Esta semana estuvo cargada de noticias relacionadas con el debate entre los precandidatos a la presidencia de Venezuela, celebrado en el aula magna de la Universidad Católica Andrés Bello. Una fórmula que se utiliza con frecuencia en los principales sistemas políticos democráticos del mundo, en nuestro país no la veíamos desde 2012.
Aunque tenemos a una sociedad desconectada hasta ahora del hecho político por diversas razones, este primer evento despertó interés. Las redes sociales sirvieron de marco para el contraste de opiniones y la discusión de los pormenores.
Tuve la oportunidad de presenciar el debate muy cerca de los precandidatos. Un aspecto del cual fui testigo fue la manera distendida en la cual se dio. Sin duda se esperaba más tensión debido a los antecedentes cercanos que hemos visto en el planeta opositor venezolano. Sin embargo, el respeto privó y tanto el público presente en el debate como quienes debían presentar sus ideas al país se comportaron a la altura.
La democracia es debate, discusión, contraste de visiones para que sean procesadas con un marco legal que sea respetado por todos. Este precedente debe apuntalar una ruta electoral que logre aglutinar el sentimiento mayoritario de la población. No va a ser fácil porque el aumento del autoritarismo es una realidad en el continente y en nuestro país, pero es altamente necesario.
Un debate orientado hacia el futuro
La variedad de temas que se tocaron en el debate dan cuenta que el interés en general estuvo concentrado más en el futuro que en el pasado o en el presente. Los precandidatos y las precandidatas mencionaron caminos o rutas a seguir para la transformación de la problemática realidad presente que sacude la cotidianidad de la gente.
Aunque ha sido una experiencia donde se compartieron inquietudes y visiones de un solo sector del país, es importante buscar por todas las maneras posibles que este contraste de ideas involucre a otras visiones, especialmente, las de quienes tienen el control político en la actualidad.
Retomar la senda de las discusiones en un marco de convivencia democrática es esencial. Para ello, todos los esfuerzos posibles deben ser impulsados por quienes creemos en la democracia aun estando ubicados en espectros ideológicos diferentes.
Aunque la polémica no marcó la pauta en este primer debate de cara a 2024, los temas fueron planteados con diversidad de criterios y prioridades. La construcción de la agenda política todavía necesita recorrido y discusión. Considero que fue un error que Henrique Capriles no asistiera. Aunque comprendo sus temores previos al debate ha debido valorar y sopesar la pertinencia de este tipo de formato para el avance de las ideas. Seguramente tendrá oportunidad de reivindicarse porque el país espera nuevos debates.
La organización, el formato y la moderación estuvieron impecables. Mejor aún la puesta en escena. Esta primera experiencia ha mostrado cómo la población se engancha rápidamente cuando se le da sustancia. Los análisis, los memes, las fotografías y videos indiscretos han marcado un camino para alentar que la comunicación política renazca en el país. Una democracia que encausa las polémicas en buenos términos se fortalece.
Las interacciones en redes sociales y el seguimiento del debate marcaron la pauta. Ese es el dato más importante que recojo de este primer intento de alentar la repolitización del país.
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