a un impulso creador, una corriente de energía, de luz que proviene de
alguna entidad que solo puede ser humana y las crea.
En
medio de esta digresión me parecía muy importante analizar el caso Venezuela,
entender cuál era la raíz de nuestros problemas, dónde estaba la fuerza que
había impuesto el camino o modelo con base en el cual se construyeron las
instituciones venezolanas. La respuesta no podía ser otra que husmear en el
liderazgo, en las tesis de los partidos vigentes, en las propuestas teóricas de
los lideres que protagonizaban el océano de nuestra existencia política.
Afortunadamente,
en fecha reciente aparece una respuesta, un camino de búsqueda que sin desechar
el pensamiento institucional trata de llegar a un nivel más profundo, Allí se
encuentra Stefan Dercon con la misma pregunta de Acemoğlu y Robinson: ¿Por
qué unos países ganan y otros pierden?
Dercon
encuentra en sus investigaciones que la salida no radica en un determinado
conjunto de políticas (que podrían calificar a una institución como inclusivas
o extractivas). Argumenta que la respuesta no está en un conjunto específico de
políticas, sino más bien en un «acuerdo de desarrollo» clave, por el cual las
élites de un país pasan de proteger sus propias posiciones a apostar por un
futuro basado en el crecimiento.
Como
cita Orlando Guedez Cakderin “El hecho evidente es que varios países, entre
ellos China, los tigres asiáticos, India y otros, han crecido muy rápido y
sacado a cientos de millones de personas de la pobreza a través de diferentes
estrategias en los últimos años. El economista Stefan Dercon observa que, en
contra de tantas explicaciones divergentes, en todos esos casos existe un
elemento en común que explica la clave de su éxito: las élites (definidas como
los grupos que tienen poder: líderes políticos, empresariales, sindicatos,
intelectuales públicos, religiosos, prensa…) hicieron un pacto por el
desarrollo para orientar la política, la economía y la sociedad hacia el
crecimiento y el progreso.
Dercon
plantea que, al hacer una apuesta por el desarrollo y el crecimiento, las
élites renuncian a proteger sus posiciones y toman el riesgo de cambiar, hacer
los esfuerzos necesarios para crecer y modernizar sus economías”. Esto quiere
decir que superan los egos, egoísmos y ambiciones particulares.
“En
las apuestas exitosas por el desarrollo, Dercon encuentra tres factores
determinantes: (a) los pactos de las élites por el desarrollo deben ser sólidos
y duraderos, de tal forma que permitan un marco estable para el crecimiento, en
donde la paz y la seguridad son fundamentales. (b) Un Estado estructurado y capaz
juega un papel fundamental en el proceso de desarrollo. (c) Las élites y los
grupos involucrados en la apuesta por el desarrollo deben aprender de los
errores y hacer, cuando sea preciso, las correcciones necesarias”
Al
inicio del Gobierno de Chávez, Douglas North visitó Venezuela, con su premio
Nobel bajo el brazo y la creencia de que podría convencer a este nuevo líder de
la imprescindible necesidad de cambiar sus instituciones hacia el progreso. En
ese momento Douglas North quizás no presentía que a quien había que cambiar era
a Chávez y su corte de ideólogos marxistas que luego convertirían a Venezuela
en un país fallido lleno de miseria y ciudadanos protagonizando el éxodo más
grande ocurrido en latino América.
Reflexionemos.
¿Cuán lejos o cerca estamos de fundar un pacto del liderazgo -en todas su
facetas y campos- que nos permita salir de la tragedia en que se convertido
Venezuela y surjan de nuevo las oportunidades y esperanzas que con base cierta
podemos albergar?
Isabel
Pereira Pizani
@isapereirap
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Para comentar usted debe colocar una dirección de correo electrónico