por @ecoscopioweb
La realidad de los Pueblos Indígenas de Venezuela está inmersa ante la crisis social que vive el país, la llegada de la pandemia no solo aisló a las personas, también generó que otras realidades que vivían los Pueblos Originarios se agravaran. El conversatorio indígena venezolano realizado en mayo del 2020 confirmaba la emergencia humanitaria que clamaban los aborígenes y con ella la solicitud de protección para las comunidades, por el enfrentamiento ocurrido días antes en la Cuenca del Caura; donde hubo heridos y la desaparición de un indígena Wayuú. Es necesario recalcar que la situación del Arco Minero del Orinoco tomaba otros rumbos tras el decreto emitido por el Gobierno Nacional el 8 de abril del 2020, autorizando la explotación minera en seis ríos del Estado Bolívar.
A 4 años de la masacre en Guasipati y de los asesinatos de 4 indígenas pemones en Canaima. A 3 años de los asesinatos en Kumaracapay y las muertes de indígenas Warao y Pemón ocurridas en las manifestaciones de enero y febrero por el ingreso de la Ayuda Humanitaria en la frontera Venezuela-Brasil. A 3 años del asesinato de un indígena Jivi en el estado Apure y de 10 indígenas Warao en Mariusa de abril del 2019 y la masacre en Ikabarú en donde también falleció un niño de 8 años. Pareciera que las lágrimas de las madres indígenas no cesarán, pero ¿Cómo dejarán de llorar si nuevamente hace días volvieron a enterrar a otro hijo de la tierra? ¿Cuántas muertes faltan para el exterminio de los originarios?
Este 2022 iniciaba con la terrible situación en el kilómetro 88 en el Estado Bolívar, los enfrentamientos entre los indígenas y sindicatos (estos llamados también terroristas) por el manejo del territorio era alarmante. El paso por esa zona de Tumeremo a las Claritas era extremadamente inseguro. El 20 de marzo los espíritus comunicaban su tristeza por el asesinato de 4 Yanomami, regresaban a los brazos de Omao, Makunaima y su hermano (creador). Entre ellos una mujer dejaba a sus hijos huérfanos, los gritos y el clamor de un pueblo se hacía notar; este hecho ocurrido en el estado indígena Amazonas en horas de la tarde de ese día. Los funcionarios policiales olvidaron la piedad, les invadió los malos espíritus y atacaron a los indígenas. No es algo nuevo, a lo largo de la historia los entes de seguridad (FANB, PE, FAES u otros) siempre han entrado en conflicto con las comunidades indígenas por su imposición y modos de justicia a la población.
Otro hecho tan lamentable fue lo ocurrido el 30 de junio en las calles de Puerto Ayacucho, el asesinato del líder Virgilio Trujillo, indígena Uwöttuja. Fue secuestrado y asesinado por miembros de la guerrilla, como a un pájaro le cortaron sus alas; como a un delincuente le destrozaron su rostro; como un animal arrojado y abandonado. Volvía a la tierra, a las plantas, al inicio de la vida, así como un día Wahari regó las semillas de la abundancia. El cerro Autana se enlutaba, dejaba caer sobre él las lágrimas de tantos piaroas que lamentaban la muerte de su líder, el defensor de la tierra, ahora quedaban solos ¿Quién defenderá los territorios? ¿Quién denunciará las explotaciones a la madre tierra?
Se esperaba que pasaran unos días para que la madre tierra descansara de los clamores de los originarios, pero es imposible; los garimpeiros, sindicatos, guerrilleros, bandas delictivas y los terroristas no entienden de dolor ni de piedad. Así es como la tarde del 19 de julio encuentran los cuerpos de 3 indígenas Jivis en el Municipio Sucre, estado Bolívar. Batatuaba y Kajuyali desde lo alto hacía caer sobre ellos gotas de lluvia, los espíritus también se unían al llorar de las madres jívis, jóvenes inocentes, solo iban a recolectar los frutos ofrecidos por la madre tierra ¿Qué serán de sus hijos? ¿Quién clamará por justicia?
Ahora ¿Dónde están los que velan por la ley? ¿Dónde están las leyes que amparan a los indígenas? ¿Existe un gobierno que reconoce la vida de los originarios o solo miran el territorio por los minerales? ¿La Fuerza Armada, los militares y otros funcionarios están para proteger la vida o asesinar? ¿Qué pasó con los acuerdos de paz, justicia y protección o acaso a los indígenas aún no lo reconocen como seres humanos?
LOS ASESINATOS POR LA MINERÍA
Los grandes problemas sociales de los pueblos indígena no solo se resumen en abandono, vulneración, pobreza, discriminación; tampoco por las muertes por las epidemias de fiebre amarilla, sarampión, irritación estomacal, VIH u otra enfermedad de transmisión sexual, ahora existe un modelo de desarrollo que genera una masacre en las comunidades. Comencemos con el “extractivismo” el gran contaminante de la Madre Tierra y la destrucción masiva de grandes territorios indígenas, en especial en el territorio del amazonas venezolano; comprendida por los estados Amazonas, Bolívar y Delta Amacuro. La minería trae consigo grandes impactos al ecosistema, entre ellos: cambió fisiográfico de los cauces de los ríos, la deforestación, contaminación de agua a causa de la utilización del mercurio y cianuro, pérdida de biodiversidad, tráfico de la fauna y flora, entrada de foráneos y grupos armados externos. El Arco Minero del Orinoco, decretado un 24 de febrero del 2016 en resolución 2.248, que abarca el 12% del territorio nacional, viola los derechos de los pueblos indígenas, invadiendo sus territorios y dejándolos sin tierras y ríos sanos.
Esta actividad ilegal se ha convertido en depredación y violencia en los territorios; de ella nace el otro modelo de exterminio en las comunidades indígenas que tiene su cauce en los llamados “Grupos irregulares”. Este movimiento no solo invade los territorios indígenas, sino somete a las comunidades a vivir bajo su régimen y ejecutar todo lo que necesitan, reclutan jóvenes, violan a las mujeres, secuestran a los líderes, cierran las escuelas y el paso a las comunidades, irrespetan lo sagrado y logran el genocidio cultural de los originarios. Son diferentes los foráneos que se han adueñado de las tierras ancestrales: sindicatos, guerrilleros, garimpeiros, piratas, FARC, ELN y FANB. Estas organizaciones delictivas no solo someten al pueblo, asesinan a todo aquel que impida realizar su trabajo, son los que han masacrado a los indígenas estos últimos años, han logrado la desaparición de algunas comunidades de la cuenca amazónica y quieren llevar al exterminio a los verdaderos dueños de esos territorios.
Es un problema la situación crítica de las comunidades, sus realidades no pueden pasar por alto, sus gritos de piedad deben ser escuchados, sus derechos deben ser respetados y sobre todo deben ser atendidos humanitariamente, pero también es imperioso resolver las resistencias que viven los pueblos indígenas a causa del Arco Minero, es esencial que el Ministerio Público tome cartas en el asunto y haga cumplir las leyes que amparan a los originarios, es necesario que el estado vele por la vida de estos venezolanos y primeros pobladores de esas tierras. Es urgente la atención a los pueblos indígenas, el respeto de sus leyes y la valoración a sus vidas constituidos en el artículo 112 de la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela13 y lo estipulado en la Ley Orgánica para Pueblos y Comunidades Indígenas14. ¡No más muertes, ni violaciones! ¡basta de discriminación! los indígenas aún tienen mucho que ofrecer al país, su sabiduría ancestral no puede desaparecer ¿Qué le contaremos a los niños de los pueblos originarios en el futuro? ¿Qué territorios habrá en el futuro para la siembra y la agricultura?
¿Qué ríos no contaminados se podrán navegar en algunos años? ¿Dónde quedó la exigibilidad de los DDHH? ¿Qué organismo defiende la realidad indígena? ¿Dónde está el Ministerio de Pueblos Indígenas? ¿Quién detendrá el “oro de sangre”15? ¿Cuántos territorios-vida-pueblo deben desaparecer? ¿Vendrán más masacres?
Tomado de:
Suscribete a nuestra base de datos:
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Para comentar usted debe colocar una dirección de correo electrónico