Luis Ernesto Aparicio M. 09 de septiembre de 2022
@aparicioluis
El
último reporte del centro de estudios llamado Variedades
de Democracias, revela algunos detalles comentados entre nosotros. Es un
reporte que, aunque la data se recolectó durante 2021, se encuentra a
disposición de los interesados desde marzo de 2022. Quien esté interesado en
buscar los detalles que, sobre la democracia y su situación en el mundo, solo
debe entrar a la página de esa institución.
Pero
primero, lo primero. Variedades de Democracias (V-Dem), es una organización
integrada por unos 3.700 expertos que contribuyen con el levantamiento de los
datos y el análisis que ellos ofrecen sobre el estado del sistema democrático
en el mundo. Según explican, la información está basada en más de 30 millones
de puntos de datos tomados en unos 202 países.
Lo extraordinario de estos reportes es que son producto del mayor conjunto de datos mundiales en un periodo que abarca desde 1789 hasta el 2021. Lo que indica que toda la información, cuenta con suficiente experiencia temporal, investigativa y académica. Esto último está vinculado a la presencia de un gran número de profesores y estudiantes universitarios dentro del equipo de investigadores.
En la
exploración, V-Dem, ha tenido siempre nuevas formas de estudiar tanto la
naturaleza como las causas y consecuencias de la democracia, tomando en cuenta
sus múltiples significados. Esto que deja claro que la información que muestra,
no son ocurrencias o posiciones subjetivas sobre un país u otro, puesto que su
base es construida con procedimientos científicamente objetivos. Nada tiene que
ver con simpatías o desagrados, con “ismos” o tendencias, es el dato, la
estadística, el elemento más importante.
El
primer comentario que se encuentra en el reporte tiene que ver con el cómo la
democracia ha venido perdiendo terreno entre las preferencias políticas de los
ciudadanos. Es decir, ella ya no es el sistema seguro al que todos aspiraban y
que se ha conocido desde 1989 hasta el 2021. Es precisamente durante este
periodo cuando todos los avances que se habían obtenido se han venido
desgastando, sustituyendo y prescindiendo como si se tratara de un virus al que
había que eliminar o al menos detener.
Según
el informe, a partir de 1989 se comenzó a vivir el esplendor de la democracia
–con ciertas excepciones– en unos 42 países en el mundo con todas sus ventajas.
No obstante, esa cifra se ha visto reducida en un periodo menor de 25 años, a
menos de 34 naciones que contienen el 13% de la población mundial. Esta
ralentización de la democracia continúa avanzando especialmente en los países
ubicados entre Asia del Pacífico; Este de Europa; Asia Central; así como en
algunas partes de Latinoamérica y el Caribe.
Por
otra parte, las autocracias incrementaron su presencia de 25 a 30 países, lo
que representa el 26% de la población mundial. Este panorama está llevando a
buena fracción del mundo hacia un estado natural autocrático.
También
se desvela que la polarización política –en el reporte le llaman «polarización
toxica»– es uno de los elementos más común dentro de unos 32 países, un aumento
de cinco más durante los últimos diez años. Es decir, los contraargumentos y
los componentes deliberativos vinculados a la democracia han empeorado en esos
países. Además, encontramos que el aumento de las diferentes versiones de la
conspiración y las falsas informaciones o noticias, son grandes contribuyentes
al, vetusto, pero de moda, escenario de la división.
El
informe nos confirma que la autocratización es un riesgo real y latente para la
democracia y los ciudadanos son sus principales protagonistas. Se van
involucrando con todo aquello que les permita crear la idea de los estados
ideales, individuales, fuertes y cómodos para su vida, lo que induce al auge de
las figuras autócratas en los escenarios políticos. El regreso al pasado
–por aquella creencia de que todo pasado era mejor– es el “gancho” preferido
por los autócratas.
Para
confirmar tal situación, en el informe V-Dem se observa que hay una marcada
tendencia hacia la autocracia electoral, es decir llegar al poder vía elecciones;
transparentes al principio y luego no tanto. Para hacerlo evidente, señala que:
«la autocracia sigue siendo el tipo de régimen más común y alberga el 44% de la
población mundial o 3.400 millones de personas». Todo ello apoyado por un gran
número de simpatizantes que suelen apuntalar y adular al autócrata en el poder
o aspirante a este.
Debido
a lo anterior, la democracia se ha venido abajo en 7 de cada 10 países
administrados por regímenes autoritarios en la última década. El estudio deja
al descubierto algunas de las estrategias más utilizadas por los gobiernos y
tendencias autócratas, como el uso de la desinformación y la mentira, como lo
comentamos. La manipulación de la realidad les permite encauzar la opinión
pública –internacional o nacional– a su favor y de esa manera sostenerse en el
poder. Por supuesto, tampoco podía faltar el fundamento de la división interna,
lo que ha llegado a convertirse en algo peligroso en unos 40 países. Este
último método, contribuye con las victorias electorales de lideres
anti-pluralistas y con envenenadas agendas.
El
reporte revela el índice de los países que se encuentran en una democracia
liberal, el cambio de ellas en los últimos 10 años y aquellos países que han
sufrido una autocratización sustancial. Así encontramos los países que han
tenido más democracia que otros, es decir lo que califican como «democracia
liberal». En esa lista hay países como: Corea del Sur, Malasia, Madagascar,
Armenia, Malawi y Georgia. Mientras que aquellos países que han sufrido una autocratización
sustancial son: República Checa; Grecia; Croacia; Eslovenia; Ghana; Polonia;
Hungría; India; Serbia; Hong Kong; Belarus; Turquía; Yemen; Afganistán y en
América: Brasil; El Salvador; Nicaragua; la primogénita de las nuevas
tendencias autocráticas: Venezuela y la no tan sorpresa –tomando en cuenta el
panorama político que se vive desde 2017–: Estados Unidos.
Contrario
a ciertas opiniones, en América los lunares más claros siguen siendo Nicaragua
y Venezuela y no toda Latinoamérica como algunos comentan. También es
importante acotar que la presencia de los Estados Unidos, entre los países en
riesgos, tiene que ver con la aparición en escena de Donald Trump, quien resume
todas las características del autócrata debilitando al otrora sólido sistema
democrático norteamericano.
¿Qué
cómo se ha llegado hasta aquí? El desorden gubernamental, la falta de
transparencia de las anteriores y actuales gestiones de gobierno; la falta de
liderazgos novedosos y con ello reemplazo de los ya probados líderes fracasados
y rechazados por la opinión pública, son algunas de las causas de este
panorama. Sin dejar atrás el de mayor peso: la desilusión. Todos han
contribuido con la aparición de los liderazgos “milagrosos” o clamados y el
quiebre del sistema democrático.
Y así
llegamos a la otra pregunta: ¿cómo evitarlo? Pues bien, desde mi punto de vista
la tarea es de todos. Cada uno desde su espacio tiene la posibilidad de frenar
la rodada cuesta abajo que lleva la democracia. El activismo, la toma de
conciencia junto a la participación, podría evitar –70% en 60 países– que los
sistemas electorales continúen como el instrumento ideal de los autócratas para
conservar el poder. En este entramado se requiere que los dirigentes políticos
deben transformar, reestructurar o diseñar nuevas estrategias para detener la
incursión de los autócratas.
Y, por
último, no por eso deja de ser importante, los, ya pocos, mandatarios en la
democracia liberal, deben afinar sus gestiones de gobierno, enfocándose en la
satisfacción de las reales necesidades de los individuos, con políticas
públicas claras y efectivas que conlleven a la tan anhelada igualdad y
libertad.
Luis
Ernesto Aparicio M.
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