Páginas

martes, 13 de septiembre de 2022

Educación, asunto mío, suyo y de todos / Luisa Pernalete @luisaconpaz

 

Según el Banco Mundial, después de la pandemia, 4 de cada 5 niños y niñas en América Latina no son capaces de comprender un texto sencillo. Y según la Unesco, en América Latina, antes de la pandemia eran 32 millones los analfabetos, de una población de 630 millones. Parecen 32 millones poca cosa, pero son muchos los latinoamericanos que no saben leer y escribir. Las niñas y las mujeres son las más vulnerables.

En Venezuela no tenemos cifras actuales, pero tomando en cuenta datos anteriores -un millón de chicos y chicas en edad escolar fuera de las aulas para el 2019, según Unicef- habrá que pensar que son muchos los que o no han aprendido a leer y a escribir o desaprendieron.

No sé usted, pero yo conozco bachilleres, con buena educación, que han podido conseguir trabajos dignos porque tenían base para aprender el oficio para el que fueron contratados. También conozco profesionales que se fueron del país, y aunque no lograron empleos en su especialidad, han podido encontrar trabajos decentes en otras áreas, precisamente porque tenían base para aprender otras cosas. La buena educación da base para seguir aprendiendo. La mala puede que dé títulos, pero no es plataforma para aprender. Y la falta de educación es el cercenamiento de las posibilidades de vida digna para cualquier persona.

La buena educación no es sólo la que prepara para el trabajo, es también la que enseña a convivir, la que enseña a ser buenos ciudadanos -capaces de exigir y defender derechos, cumplir deberes, construir el “bien común”-. Es la que enseña a cuidar la casa común, el ambiente, el planeta. Es la que construye tejido social porque enseña a organizarse para resolver problemas. Y dígame usted si Venezuela no está urgida de ciudadanía activa y del fomento de la solidaridad y la fraternidad.

La educación venezolana está en emergencia y en peligro no desde que se decretó la cuarentena por la pandemia. Suelo recordar que la rutina escolar, esa que garantiza clases todos los días, maestros en sus aulas, asistencia regular de parte de los estudiantes, ya tiene unos cuantos años rota. Dado que en este país no hay datos oficiales prácticamente para nada -la memoria y cuenta del Ministerio de Educación no se publica desde 2016- pero sabemos de adolescentes que no han terminado bachillerato, de reducción de inscripciones en educación inicial, de una baja considerable en los inscritos en educación superior… Sabemos de muchas renuncias y de abandono de cargos en las aulas, dados los bajos salarios. ¿Cuántos maestros activos nos quedan? No sabemos exactamente, pero sí sabemos de colegios que han cerrado por falta de docentes, sabemos de reducción de sesiones por falta de alumnos y de docentes… ¿Dónde está la generación de relevo para sustituir a los que han dejado las aulas?

No hablemos de la calidad de la educación. En Venezuela hace más de una década que no se hace ninguna medición de los aprendizajes. Hace años que el país no aporta datos para investigaciones sobre temas educativos… Haití y Venezuela suelen aparecer en esos estudios como “sin datos”. Pero sabemos que desde hace varios años, en algunas instituciones de educación superior deben dedicar un tiempo, con los nuevos alumnos, en reforzar competencias en lengua y matemáticas para que puedan arrancar con base sus estudios universitarios.

Los docentes venezolanos, los que todavía perseveran, deben actualizarse, y aunque hay iniciativas que trabajan en ello, son insuficientes.

Hay muchas cosas que hacer para salvar la educación venezolana. Una es reconocer los problemas; ignorarlos o disfrazarlos no ayuda. Hacer equipos de cooperación entre la escuela y las familias, los principales interesados, sin dejar de escuchar a los propios alumnos. Otro es sistematizar y difundir las buenas prácticas, porque hay centros educativos heroicos haciendo cosas muy valiosas. Otro es poner el tema en la palestra pública para que pueda interesar a todos los sectores: medios de comunicación, empresarios, académicos, políticos… estos últimos deben conocer el tema, tenerlo como punto en mesas de diálogo y negociación. Otro es seguir exigiendo al gobierno que destine los recursos necesarios, tal como lo dice el artículo 103 de la CRBV, recursos que pasan por pagar salarios decentes a los docentes.

En fin, hay mucho que hacer y usted y yo podemos sumar a favor de la educación. Recordando que ningún país en el mundo ha salido de una crisis sin una buena educación. Mandela lo tenía muy claro cuando asumió la presidencia de Sudáfrica, a pesar de los múltiples graves retos que tenía que enfrentar, sabía que la educación era prioridad. Una gran alianza a favor de la educación es urgente.

https://correodelcaroni.com/opinion/hagamos-las-paces/educacion-asunto-mio-suyo-y-de-todos/




No hay comentarios:

Publicar un comentario

Para comentar usted debe colocar una dirección de correo electrónico