ROBERTO CASANOVA 10 de julio de 2023
@roca023
“Una fórmula inspirada en el conocido caso
del estado Barinas. Cada participante en la elección primaria debería contar
con una persona que pueda, eventualmente, actuar como su relevo en el caso de
resultar ganador y estar inhabilitado. En este punto entraríamos, desde luego,
en territorio ignoto. Nos corresponde a los demócratas anticiparnos y tomar la
ofensiva con respuestas y acciones rápidas, innovadoras y eficaces”.
1
El
régimen, a lo bestia, ha dado un nuevo zarpazo. Ha inhabilitado -¡por 15 años!-
a María Corina Machado a través de una decisión de la Contraloría
General. Es bien sabido que una inhabilitación para el ejercicio de cualquier
cargo público requiere un juicio y una sentencia definitivamente firme,
confirmada por el Tribunal Supremo de Justicia. La dictadura, conforme a su
naturaleza, viola la Constitución de una manera tan injustificable que
hasta Gustavo Petro ha expresado que “es claro que ninguna
autoridad administrativa debe quitar derechos políticos a ningún ciudadano(a)”.
En su caso, por cierto, la Corte Interamericana de Derechos Humanos falló
en contra del Gobierno de Colombia y se abrió así la posibilidad de que fuese
candidato presidencial. El régimen venezolano, sin embargo, seguramente hará
caso omiso a un pronunciamiento similar que realizase dicha Corte. Ha decidido,
simplemente, privar a Machado y a los electores de sus derechos políticos.
2
La
dictadura sabe perfectamente que no ganaría en unas elecciones libres y justas.
Hará pues todo lo necesario para evitar que tales elecciones ocurran. Por lo
pronto, con las inhabilitaciones de candidatos demócratas pretende desmotivar a
los ciudadanos, quienes podrían considerar inútil elegir a alguien que no podrá
participar en las elecciones presidenciales. Previendo, de todos modos, que
ningún candidato dejará de participar en las primarias por estar
inconstitucionalmente inhabilitado espera -y promoverá- que los actores
políticos se enreden y riñan tratando de acordar las reglas que les permitan
manejar la situación. Espera, además, que los candidatos que se han lanzado y
se lanzarán al margen de las primarias puedan cumplir más eficazmente con la tarea
– premeditada o, en algún caso, resultado de un imperdonable cálculo político-
de dividir a la mayoría democrática.
3
Pero
no perdamos más tiempo analizando esta nueva celada de la dictadura. El asunto
clave es cómo responder a ella. De entrada, no podemos aceptar mansamente las
inhabilitaciones que la dictadura arbitrariamente decida. La presión interna y
externa para lograr que el candidato ganador de las elecciones primarias sea
nuestro candidato presidencial tiene que redoblarse. Pero hay que prever escenarios.
Uno de ellos, el más probable en este momento, es que el Consejo Nacional
Electoral (CNE) no acepte, a pesar de dicha presión, la inscripción de
aquel candidato.
4
No
luce conveniente que la regla a utilizar ante las inhabilitaciones consista en
que el aspirante ganador de las primarias, de estar inhabilitado, delegue su
candidatura en el que alcance la segunda posición. Y que este, si estuviese
también inhabilitado, la delegue a su vez en el siguiente y así sucesivamente.
Podrá argumentarse, a favor de este esquema, que lo relevante es que haya un
candidato, cualquiera que este sea, que represente al esfuerzo unitario y
reciba el apoyo de todos los otros aspirantes. La realidad es que de seguir
esta regla al final el candidato sería uno que no solo no contaría con apoyo
popular, sino que además resultaría el menos amenazante o incluso colaborador
desde la perspectiva de la dictadura que, al no inhabilitarlo, lo habría
indirectamente seleccionado.
5
Me
parece más adecuada una fórmula inspirada en el conocido caso del estado
Barinas. Cada participante en la elección primaria debería contar con una
persona -o varias, previendo inhabilitaciones adicionales- que pueda,
eventualmente, actuar como su relevo en el caso de resultar ganador y estar
inhabilitado. Este relevo sería quien participase nominalmente en la elección
presidencial en representación del real candidato. Tal arreglo político debería
ser amplia y claramente comunicado a la opinión pública nacional e
internacional. Debe entenderse que se trataría de un acto de pacífica rebeldía
ante acciones de la dictadura destinadas a impedir que la voluntad de la mayoría
se exprese libremente. Ahora bien, en el escenario en el que el relevo en
cuestión resultase electo como presidente procedería a levantar la
inhabilitación que impidió participar al candidato que representa y a
designarlo como Vicepresidente. Luego renunciaría para que este asumiese la
Presidencia.
6
En
este punto entraríamos, desde luego, en territorio ignoto. El camino para
volver a la constitucionalidad no está establecido en ningún marco legal. Es
cierto, por ejemplo, que, de acuerdo con la Constitución, si la renuncia de un
Presidente en funciones ocurre durante la primera mitad del lapso para el cual
fue electo se debe convocar a una nueva elección. ¿Es esto lo que aplicaría en
las complejas circunstancias de retorno a la democracia y a la constitucionalidad?,
¿no estaríamos buscando, con el esquema propuesto, hacer respetar la soberanía
popular permitiendo que el candidato realmente ganador -no su relevo- asuma la
presidencia, sorteando los obstáculos inconstitucionales que la dictadura habría
colocado? Es, sin duda, un tema espinoso y no deseo especular más al respecto
en este momento.
7
La
dictadura seguirá haciendo lo que sabe hacer. Se trata, en lo esencial, de una
minoría que nunca ha dejado de conspirar en contra de la democracia liberal y
que ha acordado peligrosas alianzas con regímenes semejantes. Su repertorio de
jugadas sucias (me disculpo por el uso de este adjetivo, pero no se me ocurre
otro) es variado y no tendrá escrúpulos en utilizar cualquiera de ellas con el
fin de perpetuarse en el poder. Nos corresponde a los demócratas anticiparnos y
tomar la ofensiva con respuestas y acciones rápidas, innovadoras y eficaces. Es
probable, en tal sentido, que una próxima jugada sea declarar inconstitucional
las elecciones primarias. ¿Qué hacer ante ese otro zarpazo? La Comisión
Nacional de Primaria actuó muy bien ante la reciente renuncia de los
rectores del CNE, adoptando la estrategia de organizar unas primarias
autogestionadas. Es de esperar, por eso, que hayan evaluado también el escenario
de la ilegalización de las primarias y cuenten con una estrategia alternativa.
No me consta, pero confío en que así sea. Nada debe pararnos en nuestro
propósito de coordinar todos los recursos y acciones a nuestro alcance para
crear la “tormenta perfecta” de 2024.
ROBERTO
CASANOVA
@roca023
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