EFE 30 de octubre de 2022
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La
incapacidad de las grandes potencias para atender a los miles de migrantes que
huyen de guerras y crisis en sus países son el «gran fracaso» de una sociedad
que no ha sabido atender un problema que empeorará con el tiempo, asegura en
una entrevista con EFE la escritora española Rosa Montero.
«Este
es el gran fracaso de nuestra sociedad. Estamos asistiendo a un fracaso
absolutamente calamitoso que no va a hacer más que empeorar porque el fracaso
de Europa con los desplazados de Siria ha sido espeluznante. No hemos sabido
hacer nada», dice Montero en Bogotá, donde promociona «El peligro de estar
cuerda» (Seix Barral).
Estas cosas, señala, suceden constantemente y el mundo «industrializado» está propiciando una «absoluta catástrofe» con su respuesta.
«Lo peor,
además, es que esto no ha hecho más que empezar. Por ejemplo, la tremenda
crisis Siria -en la que todos los desplazados sirios que no han encontrado
ninguna solución y en la que se han perdido tantísimos niños, que pueden estar
dentro de la trata- es una cosa horripilante», expresa.
El
problema, dice la escritora de 71 años, es que en estas crisis también
interviene la crisis climática, que en Siria ha provocado, por ejemplo, sequías
que hicieron huir a la gente del campo hacia las grandes ciudades y eso deriva
en nuevos problemas sociales.
«Como
hemos manejado la catástrofe de Siria no es más que la primera de otras
muchísimas catástrofes que va a haber a medida que siga el cambio climático. Yo
diría que junto con el cambio climático esto (las crisis migratorias) es el
mayor reto que tiene la sociedad, que tenemos como humanidad y no estamos
sabiendo contestarlo de ninguna de las maneras», manifiesta.
Vínculo
estrecho con Latinoamérica
Para
la promoción de «El peligro de estar cuerda», que tiene como eje central la
salud mental y la unión entre creación y locura, Montero regresó este año a
Latinoamérica, región con la que tiene una relación «muy larga» que viene de su
juventud, de crecer en los últimos años de la dictadura franquista.
«Una
larga dictadura lo que hace es que rompe el tejido cultural y no leíamos a los
autores españoles contemporáneos. En mi adolescencia me he criado de entrada en
el descubrimiento de la literatura de mi lengua contemporánea con el Boom
Latinoamericano. Soy hija del Boom Latinoamericano», afirma.
Eso
propició en ese momento lo que ella denomina encuentros culturales, emocionales
y simbólicos con una región que no había «pisado todavía», con una parte del
mundo que era vista desde su perspectiva como un mito de «la gran
Latinoamérica» como unidad, idea que se rompió cuando conoció lo diferentes que
son los países de esta parte del mundo.
«Luego
empecé a venir desde muy joven y me he pasado la vida aquí. O sea, yo llevaré
40 años o posiblemente más, quitando los años de la pandemia, en los que todos
los años he venido una o dos veces a varios países latinoamericanos», dice, y
añade que el único país de la región que no conoce es Bolivia.
Lo que
más le gusta de Latinoamérica es la «diversidad», «esa riqueza» que tiene y que
es una zona del mundo muy vinculada con España gracias a una lengua común.
«Me gusta
muchísimo navegar en esa riqueza, poder entenderla. Creo que no le damos la
suficiente importancia (a Iberoamérica) como la que le deberíamos dar porque
somos una locomotora tremenda y no nos aprovechamos de eso, del poder que eso
nos daría si realmente fuéramos conscientes del poder que tenemos más de 500
millones de personas hablando en castellano», afirma.
Un
viaje emocionante
La
promoción de este libro ha sido «un viaje emocionante» para Montero, pues de
todas las obras que ha publicado, «El peligro de estar cuerda» es la que ha
tenido «una mayor respuesta».
«La
gente se acerca, me escribe, me cuenta y me da las gracias porque me dicen que
se ven reflejadas (en el texto), porque dicen que gracias al libro se han
reconciliado con partes de ellas mismas que les daba vergüenza, o que no las
podían sacar, o con las que se sentían raras», expresa.
Montero
se muestra «conmovida» y «sorprendida» porque ella no escribe para recibir esa
respuesta, lo hace para intentar entender cosas, tratar de hallar respuestas a
preguntas que se ha hecho desde siempre.
«Tengo
una sensación de que he quitado un tapón social en mucha gente que está
diciendo que no pasa nada por ser como soy, porque es un libro que celebra la
diferencia», concluye la escritora, que al concluir la promoción de este libro
quiere sentarse de nuevo a escribir, a terminar proyectos que ya echó a
andar.
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