Julio Castillo Sagarzazu 31 de agosto de 2022
La
evolución del ser humano ha sido prodigiosa, la manera como se han organizado
las proteínas ha dado lugar a un individuo que puede mascar chicle y caminar, al
mismo tiempo.
Un dirigente opositor venezolano es lo que debería hacer en este momento. ¿Por qué? Pues porque todos hemos sido testigos de una realidad apabullante los últimos días. Mientras los dirigentes de las fuerzas democráticas se devanaban los sesos sobre cómo hacer para presentar una candidatura unitaria (que no única) al eventual proceso electoral que se avecina, los funcionarios públicos, los docentes, los trabajadores de la salud, respondieron contundentemente al despropósito y a la provocación que significó tratar de rebanar su bono vacacional en 4 toletes, uno de los cuales se cobraría el año próximo.
Esa
respuesta fue contundente. Quizás no en la magnitud de otros momentos, pero sin
duda, en la justeza, en la ira que provoco y, algo muy peligrosos para
cualquier régimen, en las grietas que abrió en su propio frente.
Las
llamadas salas situacionales del régimen han debido captar, con sus sensores de
profundidad, que estos pequeños movimientos telúricos, estaban provocando
desplazamientos de energía y moviendo capas tectónicas más profundas.
Conclusión: Optaron por abrir las válvulas de presión y aceptar los pedidos de
los manifestantes en las calles. Manifestantes que, por cierto, no habían sido
convocados por los partidos, sino por sus organismos sindicales de base (que no
estaban muertos, estaban de parranda)
Al
parecer, no quisieron arriesgarse a que el movimiento tomara fuerza. La
decisión de reconocer el bono vacacional completo y echar por tierra la
recomendación de los «expertos» del BCV de darlo a cuentagotas, fue aconsejada
por el miedo y el temor a lo desconocido. No siempre es bueno jurungar a un oso
salvaje que hiberna.
Pues
bien, como resultado de estas jornadas, allí siguen las fuerzas intactas que no
lograron desmoralizar y allí sigue su vanguardia sindical y social, sacando
cuentas de como enfrentaran esta etapa de depauperación que ha provocado la
subida del dólar y el estallido de la inflación que, en 72 horas, nos hizo el
doble de pobres de un solo tirón.
El
librito de la política dice que un liderazgo que aspire a dirigir los
acontecimientos debería acompañar esta movilización social, sin usurpar la
dirigencia natural; organizando su vanguardia y repetir sin cesar que, para
superar la penuria, hay que hacer el «link» con la necesidad del cambio
político. Desafortunadamente, esto no se hace en Twitter o en Instagram, ni por
los grupos de WhatsApp. Esta es una tarea analógica y no digital, personal, de
empatía y que cultive la cercanía con la gente y reconstruya la confianza.
Todo
lo señalado es la parte que tiene que ver con mascar chicle. Con la de caminar,
al mismo tiempo, tiene que ver con la necesidad de que las fuerzas democráticas
continúen dando forma al proceso para la selección de una dirección política
legitimada; un programa electoral creíble y un candidato unitario (que no
único) que liderice esta etapa.
Para
ello es indispensable determinar una fecha; escoger al equipo de personalidades
que organizará y regulará el proceso; establecer las condiciones de
participación de los venezolanos fuera del país y salir al encuentro de los
venezolanos que hoy vuelven a dar señales de querer luchar por sus derechos y
por recuperar al país para el progreso y la democracia.
Tampoco
es una de las tareas de Hércules.
¡Si
queremos, podemos!
Julio
Castillo Sagarzazu
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