Marta de la Vega 22 de noviembre de 2022
Una
magnífica noticia es el Premio Cervantes 2022 para el poeta de alcance
universal y venezolano de nacimiento, Rafael Cadenas. Otra buena noticia, en la
lógica democrática que nos empeñamos en afianzar para reconstruir la
institucionalización del país, rescatar el Estado de derecho y edificar una
unidad de propósito contra la dictadura usurpadora e ilegítima de Maduro, es
haber logrado un reglamento para la elección primaria de un candidato que
aglutine la mayoría de las fuerzas democráticas, para enfrentar en las
elecciones presidenciales de 2024 al candidato del oficialismo.
También es buena noticia haber conformado una Comisión Electoral integrada por personas independientes, probas y destacadas en sus respectivos campos profesionales, cuya honorabilidad no puede ser puesta en duda, para articular y organizar dicho proceso electoral.
Pese a
las críticas por falta de transparencia en su selección, su escogencia se
produjo después de un proceso suficientemente amplio, democrático y
participativo, con una amplia consulta para postulaciones en la que
participaron todas las organizaciones de la sociedad civil; luego hubo un
proceso muy completo de consultas que abarcó todas las organizaciones políticas
del campo democrático.
La
función de la Comisión Electoral es busca ir más allá de sus fines inmediatos.
En palabras de su presidente, Jesús María Casal, en el discurso de instalación,
«la primaria debe ser una experiencia democrática», que «ilustre el sistema que
queremos construir». Fue claro al enunciar la meta común de este calificado
grupo de venezolanos: «Tenemos que acumular todas las bondades de los períodos
democráticos que hemos vivido y corregir los errores cometidos para poner los
cimientos de una institucionalidad resistente a desviaciones populistas o
autoritarias».
Significa
que no basta restaurar la democracia sino sobre todo delinear cuál es el tipo
de democracia que es deseable afianzar mediante el cambio político que
esperamos lograr para superar la tiranía usurpadora y todas sus secuelas. Por
eso, afirma: «salvar a Venezuela de la devastación institucional y social es
también una tarea perentoria, aun cuando el horizonte sea nebuloso». Esperamos
que este esfuerzo abra la esperanza de «que ensanchemos juntos el campo de lo
posible» y despierte la motivación de todos los electores, más allá del
desaliento, el pesimismo o la resignación.
Una
mala noticia es que en la reunión de París convocada por el presidente E.
Macron, llamada «Foro para la paz», con los representantes de la Plataforma
Democrática y la comitiva del régimen madurista, en presencia de tres
presidentes de la república, no se haya concretado la fecha del reinicio de las
negociaciones en México, suspendidas abruptamente por los personeros del
oficialismo madurista. Otra mala noticia es la tentativa del presidente Petro
de hacer condonar las sanciones, que no son contra Venezuela sino contra los
funcionarios del régimen tiránico comprobadamente corruptos o responsables de
lavado de activos o de dinero y de vínculos con el narcotráfico; o peor, el
presidente de Colombia pretende «normalizar» la presencia de Maduro en el
escenario internacional, a pesar de haber sido comprobada su responsabilidad en
la perpetración de crímenes de lesa humanidad, al igual que otros funcionarios
de alto rango en la cadena de mando de la camarilla militar civil que domina
las instituciones venezolanas y por cuya captura hay millonarias recompensas en
dólares, como son los casos de Nicolás Maduro o Diosdado Cabello.
Otra
mala noticia es el resultado de la Encuesta Nacional sobre Condiciones de Vida
(Encovi 2022) elaborada por el Instituto de Investigaciones Económicas y
Sociales de la Universidad Católica Andrés Bello, en cuatro rubros que queremos
resaltar. El 90% de los venezolanos padece a diario severas fallas de acceso a
agua potable, gas doméstico, electricidad e internet; es decir, se mantiene el
colapso de los servicios públicos.
A
pesar de un leve descenso en los índices de pobreza, se evidencia una mayor
desigualdad social; a 8 de cada 10 venezolanos les es imposible cubrir el costo
de la canasta básica de bienes y servicios. En cuanto a la prestación de
servicios públicos para la salud, ha disminuido en 70% y la atención en dichos
centros se ha encarecido: 13% más caras las consultas en ambulatorios y CDI; en
hospitales 16%, y en el 65% de los casos atendidos con medicinas recetadas, las
personas atendidas tuvieron que comprarlos todos, pese a la obligación estatal
del suministro de los medicamentos.
Pero
la peor noticia se refiere a la crisis del sistema educativo. No solo por la
pandemia, la suspensión de las actividades escolares no recibió la debida
atención del Estado para mitigar sus efectos, sino que casi la mitad de la
población de 3 a 5 años permanece excluida de la educación inicial y son los
sectores más vulnerables los que sufren más esta exclusión, porque la oferta
pública es limitada y la privada es muy costosa.
Todas
las deficiencias graves en la educación han tenido un efecto desastroso en los
individuos y en el tejido social, que se traduce en anomia moral y en la
preeminencia de los instintos más elementales por ignorancia o por desviaciones
psicológicas de individuos sin ninguna contención ética, que generan violencia,
destrucción emocional y muerte. El resultado es trágico.
Proliferan
los casos de violaciones y abusos sexuales de menores; varios bebés de dos años
o menos en distintas regiones del país, abatidos a golpes, amarrados y
torturados hasta su asesinato, para que no se hicieran encima sus necesidades o
para que dejaran de llorar ¿Hasta dónde va a llegar la degradación y la
perversidad de los hábitos a las que conducen las omisiones del Estado de sus
obligaciones constitucionales, las fallas en los hogares y la falta de
educación, en especial para los más pobres y desasistidos?
Marta
de la Vega
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