Tulio Hernández 29 de octubre de 2023
@tulioehernandez
Tres
cosas se verificaron en el proceso de elecciones primarias del domingo 22 de
octubre. La primera, lo que era un hecho suficientemente anunciado y solo
requería de una verificación fáctica, que ha surgido un nuevo liderazgo en el
país, el de María Corina Machado, y que no es cualquier liderazgo sino uno
sólido, unificador y sin competencia alguna. Sin nada ni nadie que le haga
ruido, ni en el seno del gobierno ni en el de la oposición.
Lo segundo, algo en lo que no había tanta claridad y certeza, que el ciudadano común que adversa al régimen chavista, ahora madurista, sigue estando dispuesto a participar políticamente cuando se le ofrecen escenarios confiables que pueden tener repercusión y contundencia. Lo ha demostrado muchas veces cuando, como en las elecciones legislativas de 2015, percibió que había coherencia, unidad de parte de la resistencia democrática y, algo muy importante, un equipo creíble y coherente a la cabeza del proceso.
Y,
tercero, que al gobierno se le está haciendo cada vez más cuesta arriba,
especialmente por las negociaciones internacionales, atropellar burdamente las
acciones políticas de las fuerzas democráticas.
Lo del
liderazgo de Machado ratifica el misterio de cómo se consolidan los liderazgos
carismáticos, pero también cómo se apagan o desaparecen. Incluso de cómo se
pueden volver formas de rechazo colectivo. O de cómo pueden renacer.
Recordemos, por ejemplo, cómo Carlos Andrés Pérez pasó de ser, en 1973, un
político que venía con un cierto desprestigio como responsable de la
persecución a la guerrilla y luego se fue convirtiendo en un fenómeno que
emocionaba con frenesí a las multitudes que le seguían. Para luego, en medio de
su segunda presidencia convertirse en objeto de rechazo colectivo.
O
pensemos en la saga de líderes opositores —Manuel Rosales, Leopoldo López,
Henrique Capriles, incluso Ramos Allup— que han vivido momentos de gloria y
éxtasis colectivo, para luego desaparecer entre las estadísticas de la pérdida
de apoyo, el rechazo y hasta el olvido. O recordemos la emoción profunda y las
movilizaciones de masas que suscitó la emergencia de Juan Guaidó y su envío a
las filas de la segunda línea. Atención que en cualquier momento uno de ellos
puede renacer.
El
liderazgo de María Corina Machado tiene una característica que le da una gran
solidez: la persistencia. No es resultado de un movimiento aluvional. Repentino.
Sino de una larga actividad política en la que la dirigente ha pasado de
lugares y posiciones minoritarias a ir ampliando su base de apoyo y
credibilidad, creándose un perfil propio, individual, distintivo, a fuerza de
mantener posiciones a contracorriente de las mayorías opositoras.
Dos
cualidades le fueron consolidando la conexión emocional con los ciudadanos.
Además de la persistencia, de no bajar la guardia en la actividad de calle
girando por el país, ir adquiriendo —a base de hechos visibles— la fama de
mujer valiente, capaz de vencer todo tipo de atropellos, amenazas, bloqueos,
sabotajes, realizados por las fuerzas violentas oficialistas. Y, segundo,
aunque no sea ese el eje de su comunicación, en un país de tradición populista
y estatista, atreverse a presentarse con un discurso liberalmente radical poco
común que incluye la idea —siempre vista con temor— de la privatización de
Pdvsa.
Así
que cuando los demás liderazgos se fueron agotando, los partidos debilitándose,
la cancha quedándose sola, el público desanimado, todos los caminos llevaron a
Machado y ella, inteligentemente, con una capacidad de movilización, desde
pequeños pueblos hasta grandes ciudades, lo convirtió en opción sólida para
recuperar esperanza y emoción que, lo sabemos ahora, no estaba perdida. Solo
hibernaba.
La
persistencia también ha sido una cualidad de la Comisión Nacional de Primaria.
Muchos teníamos grandes dudas de si sería posible, no solo realizar, sino
realizar con éxito, esta consulta. Pero la paciencia inquebrantable con la que
insistió la CNP, con la creíble figura de Jesús María Casal al frente, logró un
evento con una calidad de organización para todos visible y esperanzadora. Y el
retiro a última hora de las candidaturas de Roberto Enríquez, Henrique Capriles
y Freddy Superlano, terminó de conformar un cuadro confiable para los
electores, dejándola en la consulta prácticamente sin competidores.
La
realización de las primarias ha demostrado que al régimen le cuesta cada vez
más boicotear las iniciativas opositoras. Lo demostró el hecho de que la
disolución del CNE no impidió en nada la realización de la consulta. Igual el
bloqueo comunicacional y periodístico oficial, porque la convocatoria cobró
fuerza a través de las redes sociales y del boca a boca. Y los intentos de
crear confusión por parte de candidatos, aparentemente opositores, como la de
Prosperi, no tuvieron el más mínimo efecto en una población que ya había tomado
la decisión de participar.
Una
nueva etapa política ha comenzado. A la candidata, elegida casi que por
aclamación, le corresponde ahora consolidar la unidad, tarea en la que ella
frecuentemente no participó. El régimen hará lo que esté a su alcance para
impedir unas elecciones libres, pero ya no puede inventarse varias oposiciones
para que asistan divididas a elecciones simuladas. La oposición ya tiene
candidatura única e incuestionable. La carta de la inhabilitación será el hueso
más duro de roer. Pero las declaraciones recientes de voceros de Estados Unidos
anuncian que sin eliminación de las inhabilitaciones y sin libertad de los
presos políticos no habrá levantamiento de sanciones.
Paradójicamente,
a María Corina Machado, siempre crítica del régimen pero también de los
principales acuerdos de los más importantes partidos opositores con el
gobierno, convocante de las manifestaciones callejeras de 2014, conocidas como
La Salida, le corresponderá ahora liderar alianzas y acuerdos con ambos, limar
diferencias, mantener con vida y mucha fuerza la presión popular de calle,
articular los apoyos internacionales, tanto de los gobiernos adversarios como
de los amigos de Maduro para obligarle a jugar esta vez en el tablero
democrático de las elecciones libres. Da la impresión de que, por primera vez
en mucho tiempo, Maduro está contra las cuerdas con la particularidad de que el
contrincante es una mujer.
Tulio
Hernández
@tulioehernandez
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Para comentar usted debe colocar una dirección de correo electrónico