Adolfo P. Salgueiro 14 de octubre de 2023
@aapsalgueiro1
El Medio Oriente ha sido y sigue siendo centro de acontecimientos cuya importancia y consecuencias han afectado y afectan al mundo occidental. Desde el nacimiento de Jesús en Belén, entonces parte de la provincia de Judá del Imperio Romano, hasta el surgimiento y difusión de la religión musulmana en lo que hoy es Arabia Saudita, siguiendo con las Cruzadas, el Imperio Otomano y finalmente los acontecimientos que llevaron a la creación del Mandato Británico para llegar al surgimiento del Estado de Israel resultante de una votación de la Asamblea General de la ONU en 1947 que decidió dividir (Resolución 181) el territorio del Mandato es dos Estados, uno judío y otro árabe. En su momento fundacional nuestra Venezuela votó a favor de tal resolución. Finalmente, el 14 de mayo de 1948 David Ben Gurion proclamó la independencia del Estado de Israel.
En
aquellas tierras, que bíblicamente se conocían como Canaan, habitaron, entre
otros, los filisteos (de donde deriva el nombre de Palestina con que se conoció
la región) hasta que en el siglo XII (a.C.) llegaron y se establecieron los
judíos, liderados por Moisés, quien tras cuarenta años de peregrinación
desde su salida de Egipto y hasta su muerte, ya a la vista de la Tierra
Prometida, pasó a ser el dominio de las doce tribus de Israel que consiguieron
habitar, poblar y desarrollar ese territorio hasta entonces yermo.
Así
pues, podemos afirmar con fundamento que el Sr. Maduro está en un error al
afirmar que Jesús fue un niño palestino. No lo fue. La Biblia señala que
nuestro Señor nació en Belén de Judá como judío, hijo de padre y madre judíos
de la estirpe de David.
De la
misma manera parece conveniente aclarar a quien hoy ocupa Miraflores que Cristo
no fue ajusticiado y crucificado bajo el Imperio Español, como él afirmó, sino
que tal acción ocurrió bajo el Imperio Romano. Pobre Nicolás, se equivocó, a
cualquiera le pasa…
Lo
malo de estas torcidas interpretaciones de la historia es que pueden y suelen
traer consecuencias, tal como quedó demostrado en la Asamblea Nacional
chavista, cuyo presidente Jorge Rodríguez justificó que su gobierno apoye al
pueblo palestino “víctima de la injusta agresión de Israel”. Debe haber leído
la prensa con apuro para no enterarse que, en este episodio, el agresor es
Hamás (representante de una parte del pueblo palestino) e Israel es el
agredido. Hay que entender también que desde el Poder Legislativo bolivariano
uno puede equivocarse en medio de tantos problemas que resolver.
La
magnitud y fiereza del ataque de Hamás ha permitido que muchos nos preguntemos
dónde quedó la legendaria eficiencia del Mossad, agencia israelí de
inteligencia, cuando en sus narices se preparó y ejecutó una operación de gran
magnitud. Ante ello algunos recuerdan el fracaso de las agencias
norteamericanas en 2003, cuando informaron al entonces presidente George Bush
(h) que Irak había conseguido obtener armas de alcance letal. Ello era inexacto
y desató la segunda invasión norteamericana a esas tierras, cuyas consecuencias
aún hoy persisten.
Estimamos
que la situación que se ha presentado amerita la declaración de guerra que
dispuso el primer ministro, Benjamín Netanhayu. Queda por determinar si se
trataría de una guerra interna o internacional toda vez que la Franja de Gaza
tiene un estatus impreciso porque el Estado Palestino , cuya existencia es materia
de controversia, ni forma parte de Israel ni es reconocido por un número
significativo de naciones, aun cuando la aspiración mundial es que ello así
ocurra para que por fin se pueda poner en práctica lo acordado entre israelíes
y palestinos de coexistencia legal y pacífica entre ambos pueblos enfrentados
desde hace décadas por una situación de violencia y terrorismo generada por los
palestinos y por otro lado, la construcción de asentamientos judíos sobre
territorios que se reconocen como palestinos que da lugar a continuos
enfrentamientos.
El
tema no es fácil de solucionar. Si lo fuera ya se hubiera alcanzado algún
acuerdo luego de innumerables intentos en los que participaron todos los
últimos presidentes norteamericanos y otros líderes mundiales, más las siempre
fracasadas negociaciones entre las partes involucradas. Esta vez se repite el
esfuerzo, aun cuando el presidente Biden ha expresado en términos inequívocos
el apoyo de Estados Unidos al pueblo de Israel y lo ha avalado con la presencia
en aguas cercanas de un portaaviones y el envío de suministros que ya han
comenzado a llegar a su destino.
El
riesgo de que esta situación llegue a transformarse en una crisis de escala
mundial esta vez sí existe, toda vez que la presencia de Irán prestando apoyo
político, financiero y logístico a Hamás y también al grupo paralelo Hezbolá
agrega un ingrediente de extrema peligrosidad siendo que ese país es enemigo
jurado de Israel y de Occidente en general, además de que dispone de poderío
militar suficiente para influir decisivamente. Vale decir pues que a esta fecha
no todas las cartas están echadas.
Asimismo,
está en gestación la posible violencia que ya asoma en la frontera norte de
Israel con Siria y Líbano donde ya se han producido algunos enfrentamientos
cuyos efectos y consecuencias habrá que evaluar a la hora de convertir el
presente evento en un conflicto internacional de mayor proporción.
Quien
esto escribe aboga en primer lugar por el cese de la violencia y el retorno de
la paz. Sin embargo, para que no quede ninguna duda expresamos nuestro decidido
apoyo al Estado y al pueblo de Israel en esta difícil circunstancia. Aspiramos
también a que el estamento político israelí asuma una posición de unidad
nacional, dejando para más adelante las críticas que seguramente harán. Los
posibles desentendimientos y pases de factura habrán de ser para cuando los ánimos
se calmen un poco.
Adolfo
P. Salgueiro
@aapsalgueiro1


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